«Balseros del aire» es una expresión que se popularizó hace un par de décadas para describir a los venezolanos que emigraban hacia Estados Unidos luego de que Hugo Chávez asumiera el poder en 1999.
Esa frase no describe ya la forma como los venezolanos entran a EE.UU., que últimamente se parece más a la de los llamados «espaldas mojadas», un término acuñado en la década de 1920 -y que se usaba con frecuencia de forma despectiva- para referirse a quienes cruzaban a nado el río Bravo desde México.
En agosto de este año, el número de venezolanos que intentaron cruzar la frontera desde México hacia Estados Unidos fue mayor que el de guatemaltecos y hondureños. Solamente los propios mexicanos realizaron más cruces.
Ese mes la patrulla fronteriza registró unos 25.349 encuentros con venezolanos. Esa cifra cuadruplica los 6.301 eventos de este tipo registrados en agosto de 2021.
Y los números siguieron aumentando en septiembre, cuando, según el Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU. (DHS, por sus siglas en inglés), se registraron 33.000 encuentros con venezolanos en la frontera sur.
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Pero quizá el dato que muestra con más claridad cómo han cambiado las cosas en los últimos dos años es el siguiente: entre los años fiscales 2014 y 2019 el promedio mensual de encuentros únicos con venezolanos era de 127.
En total, entre el año fiscal 2021 y el año fiscal 2022 (que culminó el 30 de septiembre) los encuentros únicos con venezolanos en la frontera aumentaron 293%, según el DHS.
Ante esta situación, el gobierno del presidente Joe Biden anunció este miércoles una nueva política que prevé la expulsión hacia México de todos los venezolanos que ingresen a EE.UU. sin autorización a través de la frontera, pero que al mismo tiempo permitirá acoger en ese país con un permiso humanitario a unos 24.000 venezolanos que cumplan con una serie de requisitos.
Pero ¿por qué tantos venezolanos han estado llegando en masa a Estados Unidos a través de la frontera sur?
Un país en crisis
Históricamente, los venezolanos no tenían una tradición de emigrar.
Al contrario.
En el siglo XX su país sirvió durante décadas como lugar de acogida de personas procedentes, sobre todo, de otros países de América Latina y del sur de Europa.
La profunda crisis que ha vivido Venezuela en los últimos siete años cambió completamente esa dinámica y ese país se convirtió en un emisor masivo de migrantes.
Unos 7,1 millones de venezolanos (en torno a un 20% del total) viven actualmente como migrantes o refugiados en distintas partes del mundo, de acuerdo con datos de la ONU correspondientes a septiembre de 2022.
Juan Navarrete, director adjunto para la crisis de refugiados de Amnistía Internacional Venezuela con sede en Bogotá, afirma que esa cifra demuestra que la crisis migratoria venezolana sigue activa, pues apenas en el dato anterior -correspondiente a agosto de 2022-, era de 6,8 millones de personas.
«El flujo de personas que sale de Venezuela continúa, aunque tal vez no en la misma proporción que en el periodo 2015-2017», indica Navarrete a BBC Mundo.
Julia Gellat, analista senior del Migration Policy Institute, un centro de estudios con sede en Washington, considera que hay una combinación de condiciones difíciles desde el punto de vista económico y político que ha mantenido el flujo de migrantes venezolanos y que algunas personas que pueden haberse quedado hasta ahora allí esperando la salida del gobierno de Nicolás Maduro, pueden haber pensado que ahora era el momento de irse.
Venezuela salió en diciembre de 2021 de un largo periodo con hiperinflación, pero sigue siendo uno de los países del mundo con mayor inflación.
En los últimos dos meses, la moneda venezolana se ha devaluado en torno a 30% frente al dólar, cuya cotización pasó de 6,28 bolívares en agosto a 8,26 bolívares esta semana, lo que deja el salario mínimo mensual de los venezolanos en torno a unos US$16.
«El tapón del sur»
Desde el inicio de la crisis migratoria, la mayor parte de los venezolanos que decidieron buscarse la vida en el extranjero se han dirigido a otros países de América Latina y el Caribe: unos 5,96 millones.
Se estima que hay casi 2,5 millones de venezolanos en Colombia, 1,5 millones en Perú, 500 mil en Ecuador y 450 mil en Chile.
No obstante, Navarrete explica que las condiciones para el ingreso y la permanencia de venezolanos en la región se han endurecido en los últimos años.
Esto ha derivado en un cambio en la tendencia migratoria, por lo que ahora en lugar de buscar rutas hacia el sur buscan más hacia el norte.
