«Una guerra de exterminio en todo el sentido de la palabra». Así describió el primer ministro libanés, Najib Mikati, los ataques israelíes contra su país del pasado lunes que dejaron más de 550 personas muertas, incluyendo 50 niños, y más de 1.200 heridos en el sur de Líbano, donde opera el grupo armado chiita Hezbolá.
Fue el día más letal en el conflicto entre Israel y Hezbolá en décadas.
Los ataques parecen ser una muestra de que el primer ministro israelí, Benjamin Netanhayu, está decidido a defender su promesa de encontrar «el equilibro de seguridad y poder» en la frontera norte de Israel que comparte con Líbano.
Desde hace casi un año, Israel y Hezbolá se enfrentan en un conflicto que se recrudece cada vez más y que ha desplazado a decenas de miles de personas que vivían a los dos lados de la frontera.
Ambas partes sostienen que no quieren que la guerra pase a mayores, pero el intercambio de misiles no se detiene.
Desde la semana pasada aumenta progresivamente el temor de que se desate una guerra total en Medio Oriente que podría arrastrar a potencias regionales como Irán y provocar la intervención de una potencia mayor como Estados Unidos.
El detonante de la última escalada fue una serie de ataques atribuidos a Israel (sobre los cuales el gobierno israelí no se ha pronunciado) mediante miles de dispositivos de comunicación utilizados por miembros de Hezbolá cuyas explosiones mataron a 39 personas y dejaron miles de heridos.
«La situación en Líbano es tensa y precaria, y el país está siendo arrastrado a un conflicto cada vez más profundo», le dice a BBC Mundo Imad Salamey, profesor del Departamento de Estudios Políticos e Internacionales de la Lebanese American University (LAU), con sede en Beirut.
El politólogo libanés asegura que la crisis actual le recuerda a guerras anteriores como las de 2006 y 1982, en las que también hubo un gran número de desplazados.
«Pero esta vez me parece que el desplazamiento de la población civil es mucho mayor (…) Esta vez, Israel está atacando zonas pobladas mucho más grandes», prosigue.
Zahra Sawli, una estudiante de la ciudad sureña de Nabatieh, tuvo que huir de su hogar el lunes.
«Me desperté a las 6 de la mañana con el sonido de los bombardeos. Al mediodía empezó a intensificarse y vi muchos bombardeos en mi zona», le contó al programa Newshour de la BBC.
«¿Adónde se supone que debemos ir? Mucha gente sigue atrapada en las calles», añadió.
Salamey advierte que la ofensiva israelí está arrastrando a Líbano a una devastadora crisis humanitaria.
«La infraestructura económica y social libanesa, que ya se encuentra debilitada por años de inestabilidad política y económica, ahora corre el riesgo de sufrir una mayor debacle si el conflicto se intensifica».
Ante todo esto y en un momento en el que el gobierno de Israel está sumido en el caos debido a su intensa guerra contra Hamás en Gaza, surge la pregunta: ¿por qué la ofensiva contra Hezbolá ocurre ahora?
Cambio de estrategia e información vital sobre Hezbolá
Desde el comienzo de la ofensiva israelí en la Franja de Gaza en octubre del año pasado como respuesta al ataque de Hamás en territorio israelí que dejó unos 1.200 muertos y 250 rehenes, la situación en Líbano se ha ido deteriorando progresivamente.
Pero la última semana ha cito crítica.
La periodista libanesa Joyce Karam, editora del sitio web Al-Monitor, reconocido por su extensa cobertura en Medio Oriente, percibe un cambio en la estrategia militar israelí, que se centra más en su frontera norte y que «trata de separar lo que está pasando en Líbano» de la guerra de Gaza.
«Pero Hezbolá rechaza [la diferenciación] e insiste en que debe haber un alto al fuego en Gaza para que se calme la situación en la frontera libanesa», le dice Karam a BBC Mundo.
Imad Salamey, del Departamento de Estudios Políticos e Internacionales de la Lebanese American University, cree que el cambio estratégico israelí refleja un objetivo más amplio: su intención de debilitar la influencia iraní en la región.
Pero la razón principal parece estar vinculada a que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) vieron una gran oportunidad para debilitar y atacar a Hezbolá y la aprovecharon.
«Todo indica que Israel tenía información vital sobre las posiciones de Hezbolá, lo cual le ofreció la oportunidad de atacar con precisión y paralizar su infraestructura militar», apunta Salamey.
