«Siento angustia, depresión, lloro mucho y lo único que me mantiene es mi fe en Dios y en que nos van a repatriar pronto. Le ruego al presidente Nicolás Maduro que nos escuche».
Fanny Hidalgo tiene 69 años, padece de múltiples problemas de salud y vive en el estado Apure, en el suroeste de Venezuela.
Pero actualmente está a miles de kilómetros de distancia de su tierra natal, al otro lado del mar Atlántico.
Ella es solamente una de los cientos de venezolanos que se encuentran varados en España y forma, además, parte de un grupo que pernocta en las inmediaciones del aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas, situado a unos 12 km del centro de la capital española.
En medio de maletas, cartones, bolsas, colchonetas y pancartas, una treintena de personas, dentro de las que hay ancianos con discapacidades, esperan con ansias un vuelo de repatriación.
Fanny llegó a tierras españolas por un sueño.
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«Hace muchísimos años que quería conocer España, siempre veía los reportajes y las fotos. Todo me parecía muy lindo. Por eso vine con mi hija, quien me acompañó en todo el viaje porque no puedo andar sola. Yo camino apoyada de un bastón por un lado y del brazo de mi hija por el otro», cuenta a BBC Mundo mientras en el fondo los altavoces anuncian que un vuelo está listo para embarcar.
Su plan era visitar la nación ibérica por unos 20 días, pero jamás imaginó que una pandemia de coronavirus estallaría y la forzaría a permanecer fuera de su país por casi 5 meses.
A falta de techo y de dinero, Luciano del Gaudio también tomó las inmediaciones del terminal aéreo y ahora actúa como vocero del grupo que cada día se hace más numeroso.
«En Barajas somos unas 30 personas y cada día llega más gente de diferentes partes de España. Gente que va perdiendo la posibilidad de pagar un alquiler y de contar con algún tipo de refugio», explica el caraqueño de 42 años.
«Y en todo el país hemos contabilizados unos 700 venezolanos, de los cuales 545 tienen un boleto de regreso. Los demás son casos excepcionales: personas que venían y pensaban comprar un boleto después, entre otros casos diferentes», prosigue.
En situación crítica
Luciano puntualiza que algunas personas dentro de ese grupo se encuentran en situación de calle y no pueden ni siquiera costearse un pasaje para el aeropuerto de Barajas.
Desde mediados de marzo el régimen de Nicolás Maduro ha mantenido cerradas sus fronteras con Colombia, Brasil, entre otros países, restringiendo así el número de entradas y salidas del territorio venezolano.
Según cifras oficiales, la nación caribeña había registrado 10.010 casos y 96 muertes hasta el 13 de julio, pero críticos del gobierno dudan de estas estadísticas y estiman que el número de contagios es mucho mayor.
Fanny, cuyo viaje de regreso, vía Colombia, estaba programado para el 20 de marzo, intentó adelantar su vuelo cuando escuchó que varios países estaban suspendiendo viajes y cerrando fronteras.
Pero ya era demasiado tarde: el 13 de ese mes, Colombia anunció el cierre de su frontera con Venezuela y la prohibición del ingreso de extranjeros desde Europa y Asia.
El periodista venezolano del proyecto Venezuela Migrante, Alessandro Di Stasio, visitó al grupo en el aeropuerto y califica la situación de sus connacionales como «crítica».
«Hay niños, personas mayores y enfermas. No están adentro sino al frente de la terminal 4 del aeropuerto, sentados en una acera a un lado de la calle, por donde pasan los carros y autobuses», dice a BBC Mundo.
«He estado medicándome para poder soportar este secuestro»
El periodista señala que como estas personas solo tenían previsto permanecer en Europa por un corto período de tiempo y la mayoría contaba con un presupuesto ajustado, ahora no tienen «ni siquiera dónde dormir ni qué comer».
Olivia del Corral, otra caraqueña de 74 años, logró estirar el dinero que se trajo de Venezuela hasta principios de abril. Desde entonces ha estado viviendo de donaciones y de la ayuda de diversas asociaciones.
