Argentina volvió a ser noticia en el mundo en las últimas semanas por una fuerte devaluación del peso que reavivó el fantasma del colapso económico de 2001.
Si bien los peores temores ya pasaron y el gobierno logró controlar una vertiginosa corrida cambiaria, los problemas económicos del país están lejos de superarse.
El presidente Mauricio Macri ha señalado que la raíz del problema es un histórico déficit heredado. «Hay que dejar de gastar más de lo que tenemos», exhortó la semana pasada en una conferencia de prensa que buscó traer calma en medio del pánico.
Macri ha propuesto un ajuste gradual para ir reduciendo el gasto que aumentó notablemente durante el gobierno anterior de Cristina Fernández de Kirchner.
Quienes apoyan al macrismo consideran que fue la «fiesta populista» del kirchnerismo la que llevó al país a la situación en la que está hoy, y que ahora toca pagar las cuentas dejadas por años de generosos subsidios y corrupción estatal que drenaron las arcas.
Por su parte, tanto opositores como algunos votantes desencantados de Macri consideran que fue el mal manejo económico de la actual gestión el responsable de la presente situación.
Uno de los fracasos que se le achacan al gobierno fue su incapacidad de controlar la inflación, que sigue siendo la segunda más alta de América Latina, después de Venezuela.
Si bien durante 2017 se logró una importante reducción —del 40% al 25%aproximadamente, según datos recopilados por el Congreso y el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec)— la meta fijada para este año (15%) está lejos de poder alcanzarse.
El fuerte aumento de los servicios públicos -que muchos expertos consideraban necesario- ha generado protestas y una aceleración de la inflación, que venía cayendo (Foto: Getty Images)
Solamente en el primer cuatrimestre de este año los precios ya aumentaron 9,6%, según el Indec.
La principal causante de esa aceleración es un fuerte aumento en las tarifas de servicios públicos —que los críticos de Macri llaman «tarifazo»— y que se trasladó a su vez a otros precios.
Diversos expertos creen que la reciente devaluación del peso —la mayor de 2018 en todo el mundo y que supuso una pérdida del 13% contra el dólar, según Bloomberg— ahondará aún más en el problema.
BBC Mundo le cuenta qué productos fueron los que más se encarecieron en Argentina desde que el gobierno actual asumiera en diciembre de 2015.
Servicios de gas, electricidad y agua
Durante los años de kirchnerismo (2003-2015) los argentinos disfrutaron de unas las tarifas de gas, electricidad y agua más baratas de todo el mundo.
Esto fue posible gracias a grandes subsidios estatales implementados tras las crisis de 2001 con la intención de traer alivio, pero que se mantuvieron —incluso una vez que el país se recuperó económicamente— a partir de 2003 gracias a los precios récord de las materias primas.
Sin embargo, las tarifas congeladas y la falta de inversión generaron grandes problemas y el país sufrió prolongados cortes eléctricos y escasez de gas, que debió comenzar a importarse.
Antes de la llegada de Macri la energía era muy barata, pero el sistema estaba en crisis (Foto: Getty Images)
Macri había anticipado desde su campaña presidencial que buscaría reducir los subsidios, que representan uno de los gastos más grandes del Estado y que benefician a ricos y pobres por igual, y prometió »sincerar» las tarifas.
Sin embargo sus críticos —e incluso algunos de sus simpatizantes— consideran que el aumento fue desmedido o implementado de manera demasiado rápida.
El Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda (Undav) publicó un informe en abril pasado detallando los aumentos en los costos de los principales servicios públicos desde que asumió Macri. Estos fueron:
- Gas natural: 930%
- Energía eléctrica: 920%
- Agua corriente: 683%
Estos aumentos provocaron los primeros «cacerolazos» o manifestaciones espontáneas de vecinos contra Macri. Muchos consideran que el gobierno se excedió al hacer que Argentina pasara de tener los servicios más baratos a tener unos de los más caros.
Según cifras oficiales, unos cuatro millones de personas reciben una «tarifa social» subsidiada. Sin embargo, muchos ciudadanos de clase media se quejan de que los aumentos son insostenibles y que a estos precios este invierno no podrán prender sus estufas.
Atendiendo a este reclamo, la oposición presentó un proyecto de ley que busca bajar las tarifas y que recibió media sanción en la Cámara de Diputados.
Por su parte, el gobierno ya anunció nuevos aumentos para este año que, de implementarse, significarían un alza de precios acumulado (entre 2015 y 2018) de 1.490% en electricidad y 1.297% en gas, según la Undav.
Transporte
El transporte público de autobuses, trenes y subtes (metro) también estuvo fuertemente subsidiado hasta 2015, por lo que viajar en ellos era muy barato en comparación con otras partes del mundo.
Con la reducción de esas ayudas estatales, los llamados «colectivos de corta distancia» —el transporte más popular, en especial entre las clases trabajadoras— se encarecieron 207%, según el informe de la Undav.
El tren urbano, el transporte más barato del país que usan millones de pasajeros diariamente para moverse entre el conurbano de Buenos Aires y la capital, registró aumentos de 224%. Y el subte de la ciudad de Buenos Aires aumentó 66%.
El boleto del «colectivo» es 207% más caro desde que llegó Macri y redujo los subsidios estatales (Foto: Getty Images)
Está previsto que los tres servicios registren nuevas alzas en junio, si los planes del gobierno prosperan.