Los ataques con dispositivos de comunicación, los bombardeos en los que han muerto varios miembros de la milicia —además de cientos de civiles— y la más reciente ofensiva contra la infraestructura de la organización en el sur de Líbano sirven como evidencia.
Vincular el regreso de libaneses a sus hogares con el de los israelíes
Desde el inicio de la más reciente ola de ataques israelíes en Líbano, que han incluido bombardeos sobre la capital del país, Beirut, Benjamín Netanyahu ha repetido que el retorno de cerca de 60.000 residentes a sus hogares en el norte de Israel se ha convertido en un objetivo de guerra.
Netanyahu apuntó que su gobierno está preparado para tomar «cualquier medida que sea necesaria para restaurar la seguridad».
Las FDI, por su parte, han advertido que los ataques contra la milicia chiita libanesa «continuarán y se intensificarán».
Para Salamey, la nueva ofensiva también puede tratarse de una nueva fórmula del gobierno israelí para condicionar el retorno y la seguridad de la población libanesa desplazada recientemente al regreso de los israelíes al norte de su país.
Asimismo, coincide con el comienzo del año escolar en Israel que, según Joyce Karam, ha añadido presión sobre el gobierno para que los desplazados en las zonas fronterizas regresen a sus hogares.
Momento «oportuno»
Algunos piensan también que el momento de los ataques es oportuno para Israel.
«El gobierno israelí podría estar aprovechando este momento, en el que la atención de la comunidad internacional está enfocada en otros frentes, para disminuir el poder de Hezbolá sin enfrentarse a un escrutinio tan intenso», señala Imad Salamey.
«El hecho de que Estados Unidos esté ocupado en un ciclo electoral también ayuda a Israel», añade Karam.
Estados Unidos, Reino Unido y otros aliados —y críticos— de Israel creen que la única forma en que esta peligrosa escalada se puede calmar es con un alto al fuego en Gaza.
Y Hassan Nasrallah, el líder de Hezbolá, ha dejado claro que los ataques contra Israel continuarán hasta que el cese al fuego se produzca.
El periodista Jeremy Bowen, editor internacional de la BBC, destaca desde Jerusalén que la guerra en Gaza cuenta con un apoyo abrumador de los israelíes, pero Netanyahu sigue siendo impopular entre sectores significativos del electorado.
Su decisión de incrementar su ofensiva en Líbano es arriesgada: Hezbolá sigue contando con unas poderosas fuerzas armadas que pueden causar mucha destrucción.
La organización también seguirá contando con el apoyo de su principal benefactor, Irán, confirmó este lunes el presidente iraní, Masoud Pezeshkian.
Cabe recordar que el grupo surgió a principios de la década de 1980 después de que Israel ocupara el sur de Líbano durante la guerra civil libanesa. Desde entonces ha recibido armamento y apoyo financiero de Irán.
Alto al fuego o salida diplomática
Durante la última semana hemos visto cómo Israel ha ampliado sus ataques aéreos contra Hezbolá incluyendo zonas e incluso casas donde asegura que están escondidos potentes misiles de largo alcance.
Este martes, las FDI llevaron a cabo un nuevo ataque aéreo contra un bastión de Hezbolá en el sur de Beirut en el que, de acuerdo con reportes iniciales, murieron seis personas y otras 15 personas resultaron heridas.
Con estos ataques que define como «selectivos» probablemente busca restarle potencia letal a su enemigo.
Pero Hezbolá no da marcha atrás y también ha incluido nuevos objetivos en Israel, como la ciudad de Haifa, la tercera más grande del país y un gran puerto comercial en el mar Mediterráneo.
Muchos analistas coinciden en que una guerra a gran escala aún se puede evitar, pues ni Irán, ni Israel ni Hezbolá desean pelearla.
Israel sabe que eso implicaría lanzar una costosa y destructiva invasión terrestre en el sur de Líbano con consecuencias devastadoras.
Lo más probable es que la solución a la crisis actual se logre mediante la diplomacia.
«Israel y Líbano podrían llegar a un acuerdo para calmar las tensiones en la frontera, expulsando a los combatientes de Hezbolá del río Litani, lo cual es una exigencia israelí», explica Joyce Karam.
«Hezbolá quiere un alto al fuego en Gaza de antemano, pero la probabilidad de que eso pase es cada vez menor».