«Entrada a Irán», dice en inglés y en farsi en un pequeño cartel cerca de la frontera que separa a Irak de Irán.
Esa es la última imagen que el turista español Santiago Sánchez Cogedor envió a su familia, que no supo nada más de su paradero durante casi dos semanas luego de aquel mensaje.
Oriundo de Alcalá de Henares, una localidad perteneciente a la Comunidad de Madrid, al noreste de la capital de España, Santiago Sánchez es un exmilitar español de 41 años que trabajó como paracaidista en el ejército durante un par de años.
Es un hombre a quien le encanta caminar. Ha recorrido el mundo a pie y en bicicleta. También le gusta el boxeo, el fútbol y es un gran fan del Real Madrid.
Sus pasiones lo empujaron a proponerse a sí mismo ir al Mundial de Qatar 2022 caminando.
Pero acabó preso en una cárcel iraní que ha recibido múltiples denuncias por supuestos abusos de los derechos humanos.
Ocho meses para alcanzar su destino
Su viaje a Qatar comenzó en 8 de enero de 2022.
Inició su recorrido en el Estadio Nuevo Matapiñonera, en la capital española, con el apoyo del Ayuntamiento de San Sebastián y un grupo de activistas medioambientales locales.
Tenía previsto llegar a Doha, la capital de Qatar, en noviembre de ese mismo año, tras recorrer en ocho meses unos 7.000 kilómetros.
Irán sería su última parada antes de llegar a su destino.
Ingresó a la república islámica el 23 de septiembre de 2022, luego de atravesar más de una decena de países.
Su plan era tomar un barco con destino a Qatar desde la ciudad portuaria iraní de Bandar Abbas, en la costa del Golfo Pérsico.
El mundial de fútbol comenzó, pero Santiago nunca llegó a su destino.
Fue detenido por las autoridades iraníes en el cementerio de Aichi, en la ciudad de Saqqez, cuando visitaba la tumba de la activista Mahsa Amini, una mujer iraní de origen kurdo que fue arrestada y torturada por la policía religiosa islámica por no ponerse el velo correctamente.
«No sabía que era ilegal»
La muerte de Mahsa Amini el 16 de septiembre de 2022 desató una ola de protestas masivas que se extendieron por todo el país.
La llegada de Santiago a Irán coincidió con esos acontecimientos que dieron la vuelta al mundo.
Durante el inicio de las protestas por la muerte de Mahsa Amini, en las que murieron cientos de manifestantes, incluidos decenas de niños, Internet en Irán sufrió múltiples y constantes interrupciones, por lo que Santiago le advirtió a su familia que la comunicación podría ser difícil y que no se preocuparan si no recibían mensajes de él durante unos días.
Por ello, su familia no sospechó el infierno por el que Santiago estaba pasando desde el 2 de octubre de 2022, cuando decidió visitar la tumba de Mahsa Amini.
Franco Salamanca, un amigo cercano de Santiago, le contó al servicio persa de la BBC que desde la llegada del español a Irán varias personas le sugirieron visitar el lugar.
Según Salamanca, su amigo estaba tomando fotos de la tumba cuando las fuerzas de seguridad de civil se le acercaron.
Él continuó recorriendo el lugar, pues no creía que estuviera haciendo nada malo o inusual.
Poco después, los agentes policiales le pusieron «algo» en la cabeza y lo arrestaron.
«Santiago no sabía que tomar fotos de la tumba de Mahsa Amini era ilegal», cuenta Salamanca.
Poco después, se enteró de que lo estaban acusando de espionaje.
Una cárcel criticada y temida
Sánchez fue trasladado posteriormente a la prisión de Evin, donde pasó cerca de dos meses en régimen de aislamiento.
La cárcel de Evin, ubicada en el barrio homónimo de Teherán, la capital iraní, ha sido criticada durante mucho tiempo por grupos de derechos humanos occidentales.
Human Rights Watch asegura que las autoridades de la prisión usan amenazas de tortura y encarcelamiento indefinido.
La misma fuente afirma que a los prisioneros les niegan atención médica y son sometidos a largos interrogatorios.
Un grupo de hackers que se hacen llamar Edalat-e Ali (Justicia de Ali) publicó en agosto de 2021 videos con imágenes de vigilancia filtradas desde prisión de Evin que mostraban a los guardias golpeando o maltratando a reclusos.
La cárcel alberga un gran número de presos políticos, periodistas y muchos ciudadanos extranjeros o con doble nacionalidad.
«Desde que me sacaron de la prisión Evin no he podido dormir sin pastillas. Es terrible. La soledad nunca te abandona, ni siquiera después de que te pongan en ‘libertad'», describió un exrecluso, que estuvo en confinamiento solitario a la organización Human Rights Watch.
«Nunca participó en ninguna protesta»
Un exrecluso iraní, liberado recientemente que conoció a Santiago en la prisión le dijo al servicio persa de la BBC que el español pasó alrededor de un mes recluido en régimen de aislamiento en el centro de detención de la Inteligencia iraní en Sanandaj.
Inmediatamente después fue trasladado al pabellón 209 de la prisión de Evin.
“En Sanandaj lo acosaron y lo juntaron con presos drogadictos», cuenta el exrecluso.
En la actualidad, Santiago está siendo representado por un abogado iraní cuyos honorarios los pagan sus amigos.
Salamanca, el amigo de Santiago, le contó a la BBC que las autoridades iraníes lo acusan de «espionaje» y «participación en protestas iraníes», pese a que su amigo «nunca participó en ninguna protesta».
Un antiguo recluso, que no quiso ser identificado, le dijo a la BBC que durante mucho tiempo Santiago no supo de qué cargos lo acusaban .
Su juicio aún no ha comenzado.
Clases de boxeo en la cárcel
Según Salamanca, Santiago pasa sus días en prisión trabajando y aprendiendo.
Además, trata de llamar a sus amigos y familiares por Skype «cada dos semanas» y se ha reunido con el embajador de España en Irán tres veces.
“A Santiago le encanta caminar por el mundo, una vez caminó de México a Chile», recuerda su amigo.
Un antiguo reo que estuvo en la misma prisión que él cuenta que, como Santiago era entrenador de boxeo, solía enseñar el deporte a los presos.
“Tiene una buena relación con todos en el pabellón 209 porque tiene un carácter amable».
«Durante el tiempo que estuve en la cárcel solía sentarse con los presos. (Santiago) es una persona religiosa e incluso recitaba oraciones con nosotros. Cuando me veía inquieto solía empatizar conmigo; Solía llorar y reír con nosotros», agrega.
Otra fuente que habló con la BBC dijo que Santiago estaba constantemente preocupado por la salud de su madre, que sufre de insuficiencia renal.
Según Franco Salamanca, la familia Santiago está «muy triste» y cree que las autoridades españolas no están haciendo los esfuerzos necesarios para liberarlo.
«Se han puesto en contacto con las autoridades españolas muchas veces, pero les dan falsas promesas de que lo liberarán este mes o el próximo».
Tras la liberación en febrero de la joven gallega Ana Baneira Suárez, de 24 años, quien estuvo presa en Irán desde noviembre del año pasado, el ministro de Asuntos Exteriores de España, José Manuel Albares, aseguró que el gobierno continúa trabajando para liberar a Santiago Sánchez.
El 9 de marzo, Albares agregó que las gestiones «no van a cejar» hasta que Santiago esté «entre los suyos» en España.
«Para que eso se produzca, yo les pediría discreción porque la diplomacia requiere discreción y porque las gestiones solo pueden ser discretas», añadió.