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Miuccia Prada, la italiana que dejó las ciencias políticas y el mimo para convertirse en uno de los personajes más ricos y famosos del mundo de la moda

por BBC News Mundo BBC News Mundo

A sus 75 años, la italiana Miuccia Prada es una veterana del mundo de la moda.

Celebrada por sus diseños minimalistas que se alejan del modelo de mujer sexualizada y desafían las ideas tradiciones de lo que se considera bello o lujoso, Miuccia siempre apostó por un camino diferente.

Pero su extensa carrera no solo ha sido premiada con el reconocimiento de la crítica y del público. También le ha permitido amasar una inmensa fortuna, algo que no resulta tan frecuente en esta industria.

Con negocios valorados en US$6.200 millones, Miuccia Prada se encuentra actualmente entre las 500 personas más ricas del mundo.

¿Pero cómo llegó esta estudiante de mimo, miembro del Partido Comunista y doctora en Ciencias Políticas a crear el imperio que es hoy el Grupo Prada?

Negocio familiar

Nacida en Milán en 1949 en el seno de una familia acomodada, su verdadero nombre es Maria Bianchi (Miuccia Prada como tal surgiría muchos años después).

Fue criada en un edificio de cuatro pisos de principios del siglo XIX, donde aún vive en la actualidad

Su padre, Luigi Bianchi, dirigía una fábrica de cortadoras de césped y su madre, Louisa, había heredado el negocio familiar, Hermanos Prada, que comercializaba accesorios de cuero y otros objetos de viaje confeccionados en Italia.

Aunque era propiedad de su madre, esta tenía muy poca influencia en el negocio: por ser mujer era considerada incapaz de llevar adelante una empresa de esta magnitud.

La empresa familiar no era algo que le interesara a Miuccia en un comienzo / Getty Images

Más allá de la posición que ocupaban las mujeres a principios y mediados del siglo XX en Italia, a lo largo de los años Miuccia no demostró particular interés por la marroquinería de la familia.

Sus ideas y su pasión circulaban por territorios muy lejanos al ámbito del comercio.

Rebelde vestida de Yves Saint Laurent

Rebelde, inteligente y activa, Miuccia militaba en el Partido Comunista, en la Unión de Mujeres Italianas. Su gran sueño era construir un mundo más justo e igualitario.

Y aunque participaba en protestas y marchas, manifestándose en contra del capitalismo y en solidaridad con otras causas sociales, rara vez lo hacía vestida con jeans, como la gran mayoría de los estudiantes: aparecía en tacones altos, luciendo elegantes prendas de Ives Saint Laurent.

De la universidad a la pasarela, pasando por entrenamiento de mimo / Getty Images

Después de obtener un doctorado en Ciencias Políticas, su carrera dio un giro. Miuccia pasó cinco años en el Piccolo Teatro de Milán entrenando como artista de mimo.

Sin embargo, sus padres —descontentos con las elecciones poco ortodoxas de la joven Miuccia— le prohibieron continuar con sus estudios y le exigieron que se sumara a la empresa de la familia.

Cambios múltiples

Las habilidades aprendidas en la universidad y el teatro no le servían de mucho a la hora de diseñar accesorios. Ella misma confesó que no sabía dibujar.

Pero sin otra alternativa se unió a la empresa (que en ese momento era solo una tienda) y, para la década de 1970, cuando su madre se retiró, Miuccia se hizo cargo del negocio, cuyas ventas anuales en ese momento rondaban los US$45.000.

Aunque en un principio le avergonzaba trabajar en un rubro catalogado como superficial, sobre todo reconociéndose feminista, poco a poco comenzó a disfrutar de su nuevo oficio que le brindaba una gran independencia.

Y el mismo año que tomó las riendas de la compañía, se encontró con un hombre en una feria comercial que cambió el rumbo de su empresa (y de su vida).

Ese hombre era Patrizio Bertelli, un emprendedor de la Toscana con grandes ambiciones que dirigía una fábrica de cuero en Italia.

La relación de la pareja ha sido descrita como «volcánica» / Getty Images

Miuccia —que lo acusaba de hacer imitaciones baratas de sus carteras— lo encontraba arrogante, discutidor, pero…

La atracción fue inmediata. Se embarcaron pronto en una relación —romántica y comercial— que continúa hoy día, a la que muchos han descrito como “volcánica”.

Juntos comenzaron a hacer cambios a la marca: Patrizio la convenció de añadir zapatos a su línea de productos y de abrir una segunda tienda en Milán.

Introdujeron además otra innovación que en ese momento pasó relativamente desapercibida pero que más tarde provocaría una revolución: poco convencida con los bolsos de cuero que tenían en su almacén, Miuccia descubrió un material llamado Pocono (un nylon sedoso y resistente usado en la fabricación de paracaídas) y diseñó con este unas mochilas que lanzó en 1984.

