Imagina a una mujer atractiva, rubia, con los ojos azules y los labios pintados de rojo frente a una máquina de escribir.
La imagen era de un anuncio publicitario con un eslogan que declaraba: «La máquina de escribir que es tan inteligente que ella no tiene que serlo».
Cuando la joven modelo aceptó participar en la publicidad, no sabía que ese iba a ser el mensaje.
De hecho, pensaba que había sido seleccionada porque «tipeaba muy bien», recordó Joan Smith, escritora británica y activista por los derechos humanos.
Cuando lo descubrió se indignó y no fue la única.
Miembros de la Organización Nacional de Mujeres de Estados Unidos se concentraron afuera de las oficinas de la empresa anunciante en Nueva York.
Ella se les unió y protestó contra la publicidad que había protagonizado para costear sus estudios de posgrado sobre Historia Social en la Universidad de Columbia.
Era la década de los 70 y la modelo se llamaba Shere Hite, quien años después se convertiría en una heroína del feminismo y cuyo libro cambiaría las nociones predominantes sobre la sexualidad femenina.
En BBC Mundo, recordamos su historia tras su muerte el 9 de septiembre a los 77 años.
3.500 mujeres
Tras el incidente del anuncio, Hite empezó a participar en las reuniones de la Organización Nacional de Mujeres.
En una de ellas surgió el tema del orgasmo y una de las preguntas que generó silencio entre las asistentes fue: ¿todas las mujeres lo experimentan?
Así lo recordó Smith en el artículo Shere Hite: On female sexuality in the 21st century («Shere Hite: sobre la sexualidad femenina en el siglo XXI»), publicado en 2006 en el diario The Independent.
Alguien le sugirió a Hite que investigara el tema y ella asumió el reto.
Para eso, diseñó cuestionarios sobre la vida sexual que fueron respondidos, de forma anónima, por unas 3.500 mujeres en Estados Unidos.
No se trató de preguntas con múltiples opciones, sino que les dio espacio para escribir sobre sus experiencias sexuales.
Así nació el libro: The Hite Report: Nationwide Study of Female Sexuality («El Informe Hite: un estudio nacional sobre la sexualidad femenina»), que fue publicado en 1976 y que «rompió tabúes y escandalizó al mundo», como señaló Smith.
Se convirtió en un bestseller. Se calcula que unas 50 millones de copias se han vendido en diferentes idiomas.
«Hace 30 años, un libro de una escritora estadounidense desconocida tomó al mundo por asalto. Su autora, una joven estudiante de posgrado, había desmentido uno de los grandes mitos sobre la sexualidad femenina: que la mayoría de las mujeres deberían poder tener orgasmos a través del coito», escribió Smith.
«Credibilidad»
Jack Halberstam, profesora de Estudios de Género del Instituto para la Investigación sobre Mujeres, Género y Sexualidad de la Universidad de Columbia, recuerda que «El Informe Hite» surgió en un momento en que el movimiento por los derechos de las mujeres en Estados Unidos era muy dinámico y estaba promoviendo cambios en la sociedad.
Muchas mujeres se organizaban, por ejemplo, para hablar sobre el aborto; varias se enfocaron en las comunidades lesbianas; otras se dedicaron a analizar las relaciones de patriarcado.
«El Informe Hite fue muy importante porque le dio una especie de credibilidad científica a las afirmaciones que las mujeres, en particular mujeres blancas heterosexuales, estaban haciendo sobre una profunda insatisfacción con sus vidas domésticas y con el matrimonio heterosexual», le dijo Halberstam a BBC Mundo.
De acuerdo con la experta, los resultados de la encuesta que hizo Hite dieron lugar a muchas discusiones sobre la relación asimétrica de mujeres y hombres con respecto al placer en una dinámica heteronormativa, y «creo que una de las grandes revelaciones del informe fue que pocas mujeres reportaron tener orgasmos» al practicar el sexo convencional con penetración.
Y es que más del 70% de las mujeres que participaron en el estudio dijeron que no podían alcanzar el orgasmo a través del sexo con penetración y que necesitaban estimulación en el clítoris para llegar al clímax.
Hite escribió: «Los investigadores deberían dejar de decirles a las mujeres lo que deberían sentir sexualmente y empezar a preguntarles qué sienten sexualmente».
«Una bomba»
No es que antes no se hubiera hablado del orgasmo o de la sexualidad femeninos, aclara la profesora Halberstam.
