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¿Impulsará el Óscar a la película chilena Una mujer fantástica, que describe los prejuicios y la discriminación a una mujer transexual, la aprobación de la Ley de Identidad de Género que se debate hace cinco años en el país?
Esa era una de las preguntas que se planteaban en medios de comunicación y redes sociales chilenas la noche después de la ceremonia de la Academia de Hollywood, donde la protagonista de la cinta, Daniela Vega, se convirtió además en la primera actriz transgénero en oficiar de presentadora en sus 90 años de historia.
Una mujer fantástica ha generado en Chile todo un debate respecto a los derechos de las personas transgénero. Pero no es primera vez que el reconocimiento internacional aborda temas que emplazan a los sectores más conservadores de la sociedad chilena.
El 2016, la Academia hollywoodense le entregó el Óscar en la categoría de Mejor cortometraje animado a Historia de un oso.
En 11 minutos, la película describe el dolor causado por el exilio que el régimen militar chileno impuso a decenas de miles de militantes y simpatizantes de Salvador Allende tras el golpe de 1973, incluyendo entre ellos, al abuelo de su director, el cineasta Gabriel Osorio.
El filme obligó a debatir un tema que muchos en Chile quisieran evitar.
«Cuando se supo de qué se trataba el Oso hubo gente y sectores más conservadores que nos preguntaban por qué hablábamos de nuevo de la dictadura, nos decían que teníamos que cambiar de tema, que hasta cuándo con lo mismo», le dice Osorio a BBC Mundo.
«Y yo pensaba que los gringos hacen todos los años una película sobre la Segunda Guerra Mundial y nadie les dice nada».
Los chilenos Gabriel Osorio (izquierda) y Patricio Escala ganaron en 2016 el Óscar en la categoría de Mejor cortometraje animado por Historia de un oso (Foto: Getty Images)
Osorio continúa: «Yo creo que saber y ver quiénes somos, cómo somos, cuál es nuestra historia es algo fundamental. Una sociedad sin memoria, una sociedad que pierde sus recuerdos o que no quiere recordar, es una sociedad sin identidad. Tenemos que mirarnos al espejo, saber quiénes somos».
Figuras disruptivas
Chile tiene buenos ejemplos recientes de artistas que triunfan en el extranjero emplazando las convenciones sociales: Una mujer fantástica es una película sobre la identidad transgénero en un país que todavía debate los derechos legales de esa comunidad; y el Óscar para la película animada Historia de un oso, que premia una conmovedora mirada hacia el exilio.
Pero ocurrió también en el pasado: los poetas Gabriela Mistral y Pablo Neruda, ambos ganadores del Premio Nobel en 1945 y 1971 respectivamente, fueron también figuras disruptivas en la sociedad sudamericana y en algunos momentos fueron mejor valorados fuera que al interior de su propio país.
Gabriela Mistral es destacada en Chile como una notable maestra, pero algunos creen que se obvian otros aspectos de su obra y vida que no encajan con una perspectiva conservadora (Foto: Getty Images)
Mistral fue una ácida crítica de la sociedad chilena, que por años prefirió ignorar el carácter más sensual de su poesía y la íntima relación que la poeta sostuvo con su secretaria personal, la estadounidense Doris Danna. En cambio, se resalta mucho más a la poeta como profesora y autora de versos dedicados a la infancia.
Neruda, reconocido militante comunista, fue proscrito en vida por sus ideas políticas en el país, mientras gozaba de enorme reconocimiento en Europa. Posteriormente, en los años 70 y 80 y bajo el régimen militar, se intentó despojar a su figura del compromiso ideológico que había guiado buena parte de su vida y obra.
«De Neruda en el colegio nos enseñaban un par de cosas y los Veinte poemas de amor (y una canción desesperada)», le dice a BBC Mundo el escritor y columnista Óscar Contardo, autor de libros como La era ochentera (2000) y Raro (2012).
«Según la versión oficial, Neruda era un enamorado y Mistral era una señora que hacía rondas. Uno había nacido en Parral y la otra en Montegrande. Esos eran los pocos datos que te contaban y preguntaban. Hay una pacatería política, moral en Chile, que insiste en recortar la realidad, en hacerla unidimensional, sin matices, sin espesor».
«Porque Neruda era mucho más que un señor que escribía poemas de amor y Mistral era mucho más que una señora profesora. Ha habido que dar grandes peleas para que se cuente públicamente todo lo que no se contaba de ellos. Por qué Neruda había traído un grupo de refugiados desde España, por qué lo habían prohibido. No se hablaba de eso», completa Contardo.
