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Por qué tantos jóvenes de América Latina van a Argentina a estudiar Medicina (y la paradoja del éxodo de médicos en el país)

por BBC News Mundo BBC News Mundo

En las últimas dos décadas Argentina ha sido un imán para jóvenes de América Latina que quieren seguir una carrera universitaria.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) es el país de la región con mayor cantidad de estudiantes internacionales.

El Ministerio de Educación argentino estima que la cifra de universitarios extranjeros se cuadruplicó desde 2006, llegando a casi 118.000 en 2021, la cifra más reciente (esto equivale al 4,3% del total de estudiantes en el sistema universitario).

La vasta mayoría -el 96%- son latinoamericanos y una de las carreras más populares es Medicina.

Es la que eligen la mayoría de los jóvenes brasileños que llega del país vecino, quienes representan el contingente más grande de alumnos extranjeros (son más de un cuarto en las carreras de grado).

Aunque también hay estudiantes de muchos otros países -los peruanos son el segundo grupo más grande en carreras de grado, seguido por los colombianos, bolivianos, paraguayos y venezolanos- la cantidad de brasileños estudiando Medicina en Argentina resulta llamativo.

Después de todo, a diferencia del resto de los latinoamericanos, ellos hablan otro idioma.

Y no solo tienen ese desafío extra. Quienes se gradúan en una universidad argentina deben luego revalidar su título para poder ejercer en su país.

¿Por qué entonces es tan popular estudiar Medicina en Argentina?

Mucho más barato

Una de las razones es el costo.

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En Argentina la educación pública de grado es gratuita, incluso para extranjeros. GETTY IMAGES 

Mientras que en Brasil y otros países de la región la vasta mayoría de estudiantes universitarios termina cursando en una universidad privada debido a lo difícil que es conseguir un cupo en las pocas instituciones estatales, Argentina es famosa por su gran sistema de educación superior pública.

Instituciones como la prestigiosa Universidad de Buenos Aires (UBA) son gratuitas para los estudiantes de grado, incluso si son extranjeros.

También hay universidades públicas de renombre en otras ciudades argentinas como La Plata, Rosario y Córdoba.

Según las estadísticas del Ministerio de Educación, tres cuartos de los estudiantes extranjeros de carreras de pregrado y grado optan por universidades de gestión estatal.

En la UBA, los estudiantes internacionales representan el 9,5% del total, según esa institución. Pero hay otras universidades más pequeñas donde el porcentaje de extranjeros es mucho más alto.

El diario Clarín reportó a comienzos de año que uno de cada dos estudiantes que se anotaron este año en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de la Plata (UNLP) venían del exterior.

La gratuidad de la educación fue uno de los motivos que llevó a la brasileña Nattascha Dumke, de 30 años, a mudarse a la capital argentina para seguir sus estudios de Medicina.

Nattascha le contó a BBC Mundo Brasil que, dado que se formó en una escuela pública brasileña, «no tenía una buena base» como para conseguir una plaza en una universidad pública en su país.

Y tampoco tenía capacidad para pagar una privada, que en Brasil y en muchos países de la región están fuera del alcance de muchas familias de clase media o trabajadora.

«Las (universidades) privadas comenzaban en 8.000 reales (cerca de US$1700) y había algunas que costaban 12.000 reales (US$2500)», señaló Nattascha.

Hizo los números y estimó que, si no tenía que pagar por la universidad, podía alquilar un lindo departamento en Buenos Aires y vivir por menos de lo que hubiera gastado pagando por sus estudios en su país de origen.

En 2018 hizo las valijas y comenzó a estudiar Medicina en la UBA.

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Nattascha Dumke estudia Medicina en Buenos Aires desde 2018. NATTASCHA DUMKE 

Peso débil

Al igual que ella, muchos de los latinoamericanos que llegaron para cursar una carrera en Argentina no solo aprovechan la educación gratuita. También sacan provecho del ventajoso tipo de cambio, que es muy favorable para los extranjeros, haciendo que el costo de vida sea bajo.

Y es que el peso argentino es, después del bolívar venezolano, la moneda que más se devaluó en América Latina en las últimas dos décadas.

Gracias a esto, quienes vienen del extranjero encuentran que alquilar y comer en este país es más barato que en el suyo.

Es la experiencia de María Alice de Oliveira, de 22 años, quien llegó poco antes de la pandemia de covid-19 a la ciudad de Rosario para estudiar Medicina.

Maria Alice le contó a BBC News Brasil que, incluso pagando una universidad privada y sin poder trabajar, debido a su pesada carga de estudio, podía tener una buena calidad de vida gastando menos de US$700 al mes.