Cada período tuvo una narrativa diferente sobre el placer femenino. Por ejemplo, en el siglo XVI, se consideraba clave para la reproducción.
«Se creía que una mujer tenía que tener un orgasmo para concebir un bebé. Pero más tarde, cuando la gente se dio cuenta de que el orgasmo femenino no era necesario para la concepción, surgió un nuevo conjunto de suposiciones sobre el placer femenino que se fusionó con el estilo victoriano».
Lo que distingue el reporte de Hite es el contexto en el que se produce.
«En la escena psicológica estadounidense, la incapacidad de la mujer para alcanzar el clímax en un encuentro heterosexual se entendía como un fracaso de ella, se le atribuía a su frigidez o a que quizás había algo mal con ella físicamente».
«Pero este informe mostró que un gran número de mujeres no lograba alcanzar el orgasmo fácilmente en las relaciones heterosexuales con penetración. Esa fue una bomba enorme lanzada sobre la sociedad estadounidense».
«Yo diría que fue un desafío al ego masculino», reflexiona la docente.
«Muchos hombres pensaban que con el simple hecho de estar ahí llevaban a las mujeres a paroxismos de alegría y placer, pero quedó muy claro que las mujeres reportaban altos grados de insatisfacción en sus vidas matrimoniales y eso fue tremendo».
Hite lo escribió: «Demasiados hombres todavía parecen creer, de una manera bastante ingenua y egocéntrica, que lo que les hace sentir bien a ellos es automáticamente lo que les hace sentir bien a las mujeres».
«La verdadera revolución sexual»
Julie Bindel es una periodista, escritora e investigadora británica que, desde 1979, ha participado en campañas para combatir la violencia contra las mujeres y las niñas.
Para la autora, Hite fue quien, de muchas maneras, «comenzó la verdadera revolución sexual para las mujeres».
«Si bien la revolución sexual de los años 60 trajo la pastilla anticonceptiva, lo cual obviamente significó que las mujeres podían evitar embarazos no deseados y fue algo inmenso, benefició a los hombres más que a las mujeres porque les dio acceso desenfrenado a las mujeres», le dice a BBC Mundo.
«Por medio de la investigación de Shere, supimos que muchas mujeres, que habían usado como excusa el riesgo de quedar embarazadas para evitar las relaciones sexuales con penetración, la encontraban dolorosa, no placentera y ni siquiera ligeramente estimulante», indica la investigadora feminista.
Cuando Hite hizo su estudio se dio cuenta de que había hombres sexólogos que tendían a analizar la sexualidad femenina con una visión masculina.
«Y pensaban que si a la mujer no le gustaba la penetración era porque tenía un problema, el cual podía ser psicológico o físico y que quizás ameritaba el uso de algún fármaco o de una cirugía», indica la periodista.
Hite planteó que eso no tenía sentido y que para que las mujeres disfrutaran de la sexualidad debían tener una excitación sexual apropiada.
«Yo estaba diciendo que la penetración no excitaba a las mujeres y eso molestó terriblemente a algunas personas», le dijo Hite al diario The Guardian, cuando en 2011 evocó su reporte.
«Un mundo de posibilidades»
Hite le preguntó a las mujeres sobre sus experiencias con el orgasmo porque -reflexiona Bindel- «se habían ignorado las respuestas sexuales de las mujeres» y había sexólogos que insistían en que la manera de encontrar el placer era a través de la penetración.
Lo que Hite develó en su primer libro fue «lo que las mujeres ya sabían» pero de lo que casi no se hablaba: la importancia de la estimulación del clítoris para alcanzar el orgasmo.
«Fue una revolucionaria porque les permitió a las mujeres hablar sobre asuntos que habían sido extremadamente incómodos e incluso vergonzosos porque nos habían dicho que no debíamos hablar sobre sexo, pero que teníamos que aguantarlo», reflexiona la escritora británica.
«Abrió todo un mundo de posibilidades para que realmente pudiéramos tener estas conversaciones sin sentirnos raras o que avergonzábamos a las personas que nos rodeaban».
En los años 70, hablar sobre la masturbación generaba resistencia. Pero para Hite era clave porque su investigación resaltó el rol de la mujer para encontrar el placer sexual por sí misma.
«No estaba atacando a los hombres, sino intentando educar a ambos sexos sobre los hechos biológicos que están detrás del placer sexual», reflexionó Smith.