En enero pasado se anunció un nuevo sistema «de tarifa integrado» que ofrece descuentos a quienes deben utilizar más de un transporte para llegar a su destino. «Va a permitir que los que viajan más, paguen menos», explicó el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich.
Según la consultora Kantar Worldpanel, los sectores de bajos recursos hoy destinan 5% de sus ingresos al pago de transporte. Si a eso se suma los gastos de luz, gas y agua corriente, la cifra aumenta 19%.
Para la Undav, el número es un poco mayor: según sus cálculos, hoy los argentinos que cobran un salario mínimo destinan 21% de sus ingresos a cubrir los servicios públicos. Es decir, una quinta parte de su sueldo.
En 2015, estos servicios representaban solo 6% del salario mínimo.
Peajes
Quienes no utilizan el transporte público no están exentos de los aumentos.
Los peajes, que son privados, se encarecieron el doble que los servicios de transporte urbano: 455% desde 2015, según la Undav.
Y los dueños de autos no solo se quejan por esto, sino porque esos aumentos no se han visto reflejados en mejoras viales.
Los que viajan en auto privado han sufrido aumentos aún más grandes que los usuarios del transporte público (Foto: Getty Images)
El «boom» del consumo durante el kirchnerismo, cuando comprar era incentivado con generosos planes de financiación y las restricciones cambiarias dificultaban la compra de dólares, llevó a que se multiplicara la plaza automotriz.
Sin embargo, ese crecimiento no estuvo acompañado por la construcción o ampliación de nuevas rutas.
El gobierno de Macri ha prometido avanzar con esas obras como contraparte al aumento de los peajes, pero en dos años y medio de gestión los avances han sido pocos.
Y la reciente devaluación de mayo, que obligará a mayores ajustes, podría congelar varias obras.
Gasolina
Otro dolor de cabeza para los dueños de autos es el aumento del precio de la gasolina, que se incrementó 94% desde el inicio de este gobierno, según los datos de la Undav.
Argentina pasó de tener una de las gasolinas más baratas del mundo a tener la segunda más cara de América Latina (Foto: Getty Images)
Con un valor de 1.38 dólares por litro, Argentina es actualmente el segundo país con el combustible más caro en América Latina, después de Uruguay (1.78 dólares por litro).
El alto costo de la gasolina, que también estuvo subsidiada y con tarifas congeladas durante el kirchnerismo y que provocó una crisis en el sector, no solo afecta a los conductores.
Se trata de un insumo primordial en cualquier actividad productiva y, por eso, este aumento es particularmente sensible.
Además de afectar la producción, la mayoría de las actividades trasladan estos aumentos a sus precios, al igual que lo que ocurre con las mayores tarifas de servicios públicos.
Alimentación
Uno de los rubros donde más se sienten esos aumentos transferidos es en el de los alimentos.
Un informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) realizado a finales de 2017 mostró que uno de cada tres alimentos básicos aumentó de precio por encima de la inflación.
El dato más preocupante es que algunos de los productos que más se encarecieron —por encima del 100% desde 2015— son los más consumidos por los argentinos:carne, leche, aceite, harina de trigo, azúcar, tomate o lechuga.
La lechuga superó los 100 pesos en algunos comercios, lo que generó toda una controversia en Argentina. Muchos lo adjudicaron a la inflación, otros a la especulación de precios (Foto: Getty Images)
Esta última hortaliza se convirtió en semanas pasadas en el símbolo de los problemas inflacionarios del país, luego de que varios medios locales y las redes sociales le dieran especial trascendencia a su meteórico aumento de precio que en mayo alcanzó un récord en algunos comercios de más de 100 pesos por unidad (unos 4 dólares).
Sin embargo, el economista Pablo Mira le explicó a BBC Mundo que los productos estacionales como las frutas y las verduras están afectados por factores como las sequías e inundaciones, que impactan en su precio, y por eso no son un buen parámetro.
Mira también destacó que a diferencia de los otros aumentos en productos y servicios, que son producto de una «decisión oficial», en el caso de los alimentos hay muchos factores en juego que «tienen que ver con el desarrollo caótico propio del mercado».
No obstante, lo que parece seguro es que la reciente apreciación de la moneda estadounidense impactará en el precio de los alimentos ya que «al tener insumos agropecuarios tienen valores que evolucionan a la par del dólar», señaló el economista.
Algunos culpan de esto al gobierno, debido a que implementó políticas que incentivan la exportación, como la eliminación o reducción de impuestos a la exportación de granos, como la soja.
Al poder exportar a un precio más alto, los productores agropecuarios suelen trasladar esas cifras a la oferta local.
El programa de «precios cuidados» originado durante el kircnherismo busca contrarrestar el alza en el precio de los alimentos (Foto: Ministerio de Producción de Argentina)
Además, al reducir las llamadas «retenciones» agropecuarias —cuyo aumento causó una gran polémica durante el kirchnerismo— el Estado dejó de percibir enormes ingresos, que según la Undav son incluso mayores a lo que se ahorra por la reducción de subsidios.
Por su parte, el gobierno ha buscado frenar el alza en los alimentos ampliando un programa de acuerdos de precios localmente conocido como «precios cuidados» y que comenzó durante la gestión anterior.
También ha defendido su política agraria, asegurando que sus medidas buscan incentivar la producción y fortalecer el campo, que sigue siendo el pulmón económico de Argentina.