El Esequibo ha sido el epicentro de una disputa territorial que enfrenta a Guyana y a Venezuela desde hace más de 180 años.
Aunque las tensiones por el control de la región rica en recursos minerales han persistido durante todo este tiempo, en los últimos años se han agudizado tras la insistencia del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, de «reconquistar» un territorio que desde siempre perteneció al país.
Caracas insiste en la necesidad de reaundar las «negociaciones de paz» para tratar de poner fin a la disputa, respetando el Acuerdo de Ginebra de 1966, en el que las partes se comprometieron a buscar una solución pacífica a través del diálogo directo.
Pero Guyana rechaza el diálogo.
En un comunicado del pasado 30 de septiembre, el presidente de Guyana, Irfaan Ali, aseguró que la controversia deberá resolverse en la Corte Internacional de Justicia (CIJ).
El Esequibo -también conocido como la Guayana Esequiba- comprende 159.000 kilómetros cuadrados ricos en recursos naturales y forestales, y constituye dos tercios del territorio guyanés.
Caracas y Georgetown nunca han logrado ponerse de acuerdo sobre el trazado de la frontera que los separa y la región del Esequibo figura frecuentemente en los mapas venezolanos con un rayado denominado «Zona en Reclamación».
Se trata de una disputa que cuenta con múltiples episodios y que se intentó resolver en un tribunal en París en 1899 y que desde que se firmó el Acuerdo de Ginebra entre Venezuela y Reino Unido en 1966 ha mantenido un status quo.
Aquí te contamos los puntos claves.
¿Por qué Venezuela reclama dos tercios de Guyana?
La Guayana Esequiba fue en un principio controlada por el imperio español y el holandés, que más tarde se lo cedería a los británicos.
Formó parte de la Capitanía General de Venezuela, cuando esta fue fundada en 1777, y luego fue integrada a la naciente República de Venezuela, por un breve periodo, a partir de 1811.
«En 1819, con la creación de la República de Colombia (Gran Colombia), Gran Bretaña reconoció el curso del río Esequibo como la frontera», cuenta a BBC Mundo el historiador venezolano Manuel Donís, un experto miembro de Academia Nacional de la Historia de Venezuela que ha dedicado 35 años al estudio histórico de las fronteras del Esequibo.
«Cuando Venezuela se separó de la República de Colombia en 1830, el río Esequibo quedó como el límite de la República de Venezuela. Eso fue reconocido durante gran parte del siglo XIX hasta que se encontró oro en la cuenca del río Yuruari, en la Guayana Venezolana, lo que desencadenó la ambición británica por ese territorio».
Londres había adquirido el territorio en 1814 -alrededor de 51.700 kilómetros cuadrados en ese entonces-, mediante un tratado con Países Bajos, pero el pacto no definía su frontera occidental y por eso los británicos designaron en 1840 al explorador Robert Schomburgk para que la trazara.
Poco después se dio a conocer la llamada «Línea Schomburgk», un polémico trazado que reclamaba cerca de 80.000 kilómetros cuadrados adicionales.
«Una segunda línea fronteriza ya avanzaba hacia el occidente del río Esequibo, y a estas líneas le siguieron otras. Schomburgk murió, pero Gran Bretaña modificó los mapas y pretendía prácticamente llegar con una cuarta línea hasta (la población venezolana de) Upata», explica Donís.
Cuándo comenzó la disputa
Según un documento del Departamento de Estado de EE UU, la disputa comenzó oficialmente en 1841, cuando el gobierno venezolano del general José Antonio Páez denunció una presunta incursión a su país por parte del Imperio británico, del que Guyana formaba parte.
Venezuela sabía que no podía enfrentarse sola al imperio más poderoso mundo y por eso buscó el respaldo de EE UU, que comenzaba a perfilarse como una potencia emergente.
Y bajo la Doctrina Monroe, que reclamaba una «América para los americanos», EE UU decidió intervenir en 1895 en la disputa fronteriza.
Tras la insistencia venezolana y la presión del entonces presidente estadounidense Grover Cleveland y la de su exembajador en Caracas, en enero de ese año la Cámara de Representantes de EE UU propuso la Resolución 252 al Congreso que recomendaba que la disputa fuera resuelta en un arbitraje internacional.
Cleveland había declarado anteriormente en una polémica intervención que la línea fronteriza en el Esequibo había sido ampliada «de una manera misteriosa».
Al principio Reino Unido rechazó la intromisión estadounidense, pero Londres sabía que no podía darse el lujo de entrar en una nueva guerra con el gigante de Norteamérica, que se mostraba inflexible en su decisión de apoyar a Venezuela, y terminó por aceptar la propuesta.
