Son «daños colaterales», pero de mucha seriedad.
El desarme de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y su conversión a partido político, la aparición de las llamadas disidencias, el incremento en los cultivos de coca posterior a los acuerdos con la guerrilla y otras consecuencias del proceso de paz significaron para Ecuador una serie de efectos que no muchos esperaban.
La frontera colombo-ecuatoriana se encuentra militarizada en ambos lados, una pareja de ecuatorianos está secuestrada a manos del grupo disidente Frente Oliver Sinisterra y un equipo de prensa ecuatoriano murió en cautiverio tras pasar retenido 17 días.
Por si fuera poco, este miércoles Ecuador decidió renunciar a ser sede y garante de las negociaciones de paz entre Colombia y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) en rechazo a las acciones de estos últimos.
Todo eso pasó en menos de un mes.
Para los expertos, lo que ocurre es una consecuencia «no deseada» del denominado posconflicto colombiano y advierten que esto podría repetirse en las otras fronteras de Colombia como Brasil, Panamá, Perú o Venezuela.
Además, indican que no va a ser muy fácil para los países organizar una respuesta conjunta a las bandas criminales que se mueven cada vez más hacia las áreas limítrofes.
Militares y policías de Colombia y Ecuador coordinan actividades en la zona fronteriza | Foto: AFP
Sin embargo, el gobierno colombiano señala que acciones como las ocurridas en las últimas semanas en la frontera ecuatoriana son actos de »bandas criminales» que deben ser «erradicadas» y separa estos hechos del proceso de paz y el posconflicto.
«Daños colaterales»
En los últimos 20 años la línea fronteriza ecuatoriana fue traspasada varias veces por las guerrillas colombianas y los secuestros no son algo nuevo. Autoridades ecuatorianas llegaron a señalar que su país no tenía frontera con Colombia, sino «frontera con las FARC».
En la zona operaba la Columna Móvil Daniel Aldana, uno de los bloques que se acogió al desarme en 2016 y del que se desprendió la disidencia que en la actualidad tiene en cautiverio a la pareja de ecuatorianos.
En criterio del director del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac), Jorge Restrepo, el proceso de paz y la lucha antidroga están relacionados con estos hechos recientes.
«El desarme significó la intensificación de las disputas en territorio colombiano de ciertas zonas entre bandas criminales, pero el desplazamiento hacia Ecuador es una consecuencia no deseada, un daño colateral», indicó el experto a BBC Mundo.
Ecuador se declaró en duelo ante la muerte de tres de los secuestrados | Foto: AFP
Restrepo explica que en la zona limítrofe colombo-ecuatoriana se produjo una especie de efecto de rebote que incentivó el desplazamiento de actividades criminales a países vecinos.
«Después del fin del conflicto con las FARC, se aplicó una política antidrogas en la zona de frontera con Ecuador, Venezuela y Panamá que tiene impactos que empezamos a ver», explica el director del Cerac, con sede en Bogotá.
Por qué Ecuador
Diferentes analistas señalan que la crisis fronteriza que atraviesan Colombia y Ecuador tiene que ver directamente con el importante tráfico de cocaína existente en la zona.
«Ahora tenemos este conflicto porque es la zona con mayor cantidad de cultivos de coca, tráfico y comercio de droga», explicó Restrepo.
El área en el sudoeste de Colombia donde el Frente Oliver Sinisterra tiene control está militarizada | Foto: AFP
Por su parte, Kyle Johnson, analista en Colombia del International Crisis Group, una ONG con sede en Bruselas que se dedica a la prevención y resolución de conflictos, afirma que es la cocaína lo que le da poder, dinero y armas al grupo disidente que protagonizó los últimos hechos en territorio ecuatoriano.
«El tema es que el Frente Oliver Sinisterra es el (bloque) que tiene el pedazo de país con mayor cantidad de droga», indicó el experto a BBC Mundo.
