El gobierno socialista de Venezuela siempre presume de pagar sus compromisos de deuda con Wall Street.
Este lunes, esa contradictoria relación entre Caracas y la gran meca del capitalismo indignó a la oposición, que desde hace dos meses promueve protestas casi diarias en contra del gobierno, en el marco de las cuales ya han muerto alrededor de 60 personas.
Este lunes hubo también manifestaciones, pero la noticia del día fue otra.
Julio Borges, presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, controlada por la oposición desde las legislativas de 2015, envió una carta al director ejecutivo del banco inversor estadounidense Goldman Sachs.
La razón de la misiva es el reporte publicado el fin de semana por el diario The Wall Street Journal en el que se aseguraba que el banco compró US$2.800 millones en bonos de la petrolera estatal Pdvsa al Banco Central de Venezuela. Goldman Sachs pagó apenas US$865 millones por una deuda que vence en 2022.
Que un banco inversor compre deuda a una empresa estatal pasa todos los días. Pero dos aspectos hacen especial la operación de la que habla el medio estadounidense:
Primero, el momento en el que llega, con un gobierno en una situación muy comprometida y con escaso flujo de caja.
En segundo lugar, la tremenda rentabilidad para Goldman Sachs y el consiguiente perjuicio para las arcas futuras del Estado Venezolano.
Ya en la primera línea de la misiva, escrita en inglés a Lloyd Blankfein, director ejecutivo de Goldman Sachs, Julio Borges dice estar «preocupado» e «indignado».
Luego califica la operación como un «salvavidas financiero» para el gobierno de Nicolás Maduro, al que define como «dictador».
El presidente de la Asamblea acusa al banco de ayudar a financiar la «brutal represión» contra los manifestantes, que este mismo lunes volvieron a la calle.
Y le recuerda que el Parlamento investigará una operación que podría ir en contra del propio código de ética del banco, según el cual Goldman Sachs identifica potenciales violaciones de derechos humanos antes de hacer una transacción.
Ni Pvdsa ni el Banco Central de Venezuela se pronunciaron al respecto. Sin embargo, tras el día festivo en Estados Unidos, BBC Mundo recibió por correo electrónico un comunicado de Goldman Sachs explicando la compra.
«Hemos invertido en bonos de Pdvsa porque, como muchos en la industria del manejo de activos, creemos que la situación en el país deberá mejorar con el tiempo. Compramos estos bonos, que fueron emitidos en 2014, de un corredor en el mercado secundario no queriendo interactuar con el gobierno de Venezuela. Están asegurados en fondos y cuentas que administramos en representación de nuestros clientes», dijo el comunicado enviado por el equipo de Goldman Sachs en Londres. Y continuó:
«Muchos inversionistas hacen a diario inversiones similares a través de fondos mutuos, fondos de índice y ETFs (fondos de inversión cotizados) que también contiene fondos de Pdvsa. Reconocemos que la situación es compleja y en proceso de evolución y que Venezuela está en crisis. Aceptamos que la vida allí tiene que mejorar y hemos hecho la inversión en parte porque así lo creemos».
Ni reconocer ni pagar
Borges y la oposición denuncian así presuntas violaciones de derechos humanos por parte del gobierno, que a su vez califica como «operaciones terroristas» las protestas de la «ultraderecha», a la que acusa de fomentar un golpe de Estado con ayuda de Estados Unidos.
«Una cosa es que quieras aprovecharte del mercado. El dinero no tiene corazón y nadie le pide eso a los inversionistas. Pero es que las operaciones con la república están financiado delitos de lesa humanidad», dijo a BBC Mundo Rafael Guzmán, diputado opositor y miembro de la comisión de finanzas de la Asamblea Nacional.
Tras esa estrategia hay una amenaza para los compradores de bonos. «Pretendo recomendar a cualquier futuro gobierno democrático no reconocer ni pagar esos bonos», expresó Borges en la carta a Goldman Sachs.
