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La polémica decisión del papa de retirar de Nicaragua a a Silvio Báez

El monseñor es uno de los obispos más críticos con el gobierno del presidente Daniel Ortega a raíz de la represión de las protestas gubernamentales que dejaron al menos 327 muertos en 2018, tendrá que abandonar el país por decisión papal y luego de que se supiera que había recibido amenazas de muerte

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Fue el cardenal Leopoldo Brenes quien dio la noticia en una conferencia de prensa y luego el propio obispo Silvio Báez la confirmó, admitiendo que la decisión del papa Francisco le había arrancado lágrimas.

«El Santo Padre manifestó algunas inquietudes y, al final, le ha pedido a monseñor el deseo de él, de que pueda ir un tiempo a Roma», fue el resumen que Brenes hizo de una reciente conversación entre el Papa y su segundo en la arquidiócesis de la capital nicaragüense, Managua.

Báez ha sido uno de los obispos más críticos con el gobierno del presidente Daniel Ortega, en especial a raíz de la represión de las protestas gubernamentales que dejaron al menos 327 muertos el año pasado.

Y con el Vaticano actuando como mediador de un accidentado diálogo entre el gobierno y la oposición, el Papa le pidió al arzobispo auxiliar de Managua que viajara a Roma para una audiencia privada, la que se celebró el jueves de la semana pasada.

Una vez ahí, el papa Francisco lo conminó para que regresara a la Santa Sede, lo que parece sucederá luego de la Semana Santa.

Báez es una de las figuras más populares de la Iglesia católica nicaragüense

«Yo no he pedido salir de Nicaragua. He sido llamado por el Santo Padre. Les manifiesto a ustedes con toda sinceridad lo que le dije también al Santo Padre: en estos momentos experimento un gran dolor en mi corazón», dijo.

«Yo también he llorado», dijo el prelado antes de rendir homenaje a las madres de las víctimas de la represión, a los jóvenes perseguidos y sufridos, a quienes están en las cárceles.

«Esta decisión del Santo Padre, que yo he aceptado y asumido en plena obediencia amorosa, ha hecho llorar mi corazón», aseguró Báez, quien no pudo evitar que al final de la conferencia de prensa se le quebrara la voz en la garganta.

Pero, ¿qué puede explicar la inesperada decisión del Vaticano de retirar a quien también sea una de las figuras más populares de la iglesia en Nicaragua? ¿Y cómo ha sido recibida esa decisión en el país centroamericano?

«Plan para asesinarme»

Por lo pronto, hasta este viernes la Santa Sede no había emitido ningún comunicado sobre el tema, pero según el portal de noticias del Vaticano fue el propio papa Francisco quien les pidió a los obispos nicaragüenses que organizaran la conferencia de prensa para explicarle la decisión «al pueblo».

Y en la misma, Báez hizo todo lo posible por no salirse de la que parece ser la línea oficial, consignada en el titular con el que Vatican News dio la noticia: «El Papa ha pedido a Monseñor Báez que lo ayude en Roma por un tiempo».

El gobierno nicaragüense acusa a la Iglesia y sus obispos de haberse puesto del lado de los manifestantes

«Necesita, me dijo, que esté fuera del país. Y necesita que esté allá, con él», fue también la primera explicación que dio el obispo nicaragüense, quien en julio del año pasado fue atacado por simpatizantes del gobierno.

Y cuando más adelante le preguntaron si eso podrá tener que ver con las amenazas de muerte en su contra denunciadas a inicios de abril por la exembajadora de Estados Unidos en Nicaragua Laura Dogu, Báez no quiso confirmarlo, ni negarlo.

«El Santo Padre la única frase que usó conmigo, y me la repitió constantemente, fue: ‘Me interesa tenerte conmigo acá, en este momento te necesito'», dijo de su conversación con el papa Francisco.

Pero sí confirmó que a mediados del año pasado había sido alertado acerca de un posible atentado contra su vida.

«No sé si sería junio o julio, yo ya estaba en la cama, cuando a las 11 y pico de la noche recibí una llamada del departamento de política de la embajada de los Estados Unidos para decirme que tenían plena certeza que había un plan para asesinarme, que tuviera cuidado», declaró Báez.

«Es una de las tantas amenazas y se lo dije al Papa: ‘Mi vida ha estado continuamente amenazada, Santo Padre, pero nada de eso me ha paralizado'», relató el prelado.