Este fin de semana se publicó en Colombia el informe «Trayectorias y dinámicas territoriales de las disidencias de las FARC», realizado por la Fundación Ideas para la Paz (FIP), en el que registra que este grupo disidente hizo operaciones relacionadas a extorsiones, secuestro, amenazas, enfrentamientos, ataques contra la infraestructura, tráfico y porte de armas, fabricación y tráfico de cocaína en el departamento de Nariño (sudoeste) y en Ecuador.
El reporte establece que entre enero y marzo de 2018 el bloque disidente de las FARC realizó ocho acciones en territorio ecuatoriano, mientras que en 2017 no se produjo ninguna.
«Lo que muestra que estos grupos, puntualmente el Frente Oliver Sinisterra, continúa manejando algunas rutas al otro lado de la frontera que en su momento tuvo las FARC a través de la Columna Móvil Daniel Aldana», explica el informe de la FIP.
Restrepo añade que esta disidencia no debería catalogarse como guerrilla pues no realiza acciones contra el Estado colombiano, sino actividades criminales transnacionales y eso también explica su presencia en Ecuador.
«Yo no diría que es un grupo guerrillero. No ataca la fuerza pública del lado de Colombia, no le declara la guerra al Estado. De hecho, sus atentados son contra la fuerza pública ecuatoriana», concluye.
En enero de este año, el grupo realizó un atentado con explosivos que le costó la vida a tres policías.
Colombia desplazó 57.000 soldados a la frontera con Ecuador | Foto: AFP
Peligro para los vecinos
Ecuador es el único país en el que se han registrado acciones de las llamadas disidencias, lo que no significa que otros vecinos de Colombia estén libres de riesgos.
Restrepo señala queBrasil, Panamá, Perú, Venezuela y naciones centroamericanas corren el riesgo de sufrir consecuencias similares: »El crimen transnacional florece en las zonas de frontera. Florece en el llamado Triángulo Norte de Centroamérica, en la triple frontera entre Brasil, Bolivia y Paraguay, etc. Esas zonas son muy difíciles porque no es fácil la persecución. Mucho más cuando no hay coordinación entre los países».
Para Restrepo, lo que pasa ahora en Ecuador «pasará posiblemente en otras áreas limítrofes».
El analista indicó que, si las condiciones de seguridad mejoran en Colombia, las bandas criminales continuarán su desplazamiento a fronteras como ya se ha visto en los últimos años.
«Ecuador, al igual que Venezuela y Panamá, lograron durante muchos años estar relativamente aislados de la violencia armada, pero, a medida que la lucha contra las bandas criminales avance en Colombia, estos grupos se van a expandir hacia los países vecinos».
«Las bandas de crimen organizado tienen que buscar donde ejercer sus actividades con mayor éxito. Eso significa ir a las fronteras», indicó el analista.
La postura colombiana
Los analistas consultados coinciden en que Colombia deberá tener un rol protagónico en la lucha contra bandas criminales transnacionales en sus fronteras y fuera de ellas.
Por ello, por ejemplo, deberá coordinar y compartir información de inteligencia, además de coordinar acciones conjuntas con sus países vecinos para evitar que este desplazamiento de grupos a las áreas limítrofes multiplique hechos como los recién vividos en Ecuador.
Al respecto, la canciller María Angélica Holguín afirmó que su país no ha bajado los brazos en la lucha contra estas organizaciones después del desarme de las FARC y reiteró su apoyo a las autoridades ecuatorianas ante la reciente serie de secuestros y muertes.
«Como consecuencia del acuerdo de paz con las FARC, usamos todas nuestras capacidades para combatir a las organizaciones que persisten en el terrorismo, cualquiera que sea su origen», indicó.
El gobierno colombiano se niega a reconocer a las disidencias como un movimiento guerrillero y las califica como organizaciones criminales que deben ser combatidas sin posibilidad de diálogo de por medio.