Cuándo se produjo el primer arbitraje
El 2 de febrero de 1897, EE UU, en representación de Venezuela, y Reino Unido firmaron un tratado en Washington para someter la disputa a un arbitraje internacional.
Venezuela, persuadida de que se aplicaría el uti possidetis iuris -un principio legal del Derecho Internacional que les garantiza a los Estados administrar territorios que geográfica e históricamente les pertenecen-, aceptó acudir a un tribunal en París.
Para el historiador Manuel Donís, Venezuela fue engañada.
«De acuerdo con el uti possidetis iuris, el territorio que era considerado como Venezuela cuando era una colonia española debía ser el mismo cuando se convirtió en república. Venezuela actuó de buena fe, pero fue víctima de una componenda entre los estadounidenses, los británicos y (el jurista ruso) Friedrich Martens», afirma.
La comisión terminó actuando el 3 de octubre de 1899 a favor de Reino Unido, estableciendo la «Línea Schomburgk» como la frontera entre ambos territorios. Al polémico fallo se le conoce hoy como el Laudo Arbitral de París.
Medio siglo después, surgieron evidencias que denunciaban la complicidad entre los delegados británicos y el jurista Friedrich Martens, cuyo voto fue decisivo para el fallo en contra de Venezuela.
Tras la muerte de Severo Mallet-Prevost -un abogado estadounidense que formó parte de la defensa de Venezuela en el Laudo Arbitral de París-, su representante legal hizo público en 1949 un documento que Mallet-Prevost había escrito cuatro años antes, en el que denuncia que el laudo fue una componenda política.
«Tres jueces que tenían la mayoría dispusieron del territorio de Venezuela, porque los dos jueces británicos no estaban actuando como jueces, sino que lo hacían como hombres del gobierno».
En el texto, Mallet-Prevost concluye que: «La decisión del tribunal fue, en consecuencia, unánime; pero, si bien es cierto que dio a Venezuela el sector en litigio más importante desde un punto de vista estratégico, fue injusta para Venezuela y la despojó de un territorio muy extenso e importante sobre el cual la Gran Bretaña no tenía, en mi opinión, la menor sombra de derecho».
El documentó además indica que el juez Friedrich Martens no fue imparcial y persuadió a una de las partes para que aceptaran una controvertida propuesta que él mismo había redactado.
«Venezuela considera que el Esequibo fue tomado de forma ilegítima e ilegal por Gran Bretaña el siglo XIX, por eso lo reclama», dice a BBC Mundo el historiador Tomas Helmut Straka, profesor de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).
El Laudo Arbitral de París, afirma, fue un acuerdo amañado y «una típica componenda» entre los grandes imperios de la época.
Las revelaciones de Mallet-Prevost sirvieron para que Venezuela denunciara el laudo ante el mundo y lo declarara nulo e írrito.
Independencia de Guyana
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial y con la creación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) inicia el proceso de descolonización, en el que varias colonias europeas se independizan y nace una coyuntura favorable a la revisión de este laudo.
Además de la información revelada por Mallet-Prevost, los jesuitas venezolanos Hermann González Oropeza y Pablo Ojer Celigueta corroboraron y encontraron aún más evidencia de lo sucedido en París, urgando en los archivos británicos que suelen abrirse al público después de 50 años de ocurrido un hecho.
Con toda la documentación en la mano, el gobierno del entonces presidente de Venezuela Rómulo Betancourt se da a la tarea de denunciar ante las Naciones Unidas en 1962 a través de su canciller las irregularidades halladas, con el fin de que Reino Unido acceda a una revisión del laudo arbitral.
Pero, tras múltiples reuniones en Londres, Reino Unido se niega a una reedición de la sentencia arbitral.
No obstante, un hecho histórico juega a favor de Venezuela: la inminente independencia de la Guayana Británica.
«El movimiento independentista y la fuerza que tenía la reclamación venezolana con la documentación que se había dado a conocer, y que está plasmada en el Informe que los expertos venezolanos para la cuestión de límites con Guayana Británica presentan al Gobierno Nacional, conllevan a los británicos, y a un grupo de guyaneses que estuvieron presentes, a firmar el Acuerdo de Ginebra», detalla el historiador Manuel Donís.
Firmado el 17 de febrero de 1966, apenas tres meses antes de que se reconociera la independencia de Guyana, el Acuerdo de Ginebra es un tratado aún vigente que reconoce el reclamo de Venezuela y que busca encontrar soluciones satisfactorias para el arreglo práctico de la disputa limítrofe.