Y, para muchos, ahí está la explicación de la inesperada medida papal: que la Iglesia católica »no quiere otro Oscar Arnulfo Romero».

Figura incómoda

El obispo y santo salvadoreño fue asesinado en 1980 mientras oficiaba misa por denunciar las violaciones de derechos humanos cometidas por el ejército de ese otro país centroamericano.

Y Báez también ha aprovechado el púlpito y su investidura para denunciar abusos por parte del gobierno de Daniel Ortega, a quien varios organismos de derechos humanos acusan de haber cometido crímenes de lesa humanidad en la represión de las protestas.

Ortega siempre ha defendido la actuación estatal, argumentando haber sido víctima de un intento de golpe de Estado.

Según organizaciones de derechos humanos, al menos 327 personas murieron durante las protestas que empezaron en abril del año pasado

Y muchos creen que la frontalidad de Báez es otra posible explicación para la decisión papal, especialmente porque el lenguaje utilizado por el arzobispo auxiliar de Managua no podría ser más diferente del empleado por el representante del Vaticano en Nicaragua.

Waldemar Stanislav Sommertag es visto con desconfianza por ciertos sectores de la oposición, que lo consideran demasiado complaciente con el gobierno de Ortega, y muchos aún no están claros si esa es una necesidad diplomática, una posición personal o un reflejo de la del mismo Francisco.

En cualquier caso, el nuncio también ha sido criticado por hacer llamados a una «tregua» entre manifestantes y gobierno, y hay incluso quien lo acusa de haber reñido a algunas de las presas por protestar contra este último acusándolas de hacer «cosas malas».

Y, como su mediador y garante, en cierta forma el delegado papal también es quien mantiene vivo y le da credibilidad a un diálogo que muchos nicaragüenses ven con sospecha debido a la ausencia de la propia Conferencia Episcopal -vetada por el gobierno, que ha acusado a varios de los obispos que la integran de estar detrás de un intento de golpe de Estado- y lo que consideran excesiva representación de miembros del sector empresarial.

Temas todos a los que Báez pareció aludir en su conversación con el Papa.

El Vaticano, a través del nuncio Waldemar Sommertag, está sirviendo de mediador entre el gobierno y la oposición nicaragüense

El obispo nicaragüense dijo haber hablado con el pontífice sobre «este año de dolor y sufrimiento, del viacrucis de este pueblo (de Nicaragua)» así como «de los intentos que se hacen por buscar algún tipo de solución».

«Le recordé que este es un pueblo crucificado, que este es un país secuestrado y que aquí hay unos poderes fácticos dominados por la mentira, la injusticia, la represión y la ambición; que lastimosamente adoran al dios riqueza y al dios dinero, y por él sacrifican seres humanos», aseguró el prelado.

«Esta es la realidad de Nicaragua. En Nicaragua no hay enfrentamiento entre dos grupos, lo que hay es un grupo idolátrico, que sacrifica seres humanos, y un pueblo sacrificado», insistió Báez, en lo que muchos interpretaron como una crítica velada al lenguaje utilizado por el nuncio Sommertag.

Aunque el obispo nicaragüense no mordió el anzuelo cuando los periodistas locales trataron de que vinculara su partida a Roma con una posible conspiración de parte de este.

«Responsabilidad del Papa»

«Esta decisión de que yo abandone Nicaragua es una responsabilidad del Santo Padre. Él es el último responsable de esta decisión. Me aseguró que es una decisión suya», insistió Báez.

«Creo que como lo ha dicho el señor nuncio, él está poniendo todo de su parte para que esta negociación salga adelante y yo le deseo el mejor de los éxitos», dijo también el carmelita, quien sin embargo también advirtió que «aunque estén los mejores mediadores del mundo, si no hay voluntad política (…) no se va a lograr nada».

Báez dijo confiar en que pronto podrá regresar a Nicaragua

Y sus dardos no parecieron estar solo dirigidos al gobierno.

«No se trata de salvar la economía, lo primero no es tirarle un salvavidas a los mercados financieros. El becerro de oro de hoy, que es el dinero no puede ocupar el lugar de las personas», dijo en lo que pareció una crítica a ciertos representantes del sector empresarial en el diálogo, actualmente suspenso.

Un ejemplo de por qué muchos nicaragüenses sienten que la partida de Báez los dejará un poco huérfanos.

Y de por qué, sin importar las razones que pueda haber tenido el papa Francisco, su partida también parece ser una muy buena noticia para el presidente Daniel Ortega y un motivo de celebración para sus partidarios.

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