«Pero si su insistencia en que se escuchara a las mujeres era innovadora, el haber vinculado las relaciones sexuales con los derechos humanos, la idea de que lo que pasa durante las relaciones sexuales plantea cuestiones de igualdad y justicia, era revolucionario».
El elemento emocional
Bindel destaca que otro mérito de Hite es que invitó a la conversación no sólo a mujeres con un alto nivel educativo o de la élite social, sino a las mujeres de la clase trabajadora, a aquellas que no tenían acceso a los debates en las universidades.
En investigaciones posteriores, la autora abordó el elemento emocional en la sexualidad femenina, un tema que las mujeres también querían discutir.
«En ese momento, el movimiento de liberación femenina estaba creando grupos en los que las participantes expresaban que estaban insatisfechas sexual, emocional y románticamente y que sentían que los hombres tendían a no esforzarse por hacerlas sentir bien consigo mismas y con su relación», señala la escritora.
Hite llevó a muchas mujeres a considerar que podían hacer demandas en el ámbito más íntimo y que también podían ejercer control en sus experiencias sexuales: el trabajo de Hite «liberó a muchas mujeres de la insatisfacción», dice Bindel.
La periodista Katharine Q. Seelye, de The New York Times, coincide:
«Para todas las mujeres que habían fingido orgasmos durante el coito, ‘El Informe Hite’ ayudó a despertar su poder sexual y fue visto como un avance en la liberación de la mujer que estaba rápidamente en marcha», escribió en el obituario de Hite.
Las críticas
Su investigación fue duramente criticada por algunos sectores de la sociedad estadounidense. Se le acusaba de usar una metodología pobre y de carecer de una muestra representativa para sacar conclusiones.
Pero las críticas iban más allá de las técnicas de investigación. Se le llegó a acusar de que querer destruir a la familia y las relaciones de pareja, un planteamiento que alarmó a grupos religiosos.
La revista Playboy, para la cual ella había posado en una ocasión, lo llamó The Hate Report («El informe del odio«).
Otros le dijeron que cambiara su nombre a Sheer Hype («Puro bombo») en un juego de palabras con su nombre para insinuar que sólo buscaba promocionarse.
Algunos llegaron a decir que odiaba a los hombres. «Sufrió una gran cantidad de críticas injustas, acoso y difamación», recuerda Bindel.
Destacadas feministas estadounidenses como Gloria Steinem y Barbara Ehrenreich salieron en su defensa y denunciaron que los ataques contra ella eran contra el feminismo.
De hecho, recibió amenazas de muerte y finalmente abandonó su país.
Sobre los hombres
Pese a las críticas, siguió adelante y, como señala Bindel, se enterró aún más en sus investigaciones.
Así nació el libro The Hite Report on Men and Male Sexuality («El Informe Hite sobre hombres y sexualidad masculina»), publicado en 1981, y en el que participaron más de 7.000 hombres.
Y es que uno de los planteamientos de Hite -que evocó Smith- era hasta qué punto los hombres también eran víctimas de suposiciones culturales:
«¿Se ignoran los derechos humanos de los hombres diciéndoles que siempre tienen que tener una erección?»
En 1987 salió: «Women and Love: A Cultural Revolution in Progress» («Mujeres y amor: una revolución cultural en progreso»).
«Un día, aparecía en el programa de entrevistas de Oprah Winfrey, al día siguiente ante una audiencia en la Universidad de Oxford en Inglaterra, ofreciéndole al público una rara entrada al santuario interior de los dormitorios de otras personas», escribió Emily Langer en otro obituario de Hite.
Su estudios siguieron desatando críticas por razones similares: metodologías de investigación no rigurosas. De hecho, algunos académicos y científicos sociales los calificaron de pseudociencia.
Incluso se cuestionó el muy limitado número de encuestados.
«En una entrevista que le hice, me recordó que (Sigmund) Freud sólo había entrevistado a tres mujeres como base de su obra más conocida», recuerda Bindel.
En 1995, Hite renunció a la nacionalidad estadounidense y se radicó en Europa.
Continuó siendo una figura controversial, pero varios expertos coinciden en que no sólo ayudó a muchas mujeres a pensar sobre su propia sexualidad, sino que también hizo que muchos hombres tuvieran otra perspectiva, quizás por eso, algunos también la recuerdan como una educadora del sexo.