Otros éxitos fueron más inmediatos, como el clásico bolso Prada que se convirtió en 1985 en un fenónmeno de ventas.

De empresa familiar a corporación global

La pareja se casó en 1987 tras ocho años de convivencia. En vez de tomar su apellido, Miuccia convenció a una tía soltera de que la adoptara, para hacer que su nombre coincidiera con el de su negocio, y así se convirtió oficialmente en Miuccia (su apodo familiar) Prada.

Finalmente, en 1988, Miuccia se volcó a diseñar ropa, algo que, inicialmente no tenía interés en hacer.

Patrizio llegó a un acuerdo con varias tiendas en Estados Unidos donde estipuló que si querían vender sus accesorios, tenían también que vender su nueva línea de ropa.

Una de las carteras más reconocidas de la marca / Getty Images

Fue una decisión inteligente que les permitió tomar físicamente el espacio que de otro modo utilizarían otros diseñadores de ropa y ofrecer a la vez las mochilas de nylon, que Miuccia había empezado a regalar a los editores de moda.

El plan funcionó: los editores la amaron y, para 1990, la mochila Prada de nylon se había vuelto un accesorio indispensable.

Esto dio lugar a un cambio: Prada pasó de ser una pequeña empresa familiar de objetos de calidad y bien diseñados a una corporación global para un mercado más amplio.

Mochila de Prada, versión mini / Getty Images

Gracias a la popularidad de su mochila, las ventas se dispararon y para 1990 llegaban a los US$50 millones en EE UU.

Por eso podemos decir que, probablemente, a comienzos de 1990, a sus 41 años, Miuccia se convirtió oficialmente en millonaria.

Del millón a los mil millones

Un factor que acrecentó la fortuna la empresa fue la influencia de las celebrities, que acercaron marcas como Pada al público en general.

Un episodio muy famoso fue la celebración de los Oscar en 1995, en la que Uma Thurman —nominada a Mejor Actriz de Reparto por Pulp Fiction— apareció en la alfombra roja con un vestido de Prada.

Era un modelo muy simple, minimalista, chic, en tono lavanda y poco sexy. Thurman no ganó la estatuilla, pero el vestido llegó a las primeras páginas de todos los diarios.

Miuccia y Patrizio capitalizaron este momento y la marca explotó.

En los 90, Prada además lanzó una nueva marca más experimental para gente joven —Miu Miu— así como una línea de Prada para hombres y ropa deportiva. Fueron los primeros en crear ropa de diseño pero más casual.

Y comenzaron a abrir sucursales de Prada en todo el mundo. Hacia finales de la década de los 90 ya existían cerca de 100 tiendas, y las ventas habían alcanzado los US$$850 millones.

Un vestido muy simple que llegó a las tapas de todos los diarios / Getty Images

Aun así, la pareja no se detuvo para saborear su éxito: Patrizio estaba decidido a expandir el imperio Prada. Su objetivo era construir una multimarca de lujo que pudiese competir con LVMH, de Bernard Arnault, presidente y director ejecutivo del mayor grupo de artículos de lujo del mundo.

El grupo Prada hizo una serie de transacciones, como comprar acciones en Gucci, venderlas, e invierte en más de 10 compañías de moda.

En 2001, la revista Forbes estimó la fortuna de Miuccia Prada en US$1.400 millones (basándose en lo que valdría la compañía si vendiera sus acciones al público).

Es decir, a sus 52 años, Miuccia Prada podía considerarse multimillonaria… hasta 2007, en que Forbes la retiró de su lista.

A esto le siguen más subidas y bajadas vinculadas a la crisis financiera, el auge del mercado de lujo en Asia e incluso al éxito de la película The Devil Wears Prada (El diablo se vista a la moda, en español), en la que Meryl Streep interpreta a una ficcionalizada Anna Wintour, editora de la versión estadounidense de la revista Vogue.

Prada

Miuccia Prada y Anna Wintour / Getty Images

Hasta que, en 2012, Prada regresa a la famosa lista de Forbes, en el puesto 139.

Desde entonces, continúa el éxito. La empresa sigue creciendo y hoy día su fortuna está valuada en alrededor de US$6.200 millones.

A sus 75 años Miuccia sigue diseñando para Prada y Miu Miu.

Sin embargo, en 2023 Miuccia renunció (al igual que Patrizio) al cargo de codirectora ejecutiva.

Ahora está mas centrada en su legado y en lo que viene después si se aleja del grupo Prada.

*Basado en el programa de radio de la BBC Good Bad Billioner, presentado por el editor de negocios de la BBC Simon Jack y la periodista Zing Tsjeng.