¿Más apreciados en el extranjero?
María Elena Wood dirigió en 2011 el documental Locas Mujeres, que por primera vez indagó sobre la relación de Mistral con Danna.
«En vida ella fue más respetada y apreciada fuera de Chile, en México, un país que representaba una sociedad más libre, más abierta, más laica donde se la admira y se la respeta tal cual, sin negar nada de ella», le comenta la directora y productora a BBC Mundo.
«En Chile en cambio, la encontraban rara, pesada, ‘ahombrada’. Tanto así que hace no muchos años un ‘mistraliano’ escribió que Gabriela Mistral, en su relación con Doris Dana, había enloquecido. O sea, mucha gente prefería verla loca antes que lesbiana», continúa Wood.
Hay quienes consideran que es tiempo de abordar temas que desafíen el conservadurismo en Chile (Foto: Getty Images)
«Y luego todo el arte que se destaca por décadas de Mistral es el de sus poesías para niños. No se destacan sus poemas de Locas mujeres, no se habla de sus poemas desgarrados, apasionados, volcánicos, sino solo los versos que la asocian a esta figura de gran profesora, gran madre de América», agrega.
La realizadora trabaja actualmente en una nueva serie chilena, Mike and Mary, única de habla hispana seleccionada en la última Berlinale, el festival de cine de Berlín.
La producción se inspira en la relación de Mariana Callejas y el estadounidense Michael Townley, colaboradores de los servicios secretos bajo Pinochet y condenados en Chile y Estados Unidos por el asesinato del General chileno Carlos Prats en Washington, entre otros crímenes.
«Es una serie que hablará una vez más de un tema que la sociedad chilena todavía no aborda, que es la colaboración de los civiles con la dictadura», le dice Wood a BBC Mundo.
«Élite conservadora»
Aunque el arte es siempre transgresión, emplazamiento, en Chile algunos aspectos dan ciertos rasgos particulares a esa naturaleza transgresora.
«Nuestra élite, sin distinciones políticas, es muy conservadora», afirma Wood.
«Hemos sido un pueblo isleño, que le ha costado mucho separar la iglesia del Estado, y eso tiene consecuencias; ha hecho que la élite dominante sea muy poco liberal. Es una élite que impone lo que está bien, lo que está mal, lo que corresponde».
«Por eso, de alguna manera la globalización ha hecho cosas muy importantes para Chile, porque le ha ayudado a abrir la mente en torno a varios temas. La forma en que se discuten hoy en Chile los derechos homosexuales era algo impensado pocos años atrás», sostiene Wood.
Oscar Contardo profundiza: «Siempre se dice que el trabajo de los artistas es reinterpretar la realidad, pero en el caso chileno es distinto. El trabajo del arte es hacer que la sociedad chilena enfrente la realidad, ni siquiera que la reinterprete, simplemente se la pone al frente, de forma que no pueda evitar mirarla».
Una mujer fantástica consiguió el galardón como Mejor película latinoamericana en los premios Goya del año pasado.
Y recuerda el caso de otro destacado artista chileno, Alfredo Jaar, radicado en 1982 en Estados Unidos. En 1980, Jaar se paseaba por el centro de Santiago preguntando «¿Es usted feliz?». La gente votaba con dulces de menta.
«A Jaar le bastaba preguntar eso para enfrentar a las personas con su realidad. La idea es que la sociedad chilena, en su conservadurismo, siempre ha estado evadiendo la realidad en un tipo de evasión formal, ordenada. Y eso obliga al resto a hacer que no la ve», plantea Contardo.
«Es como ‘El traje del emperador’, pero al revés. Nos dicen que va vestido, nos tratan de convencer de eso».
El director de Historia de un oso, Gabriel Osorio, añade: «La función del arte tiene que ver con cuestionar a la sociedad, hacerla que se mire a sí misma. En Chile tenemos una sociedad que ha sido por años muy conservadora y estas son conversaciones que están pendientes, que antes o después vamos a tener que hablar».
«Porque no puede ser que Daniela Vega no pueda usar su nombre cuando entra al aeropuerto de Santiago. Son pasos necesarios».
En Chile, muchas veces pareciera que los creadores estuvieran mejor conectados a la realidad del país que los medios de comunicación o los políticos.
«Mucho más», dice Wood. «El día del Óscar todos decían ¡qué fantástico!, ¡felicitaciones a Daniela! Y ella ahora tiene que cruzar la frontera con el nombre de otra persona, que no es ella. Eso nos da una lección de dignidad y profesionalismo a todos. Pero también nos hace reflexionar».