Cuando una persona sufre un ataque cardíaco, la reanimación cardiopulmonar puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
Se trata de una técnica muy útil que permite mantener el flujo de sangre oxigenada hacia el cerebro y otros órganos vitales, hasta que lleguen los servicios de emergencia y apliquen un tratamiento para restablecer el ritmo cardíaco normal.
En líneas generales, consiste en la aplicación de compresiones torácicas en el centro del pecho.
Sin embargo, cuando se presenta una situación en la que se requiere RCP, los hombres tienen más chances de recibirla que las mujeres.
De acuerdo a un estudio de 2017 de investigadores de la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos), solo el 39% de las mujeres que sufre un ataque cardíaco en un lugar público recibió RCP, en comparación con un 45% de hombres.
Pudor y falta de familiaridad
¿Pero qué lleva a una persona a estar más dispuesta a ayudar a un hombre que a una mujer?
Según señalaron algunos expertos, a muchas personas les da temor presionar con fuerza y rapidez sobre el pecho de una mujer. Temen que este movimiento pueda lastimarlas.
Benjami Abella, profesor asociado de epidemiología y medicina de emergencia de la Universidad de Pensilvania y uno de los autores principales del estudio, cree que puede haber una serie de factores que hacen que las mujeres reciban menos RCP, aunque aclara que el estudio no determinó las causas.
Uno de estos factores es la formación.
«La mayoría de los entrenamientos se hacen con maniquíes con forma de hombre. Es decir, que no tienen pechos», le dice Abella a BBC Mundo.
«Parte del problema, probablemente, es que la gente se entrena para hacer RCP con solo una forma de cuerpo. Pero cuando tienen que hacerlo bajo presión, puede que les haya tocado una mujer y no están acostumbrados a lidiar con ello», agrega.
«Eso hace que se sientan incómodos, que no estén seguros de dónde deben presionar o cómo mover las manos».
Por otro lado, Abella cree que, al menos en su país, existe cierta preocupación en torno a tocar a una mujer en público, en caso de que su acción pueda considerarse acoso o inapropiada.
«Esto puede crear confusión justo cuando de lo que se trata es de salvar una vida y no de preocuparse por este tipo de cosas».
Ciertamente, añade, esto puede generar dudas sobre todo si quien está por practicar la maniobra sobre una mujer es un hombre.
«Aunque se trata de una especulación, sí es cierto que las mujeres reciben menos RCP en la arena pública», afirma Abella.
En cambio en el ámbito privado, tanto hombres como mujeres reciben RCP en partes iguales.
«Claramente, el problema está vinculado a hacerlo en público, a la vista de otros».
En este punto vale destacar que la maniobra de reanimación se hace de la misma forma en hombres que en mujeres: las manos se apoyan sobre el esternón (en el medio del pecho), y se presionan con fuerza y velocidad a fin de hacer circular la sangre por el cuerpo.
Maniquí con pechos
Para tratar de cambiar la forma en que se entrena a hacer la maniobra, la agencia Joan Creative junto con la ONG The United State of Woman desarrollaron un chaleco de neopreno con senos que se coloca sobre el torso de un maniquí convencional para transformarlo en femenino.
Con el nombre de Womanikin, el dispositivo busca romper esta disparidad de género.
Hasta el momento la empresa ha fabricado solo 10 de ellos, pero en su página ha puesto a disposición un molde gratuito para que quien quiera replicarlo.
Varios de ellos ya están en uso en programas de entrenamiento piloto en Canadá, Suiza y Nueva York.
En opinión de Abella, se trata de una gran idea. «Creo que puede ayudar con la disparidad de género si es que el entrenamiento es de hecho parte del problema».
«Creo que se debe entrenar con hombres y mujeres, y reconocer que las mujeres representan el 50% de las víctimas de paros cardíacos. Solo por esa razón es bueno».
Aunque el científico deja en claro que no sabe si esto logrará salvar las diferencias.
En su página, la Clínica Mayo recuerda que, aunque no estemos seguros al 100% de cómo realizar la maniobra, siempre es mejor hacerla que no hacer nada.
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