Debido a su avanzada edad, ella asegura que le es imposible dormir en el aeropuerto y por eso ha estado quedándose en habitaciones de «amigos de amigos» por todo Madrid, «saltando» de un lugar a otro en los últimos meses.
«Estoy física y psicológicamente agotada. Y así nos sentimos muchos de los venezolanos atrapados en España. En realidad yo no me siento varada, me siento secuestrada porque estoy en un lugar donde no me puedo mover ni me permiten regresar a mi casa», cuenta Olivia a BBC Mundo.
«Últimamente sufro de insomnio y he estado medicándome para poder soportar este secuestro».
A la merced de viajeros y asociaciones
La zona del aeropuerto de Barajas que han tomado los venezolanos es frecuentemente visitada por trabajadores de la salud y asociaciones de caridad quienes ofrecen servicios médicos y hasta medicinas.
Así es como Olivia recibe sus pastillas para la tensión y para los dolores de cabeza.
Alessandro Di Stasio explica que, aparte de algunas asociaciones y grupos que proporcionan alimentos, algunos viajeros también se acercan y les dan lo que pueden.
«Los ven en el aeropuerto y les hacen donaciones. Hay colombianos, chilenos y otros venezolanos que pasan, se dan cuenta de la situación de la gente allí y luego van al supermercado y les compran refrescos y comida. Prácticamente viven de eso».
La portavoz de Exteriores del Partido Popular de España (PP), Valentina Martínez, -una de las pocas políticas que se ha pronunciado al respecto- sostiene que se trata de una situación humanitaria que merece la atención del gobierno venezolano.
Un caso de «crueldad extrema»
En conversación con BBC Mundo, la diputada española lo consideró como un caso de «crueldad extrema» por parte de las autoridades venezolanas.
«Le pido al gobierno de Nicolás Maduro que tenga misericordia. Es de una crueldad extrema no permitirle a su propia gente, en el contexto de una pandemia global, regresar a sus casas a reunirse con sus familias y que su gobierno no ponga todos los medios necesarios para que esto sea posible».
Martínez también exhorta a las autoridades españolas a presionar a las venezolanas para que se ocupen del asunto.
Contactadas por la redacción, ni la Embajada de Venezuela en España ni el Consulado del país sudamericano en Madrid respondieron a las solicitudes de entrevista de BBC Mundo.
Olivia se une al llamado de la diputada española y le «ruega» a las autoridades venezolanas que autoricen un vuelo a Caracas.
«Nosotros no somos migrantes, somos turistas y solo queremos regresar a Venezuela», dice.
«No vinimos con la idea de quedarnos. Yo tenía mi boleto de regreso y todos los que estamos aquí tenemos pasaje».
«Lo que estamos pidiendo no va a representar un gran costo para el Estado, tampoco va a ser una molestia porque todos estamos sanos, nos hemos chequeado y nos hemos cuidado muchísimo», insiste Olivia, antes de agregar que no piden nada descabellado, pues «la mayoría de los países están repatriando a su gente».
«Ya no sabemos qué hacer»
A lo largo de los más de 4 meses que llevan esperando un vuelo, el grupo de aproximadamente 700 venezolanos dice que ha intentado contactar al gobierno venezolano por diferentes medios, sin recibir ningún tipo de respuesta.
«Ya no sabemos qué hacer. Hemos recurrido a todas las autoridades venezolanas habidas y por haber», reitera del Gaudio, vocero del grupo.
Por su parte, Fanny Hidaldo le pide tanto a los dirigentes venezolanos como a los españoles que evalúen la posibilidad de que los envíen en un avión que, según ella, partirá al aeropuerto Internacional Simón Bolívar -que sirve a la capital venezolana- el 22 de julio a buscar a españoles que se encuentran en el país sudamericano.
«Yo sé que mucha gente se pregunta por qué quiero regresar a Venezuela cuando todo el mundo se quiere ir», añade la apurense.
«Pero la realidad es que allá me está esperando mi casa, mis amigos y, sobre todo, mi familia».
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