«Así como existe el ‘tapón’ del Darién [una selva muy peligrosa que deben atravesar los migrantes que van de Colombia hacia Panamá] ahora hay, especialmente desde la pandemia de coronavirus, un ‘tapón‘ del sur, pues los países de la región empezaron a exigirles a los venezolanos visas y otros documentos difíciles de obtener«, señala.
El experto indica que a estas dificultades se suman algunos episodios de xenofobia que se han producido en algunos países como Chile y Perú, que los migrantes también toman en cuenta a la hora de pensar en posibles destinos.
A todo esto se suma el hecho de que, desde la pandemia de coronavirus, la situación económica en los países de la región se ha deteriorado tanto para la población local como para los inmigrantes quienes quedaron en una situación aún más precaria.
«Creo que un cambio que se ha producido recientemente es que las condiciones económicas en otros países han impulsado a los venezolanos a venir a Estados Unidos«, apunta Julia Gelatt.
El atractivo de EE.UU. y la inteligencia migratoria
Navarrete explica que ante el deterioro de las condiciones económicas y el aumento de las dificultades para irse a otros países de América Latina, en la mente de los migrantes venezolanos EE.UU. puede aparecer como un lugar más atractivo.
«Un migrante venezolano que vive de pedir dinero en la calle en Colombia puede pensar que puede conseguir mucho más dinero en Estados Unidos, donde los medios de vida son mejores. Entonces, en su imaginario, prefieren caminar hacia el norte en lugar de hacia el sur, sin pensar que los riesgos de la ruta norte son mucho mayores», señala.
A esto se suma el hecho de que, hasta este miércoles, Estados Unidos tenía una política benevolente hacia los migrantes venezolanos, a quienes las autoridades de ese país consideran víctimas del gobierno de Maduro, a quien tanto Biden como su antecesor, el republicano Donald Trump, consideran como un dictador.
En una nota de prensa de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés) divulgada en septiembre se señala que «el gran número de personas que huyen de los regímenes comunistas fallidos en Venezuela, Nicaragua y Cuba está contribuyendo a un mayor número de migrantes que intentan cruzar la frontera».
Por esos mismos días, al ser consultado por la prensa, el propio presidente Biden dijo que no era «racional» devolver a los migrantes a esos tres países.
Hasta ahora, en la práctica esta postura se tradujo en que durante meses cuando los venezolanos cruzaban la frontera hacia EE.UU. desde México iban directa y voluntariamente a «entregarse» a la patrulla fronteriza, pues pensaban que no los iban a deportar, sino que simplemente iban a estar detenidos unos días y luego los dejarían en libertad a la espera de que se procesara ante un juez migratorio su solicitud de asilo.
Esto implicaba una diferencia fundamental con el trato que se le daba a los migrantes de muchos otros países que eran expulsados de EE.UU. hacia México o eran deportados hacia sus países de origen.
«Algunos migrantes llegaron a saber que hasta ahora Estados Unidos estaba dejando entrar a los venezolanos y no los estaba expulsando bajo el Título 42 [una norma de la era Trump que permite devolverlos hacia México con la excusa de la pandemia de coronavirus], a diferencia de lo que ocurre con migrantes procedentes de otros países. Creo que esa información se esparció entre las redes migrantes», apunta Gellat.
Navarrete se refiere a ese fenómeno como inteligencia migratoria: el intercambio de información entre los migrantes que, según explica, en el caso de los venezolanos se produce mucho a través de TikTok y de Facebook.
Según el experto, la suma de todos estos elementos ha estado llevando a que en el imaginario de los migrantes venezolanos la idea de emigrar hacia EE.UU. resulte atractiva.
¿Cambiarán las cosas a partir de ahora que el gobierno de Biden ha anunciado que expulsará a México a los venezolanos que intenten ingresar sin visa por la frontera sur?
Navarrete cree que, en parte, dependerá de lo que ocurra con esta información y cómo sea manejada en las redes de migrantes, y destaca que muchos de los que están emigrando son gente joven, de sectores populares, que no conocen las normas legales sobre la migración.
Agrega, además, que los grupos de tráfico de migrantes encontraron en los venezolanos una oportunidad de negocio.
Julia Gelatt, por su parte, considera que es posible que, aunque algunos decidan permanecer en Venezuela o ir a otros países, habrá quienes insistan en ir a EE.UU.
«Si la gente está huyendo del hambre, la pobreza y de la represión política en Venezuela es muy probable que hagan el viaje de todas maneras y quizá intentarán colarse por la frontera aunque ya no buscarán a los agentes de la patrulla fronteriza para que les permitan entrar y quedarse. Es posible que la gente siga intentando venir, pero de forma clandestina», afirma.
«Cuando las condiciones son tan difíciles, habrá gente que necesite emigrar para poder sobrevivir y esos quizá todavía intenten venir a EE.UU.», concluye.
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