El presidente estadounidense, Donald Trump, dejó sorpresivamente sin trabajo este martes al máximo funcionario policial de su país, desatando una tormenta política en Washington. La gran pregunta es por qué lo hizo realmente.
Al anunciar Trump que había decidido despedir a James Comey, el director del Buró Federal de Investigaciones (FBI por sus siglas en inglés), la Casa Blanca aludió a una investigación que éste realizó de los correos electrónicos de Hillary Clinton, la rival demócrata del actual presidente en las elecciones de noviembre pasado.
También se indicó que la remoción de Comey se hacía siguiendo el consejo del Departamento de Justicia y para recuperar la «confianza del público» en el FBI.
Pero el FBI también está llevando a cabo una investigación sobre la presunta interferencia de Rusia en las últimas elecciones presidenciales de EE UU, que según agencias de inteligencia locales buscó beneficiar a Trump, y los contactos de miembros de la campaña de Trump con funcionarios rusos.
Entonces, una duda que muchos se plantean este miércoles en Washington es si Trump intenta evitar que esta investigación siga por los cauces actuales, tratando de encubrir la verdad.
«Lo está echando ahora porque Comey no toma ninguna dirección de nadie y va en cualquier dirección que esta investigación lo lleve», afirma Joshua Sandman, experto de la Universidad de New Haven.
«No creo que sea revancha, creo que es un acto de prevención», dice Sandman a BBC Mundo. «Al despedir a Comey, (Trump) está tratando de parar esa investigación».
«Muy peligroso»
Es cierto que Comey, que asumió la dirección del FBI en 2013 con amplio apoyo republicano y demócrata, se había vuelto desde hacía meses una figura polémica a nivel político en Washington.
En julio, en plena campaña electoral, criticó públicamente la forma en que Clinton había manejado información clasificada siendo secretaria de Estado durante el gobierno del expresidente Barack Obama, calificándola de «extremamente descuidada».
Si esto molestó al Partido Demócrata de Clinton, su anuncio en la recta final de la campaña de que el FBI reabría la investigación sobre los emails de Clinton fue una virtual bomba electoral.
De hecho, muchos creen que esto fue determinante para el triunfo de Trump.
Pese a esto, Trump decidió que Comey continuara en el cargo… hasta este martes.
El despido ocurrió luego que se supiera que el director del FBI brindó información inexacta durante una audiencia en el Congreso acerca de la investigación de los correos electrónicos de Clinton.
«Es fundamental que encontremos un nuevo liderazgo para el FBI que restablezca la confianza del público y la seguridad en su misión vital de hacer cumplir la ley», sostuvo Trump en la carta de despido que envió a Comey.
También pareció aludir de una forma peculiar a la investigación que el FBI lleva adelante para saber si Rusia conspiró con miembros de la campaña de Trump para perjudicar electoralmente a Clinton.
«Si bien aprecio enormemente que me informaras, en tres ocasiones separadas, de que no estoy siendo investigado, de todos modos concuerdo con el Departamento de Justicia en que no eres capaz de liderar de forma efectiva al Buró», indicó el presidente en su misiva.
Algunos creen que lo que le pasó a Comey fue el resultado de haber perdido la confianza de los demócratas y de haber levantado demasiadas preocupaciones dentro del equipo del presidente.
Además de haber anunciado la investigación sobre Rusia, el director del FBI dijo en marzo que carecía de información que respaldara la acusación de Trump de que Obama lo había espiado.
«Hasta cierto punto, Comey se cavó su propia tumba», sostiene Gordon Adams, un profesor emérito de la American University experto en temas de defensa y seguridad nacional.
Pero advierte que lo que ocurrió este martes «potencialmente es muy peligroso, porque el director del FBI es un funcionario semi independiente y que el fiscal general recomiende despedirlo es un acto político».
«Un presidente que es impulsivo ahora tiene que nombrar al más importante agente de ley orden público dentro de Estados Unidos. El próximo director puede ser muy malo para las libertades civiles o para la independencia del FBI», dice Adams a BBC Mundo.
«Extraña política»
De hecho, la oposición demócrata ya comenzó a advertir a Trump que cualquier intento de socavar la investigación del FBI sobre la interferencia rusa podría ser grave.
«Esperamos que la Casa Blanca aclare cuanto antes si ésta investigación continuará y si tendrá un liderazgo creíble para que sepamos que habrá un resultado justo», sostuvo el senador demócrata Richard Durbin.
Por su parte, el líder demócrata en el Senado, Chuck Schumer, pidió que se designara a un fiscal independiente para la investigación de los supuestos vínculos de la campaña de Trump y Moscú.
En su opinión, es la «única forma» de que los estadounidenses no piensen que el despido de Comey es parte de un «gran encubrimiento».
Mark Peterson, un profesor de ciencia política y ley en la Universidad de California en Los Angeles, cree que el presidente bien puede haber sentido que había que cambiar al director del FBI porque perdió la confianza que debía inspirar.
«Pero todo está envuelto en esta extraña política», señala Peterson a BBC Mundo.
«Lo que el presidente tiene que hacer en este momento es tener en el liderazgo del FBI a alguien que se considere creíble para todos», afirma.
Y advierte que en caso de que esto no ocurra, y si el próximo director del FBI decide acabar con la investigación de las conexiones rusas, podría haber una reacción bipartidaria que ponga en aprietos al presidente.
«Si eligen alguien que simplemente sea un protector del presidente», concluye, «eso va a poner a Trump en una situación política más seria».