El mismo cálculo hizo Mariel Ramos, una paranaense de 33 años, quien cursa Medicina de noche en la Universidad Abierta Interamericana (UAI) para poder trabajar de día.

«Pago 1.000 reales (unos US$210) al mes por mi universidad y esa fue la mejor opción para mí. Tengo una vida social muy activa, me gustan los buenos restaurantes», contó sobre su experiencia viviendo en la capital argentina.

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Mariel Ramos debe trabajar para mantenerse, pero asegura que vive bien con menos de US$700 al mes. MARIEL RAMOS 

No son la únicas que encontraron que las cuentas les cierran incluso teniendo que pagar una universidad privada: las estadísticas muestran que casi el 40% de los brasileños que estudian en Argentina cursan en una institución privada.

Entre ellos está la propia Nattascha, quien después de tres años en la UBA sintió que le faltaba un poco de estructura y cambió por la Facultad de Medicina de la Fundación Barceló, donde empezó a pagar US$125 al mes.

Acceso fácil

Pero, que sea barato no es el único incentivo para estudiar en Argentina. Tampoco es el más importante para muchos.

La ventaja principal que más citaron los estudiantes extranjeros consultados por la BBC sobre por qué estudian en este país es su accesibilidad.

Mientras que en el resto de la región se suele tomar difíciles exámenes de ingreso para entrar a las mejores universidades, la mayoría de las argentinas, en especial las públicas, tienen un sistema mucho menos exigente.

Los alumnos que ingresan deben tomar un curso donde aprenden una cierta cantidad de materias -un «ciclo básico común», que puede durar desde unos meses a un año- y una vez que aprueban estas materias ya pueden empezar su carrera específica.

“En mi universidad tomé un curso de ingreso que tenía materias que involucraban Química, Física, Biología, Anatomía y para los extranjeros hay Español», contó Maria Alice, quien estudia Medicina en el Instituto Universitario Italiano de Rosario.

Según ella, si se hubiera quedado en Brasil hubiera tenido que invertir «seis años en el curso de preparación, porque ese es el promedio para aprobar (el examen de ingreso) en una universidad pública».

Diogo Alves Schmidt, de 20 años, probó el «frenético» curso preparatorio preuniversitario brasileño antes de decidir cortar por lo sano y empezar Medicina en la UBA.

“Llevaba un ritmo en el curso preparatorio que hoy considero sumamente tóxico, y que te consume la salud mental. Lo mejor es no tener exámenes de ingreso”, afirmó.

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Diogo Alves Schmidt probó estudiar en Brasil antes de optar por Buenos Aires. DIOGO ALVES SCHMIDT 

Por su parte, Gabriela Landini, de 18 años, quien también estudia Medicina en la UBA, dijo que conocía «gente que hizo un curso preparatorio durante cuatro años, se dio por vencido y cambió de carrera”.

Calidad

Otro factor resaltado por quienes estudian en Argentina es la buena calidad de la enseñanza.

Es una de las virtudes que destaca AC Estudios en el exterior, una consultora colombiana que -como su nombre indica- asesora a quienes quieren seguir una carrera fuera de su país. Su sitio en internet tiene varios videos que promocionan estudiar Medicina en Argentina.

En uno de ellos, Katherin Martel, una peruana que utilizó los servicios de la consultora para empezar a estudiar Medicina en la UBA en 2022, afirma que «uno de los beneficios de estudiar en Argentina es el aspecto académico de brindarte una de las mejores universidades dentro de Latinoamérica».

Martel elogia la «exigencia académica» de la universidad pública argentina, destacando su buena infraestructura, con «ambientes muy cómodos y acceso a la Red de manera gratuita en muchos de ellos», lo que brinda «las posibilidades y todas las herramientas para poder estudiar».

La joven, procedente del Departamento de Junín, en el centro de Perú, también resalta que llegar a la universidad y moverse por Buenos Aires es sencillo, ya que hay una gran red de transporte público, algo que también existe en las otras ciudades universitarias que tiene el país.

Por último, cita la cuarta gran razón por la que ella y muchos de sus pares eligen estudiar en Argentina, además del costo, la accesibilidad y la calidad: «el país te da la oportunidad de poder trabajar», destaca, en referencia a lo fácil que es obtener la documentación como residente temporal, que te permite trabajar legalmente.

En esto -detalla- también ayuda la «flexibilidad de horarios» que ofrecen instituciones como la UBA, que permiten que uno elija «qué horario te es más fácil poder estudiar».

Dayana Almirón Ramírez, una peruana radicada en Argentina que cursa primer año de Medicina en la Universidad Nacional de la Plata (UNLP) -donde la mitad de sus compañeros son extranjeros- menciona que los estudiantes internacionales reciben «mucho apoyo».