El pacto indica que si los dos países no pueden ponerse de acuerdo en una solución pacífica, el secretario general de la ONU debe elegir posibles mecanismos de solución, contenidos en el artículo 33 de la carta de Naciones Unidas.
¿Cuál es la posición de Guyana?
Guyana considera que no hay más nada que discutir y que Venezuela debe aceptar las fronteras establecidas por el Laudo Arbitral de París de 1899.
En una entrevista con BBC Mundo publicada en marzo de 2017, el exvicepresidente de Guyana Carl Barrington Greenidge calificó el reclamo de Venezuela como «absurdo».
Además, negó que la disputa haya comenzado en 1840. Para él, todo empezó en la década de 1890 o «tal vez un poquito antes», cuando Estados Unidos ayudó a que Venezuela pudiera llevar a Reino Unido a una mesa de arbitraje.
«Ellos recibieron la boca del río Orinoco y acordaron, como parte del Tratado de Washington de 1897, aceptar la decisión del tribunal de arbitraje como final y definitiva. Por lo tanto, en lo que a nosotros respecta, ese reclamo acabó en ese momento: Venezuela recibió territorio, Guyana recibió territorio y el tratado operó sin problemas por 63 años», agregó.
«Las fronteras no son nunca perfectas, así que no esperamos que los problemas vayan a desaparecer completamente. ¡Pero el hecho es que el reclamo en sí mismo es tan absurdo que Venezuela nunca jamás ha ejercido soberanía sobre el Esequibo!».
Greenidge también aseguró que después de que las Provincias Unidas (de los Países Bajos) se separaron de España en 1648, España nunca tuvo soberanía sobre el área, pues se les concedió a los holandeses tal y como estipulaba un tratado.
«Y cuando Holanda perdió las guerras napoleónicas, al pelear del lado de los franceses, el territorio le fue transferido a Gran Bretaña en 1814».
¿Por qué han aumentado las tensiones?
La disputa ha tenido altos y bajos en las últimas décadas.
Guyana, Reino Unido y Venezuela firmaron en 1970 el Protocolo de Puerto España que congeló las conversaciones entre ambas partes por 12 años, un paso considerado como un error por muchos historiadores venezolanos.
En la década de los 80 el reclamo venezolano fue reanudado hasta que Hugo Chávez llegó al poder en 1999.
«Chávez básicamente le baja el tono a la disputa, su proyecto era sobre todo consolidar un liderazgo en el Caribe. Para lograrlo, decide tener a Guyana como aliado y no meterse con algo que siempre fue una causa de crispación en las complicadísimas relaciones de Venezuela con Trinidad y otras islas del Caribe», recuerda el profesor Helmut Straka.
Pero los múltiples hallazgos de vastos yacimientos petroleros en Guyana en los últimos cinco años, que ya ha comenzado a explotar, han hecho que las tensiones aumenten.
Guyana introdujo en 2018 ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya una solicitud para que se resuelva el conflicto territorial, pero Venezuela ha negado desde entonces la legitimidad de esa institución para resolver la disputa.
Y el 18 de diciembre de 2020, la CIJ dio a conocer su fallo en el que se declara competente en el asunto; pero Venezuela no da su brazo a torcer y no lo acepta.
Manuel Donís explica que para Venezuela no tendría sentido asistir a la Corte Internacional de La Haya, porque solo decidiría si el Laudo de París es nulo e írrito y eso es algo que Caracas considera evidente.
«A mí me da la impresión de que Guyana ha manejado muy bien este asunto de la reclamación, no solamente con Maduro, sino desde 1966, y le ha estado sacando provecho a la aquiescencia, a los errores y a las vacilaciones de los distintos gobiernos».
El tema del Esequibo siempre ha generado unidad nacional en los venezolanos y eso es algo que el mandatario podría estar tratando de utilizar a su favor.
A principios de este año, el presidente de Venezuela le envió una carta al secretario general de la ONU en la que le solicita mediar en el diferendo territorial.
«La dura experiencia histórica de agresiones económicas y despojos territoriales por parte de potencias imperiales nos dejó como lección jamás someter nuestra soberanía a las decisiones de instancias internacionales», se lee en el texto.
Las tensiones siguen aumentando, y con una Guyana inflexible, por un lado, y por el otro una Venezuela en crisis, pero que no descansa en su lucha por un territorio que desde siempre ha figurado en sus mapas, la disputa por el Esequibo no parece pronta a resolverse, al menos en el corto plazo.
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