Guzmán confirmó a BBC Mundo que la oposición ya ha hablado de ese asunto en los últimos meses con varios bancos de inversión.
«Muchos bancos se han echado para atrás. Otros no. Que cada quien asuma las consecuencias», afirmó el diputado.
Problema de liquidez
El gobierno recurre a este tipo de operaciones porque se enfrenta a un grave problema de liquidez.
La caída de los precios del petróleo y la merma en su producción han supuesto una severo recorte de divisas: 96 de los 100 dólares que llegan al país los aporta el crudo.
Además, entre sus principales compradores de petróleo sólo Estados Unidos paga en efectivo.
Todo ello afecta a las arcas de un gobierno que ha tenido que restringir severamente sus importaciones. En enero, el presidente Maduro admitió en 2016 una caída de importaciones del más de 50% respecto a 2015.
Y esa es la principal razón de la actual escasez de alimentos y medicinas, uno de los problemas más graves del país con las mayores reservas de petróleo del mundo.
A pesar de todo, el gobierno es buen pagador de una deuda que cada vez coloca en los mercados a mayor coste.
Y en ese sentido se enmarca la operación de Goldman Sachs, que la compró con un descuento del 69%.
«Es el rendimiento más grande de la historia de los mercado financieros internacionales», dijo a BBC Mundo el economista Alejandro Grisanti, experto en deuda.
Grisanti afirmó que el hecho de que el Banco Central haya vendido «muy por debajo del precio de mercado» habla del mal momento por el que pasa la economía del país y la necesidad de liquidez del gobierno.
El economista cree clave conocer quién fue el intermediario, ya que Goldman Sachs no compró los bonos directamente al Estado.
Grisanti opinó, sin embargo, que el banco no se puede escudar en que la operación fue en el mercado secundario.
«Es muy difícil que unos banqueros con la experiencia que tienen en esta compra y venta de bonos no supieran que están financiando de manera indirecta al Estado», dijo.
«No es oxígeno, es heroína»
Esos márgenes, aseguran los expertos consultados, pueden ser indicador de que no hay intención de pagar la deuda, por lo que Venezuela se vería obligada pronto a una reestructuración.
«No es oxigeno, es heroína. Es endeudarse al 48%. El que se endeuda y no tiene cómo salir del hueco se mete más hondo», dijo a BBC Mundo el economista venezolano Ricardo Hausmann, profesor en Harvard, exministro de Planificación y muy crítico con el gobierno de Maduro.
Hausmann califica de «inmoralidad» la operación de Goldman Sachs. «Son nuevas heridas en la piel de Wall Street», afirmó.
Pero más allá de las consideraciones éticas de las finanzas internacionales, este momento de zozobra en un país, como el que vive ahora Venezuela, es el más rentable para los inversores, que se aprovechan de una alta probabilidad de impago.
Así lo reconoce Mike Conelius. El fondo que dirige, T. Rowe Price Emerging Markets Bond Fund, es uno de los principales tenedores de deuda de Venezuela.
Conelius atisba pronto un cambio de gobierno en Venezuela. Y en eso se basa su tesis para comprar bonos, aunque de alguna manera ayude a mantenerse a ese mismo gobierno.
El momento de acumular exposición
«Por difícil de aceptar que parezca poseer riesgo de Venezuela, es precisamente el momento en el que los inversores a largo plazo normalmente quieren acumular su exposición», escribió en un mail, según informó Bloomberg el 5 de mayo.
La alta probabilidad de impago alienta a los bancos de inversión, que se aprovechan de un gobierno que está necesitado y que emite deuda a una tasa de interés muy alta.
«Cuando llegue el cambio, las valoraciones de hoy serán muy difíciles, por no decir imposibles, de encontrar», escribió el inversor Conelius.
Goldman Sachs también prevé que un cambio de gobierno puede duplicar el valor de la deuda, según The Wall Street Journal.
Es esa expectativa de cambio la que alimenta las ganancias futuras de los inversores capitalistas. Y lo que paradójicamente da algo de oxígeno en Venezuela al gobierno socialista.
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