«Por ejemplo, hay un comedor universitario al que todos tienen acceso, donde pagas 240 pesos (menos de medio dólar de mercado) por un plato de comida», le cuenta a BBC Mundo.

También resalta la calidez de los profesores, que «ayudan a los que vienen de afuera», explicando los términos locales que quizás les cueste entender.

Paradoja

Pero, aunque los estudiantes extranjeros dicen sentirse bienvenidos y cómodos estudiando en Argentina, el número creciente que cursa en universidades públicas -financiadas por los impuestos de los contribuyentes-, genera algo de polémica en este país, que atraviesa una grave crisis económica, con una inflación anual que supera el 113%.

Recurrentemente surgen críticas desde algunos sectores que cuestionan que el gobierno, que está tratando de bajar su déficit fiscal, no les cobre a los estudiantes foráneos que hacen carreras de grado en instituciones de gestión estatal (los posgrados sí se pagan).

No obstante, el consenso en el ambiente educativo es que la multiculturalidad es algo positivo.

El alto número de estudiantes extranjeros en las universidades públicas ha generado polémica en Argentina. GETTY IMAGES 

“Los extranjeros que vienen al país son bienvenidos y mejoran nuestra educación porque posibilitan el intercambio con nuestros universitarios y nos permite también que los argentinos cursen carreras de grado y posgrado en el exterior», tuiteó el ministro de Educación de la Nación, Jaime Perczyk, a finales de junio, la última vez que resurgió la controversia sobre este tema.

Pero, más allá de este debate sobre si Argentina debería estar formando a profesionales que luego, en la mayoría de los casos, no se quedan a ejercer en el país, lo llamativo es la paradójica situación en la que se encuentra el sistema de salud argentino.

Porque, mientras el país se ha convertido en un prolífico y reconocido formador de médicos, esa profesión atraviesa su peor crisis en muchas décadas.

Conseguir turno para ver a un médico hoy se ha convertido en una odisea en Argentina, con esperas que suelen durar meses. Las causan son múltiples, pero todas tienen en común los problemas económicos.

Por un lado, la caída en los salarios ha hecho que un gran número de profesionales deje de atender en los servicios públicos de salud o a través de los populares sistemas de obras sociales y prepagas que utilizan la mayoría de los argentinos.

Según la Confederación Médica de la República Argentina, cerca del 15% de los profesionales que atendían a través de prestadores decidieron empezar a hacer consultas privadas, cobrando honorarios que solo son accesibles para los sectores más acomodados.

A la vez, el diario La Nación reportó en julio sobre «el fenómeno de los médicos que cruzan a países limítrofes a cubrir guardias que duplican sus ingresos».

Según la investigación de ese medio, el creciente número de profesionales que cruzan algunos días al mes a trabajar en lugares como Chile, Paraguay y Uruguay representa «otra modalidad de éxodo de profesionales de la salud» que causa «preocupación».

Otro problema que reportan las autoridades sanitarias argentinas es que está cayendo el número de residentes en ciertas especialidades que requieren muchos años de formación y se consideran menos redituables.

En particular en pediatría, un déficit que causó problemas durante el reciente brote de bronquiolitis que desbordó a varios hospitales.

A finales de 2022, el presidente de la Sociedad Argentina de Pediatría, Pablo Moreno, advirtió a través de una carta pública que casi un tercio de las vacantes en la residencia de esa especialidad estaban vacías.

Este problema se vincula fuertemente con otro fenómeno que se está viendo en los últimos años en Argentina: el gran número de médicos argentinos graduados que buscan mejores oportunidades en el exterior.

Micaela Gutman (izq.) y Lis Houlton se graduaron como médicas en la UBA en 2022 y decidieron hacer su residencia en Alemania. MICAELA GUTMAN 

Micaela Gutman es una de ellas. Con el diploma de médica que obtuvo hace nueve meses bajo el brazo, se acaba de mudar a Alemania junto con dos compañeras, para hacer su residencia allí.

«Buscamos alternativas fuera de Argentina porque la situación del país es muy complicada», le contó a BBC Mundo.

«Los salarios no cubren la alta inflación mensual, por lo que la calidad de vida termina siendo muy pobre».

«Queríamos garantizarnos una mejor calidad de vida sin la explotación laboral que experimentan los trabajadores de la salud. Por eso, a pesar de que amamos a Argentina, su gente y sus costumbres, decidimos dejar atrás a nuestras familias y amigos y dar un salto de fe en un país que ofrece más cuidado, seguridad, estabilidad económica y oportunidades de crecimiento personal», explicó la flamante médica de 28 años.

*Con reportería de Priscila Carvalho para BBC News Brasil