Durante un periodo muy corto hacia finales de los 80, el francés Fabrice Morvan y el alemán Rob Pilatus, integrantes de Milli Vanilli, alcanzaron la cima de la industria musical. Su primer disco Girl, you know it’s true (Nena, sabes que es verdad) se convirtió en un éxito internacional que los lanzó a la fama y les hizo ganar el premio Grammy al Mejor Artista Nuevo en 1990.
Pero todo se desmoronó cuando se supo que Fabrice y Rob no eran los que cantaban sus éxitos, sino músicos de estudio anónimos a los que pagaba su discográfica.
Cuando se destapó el escándalo, Milli Vanilli se convirtió en protagonista de uno de los fraudes más sonados de la historia de la música pop. Así, la vida de los integrantes del dúo se transformó en un calvario.
Ahora, la historia detrás de este escándalo es objeto de un documental que se estrenó hace unos meses en el Festival de Cine de Tribeca, en Nueva York y que actualmente se encuentra en streaming en Paramount+.
Fabrice, quien actualmente vive con su familia en Ámsterdam, en Países Bajos, habló con la BBC en 2018 y recordó el inicio, el ascenso y la estrepitosa caída de la banda que integró hace más de tres décadas.
Los inicios de Milli Vanilli en Múnich
Rob y Fab se conocieron en las pistas de baile de Múnich, en Alemania, a mediados de los 80.
Lo que en un principio fue una relación competitiva, en la que se disputaban chicas y las pistas de baile, pasó a convertirse en una colaboración con la que empezaron a dejar su huella en las discotecas más importantes de la ciudad.
“Si estabas en una discoteca con nosotros en esa época, la pasabas increíble. La música era super ecléctica, iba desde Chaka Khan a Run DMC, Earth, Wind and Fire, Donna Summer o Prince; y siempre nos asegurábamos de que el ‘stimmung’, como llamábamos en alemán a la vibra, estuviera ardiendo”, le contó Fabrice a la BBC.
Parte del encanto era su estilo, dijo, el cual basaban en las tendencias de moda que imponían las estrellas del pop de la época.
“Bueno, cuando eres un hombre joven, tu prioridad son las mujeres. Y por supuesto nos encantaba la moda, y nos gustaba vernos bien así fuera con ropa de hombre o de mujer”.
“Recuerdo una novia que me decía, ‘ay pero esos son pantalones de mujer’, y yo le decía, ‘bueno, pero se ven geniales’. Creo que a eso apuntábamos, a ser diferentes en cómo nos veíamos (…) Pero lo que siempre quise fue entrar en el mundo de la música porque ahí era donde estaba mi corazón”.
La oportunidad
El mundo de Rob y Fabrice empezó a girar en torno a ese sueño y su grupo de amigos comenzó a incluir a productores y músicos de grabación. Algunos de ellos, trabajaban para el exitoso productor alemán Frank Farian, quien había lanzado a la fama al grupo Boney M.
Boney M., reconocido en los años 70 por canciones como Rivers of Babylon, Ma Baker o Rasputin, fue una idea de Farian. Fue pionero del modelo que luego aplicaría con Milli Vanilli: en Boney M. Farian interpretó y grabó la voz masculina, mientras que la cara oficial en las presentaciones y los álbumes era la de Bobby Farrell.
Pero en 1987, años antes de conocerse la verdad sobre las prácticas de Farian, el grupo todavía era una máquina de éxitos y una carta de presentación dorada para el productor.
Deslumbrados por el éxito de Farian y el brillo de los discos de oro y platino que adornaban las paredes de su oficina en Frankfurt, Rob y Fabrice firmaron un contrato de grabación sin entender qué era lo que iban a tener que hacer.
“Cuando nos dieron este contrato, no teníamos manager, no teníamos abogado, el documento estaba en alemán. Nos llevamos el contrato al hotel, actuamos como si lo hubiéramos leído pero nunca le prestamos atención (…); éramos jóvenes, inocentes y lo más importante era que nos iban a dar un adelanto con el que íbamos a poder pagar el alquiler”, contó Fabrice.
Emocionados, Rob y Fabrice llegaron a la primera sesión de grabación y se encontraron a Frank, sentado en su silla, “sintiéndose orgulloso y feliz”.
“Presionó el botón de play y empezó a sonar una versión instrumental de Girl, you know it’s true y fue una sensación increíble pensar que esta canción iba a ser nuestra; que nuestras voces la iban a acompañar, y que íbamos a viajar por el mundo de gira”.
Del cielo al infierno
Al no hablar alemán, Fabrice no entendía por qué el que se suponía que debía ser el primero de varios días de grabación había empezado con un fuerte altercado entre Rob y Farian.
“Podía darme cuenta que Rob estaba diciendo que no. Pero lo que no podía entender era cómo todo había pasado de ser fantástico en la habitación de al lado a estar peleando”, dijo Fabrice.
“Cuando Frank salió furioso, Rob se me acercó y me dijo: ‘Quieren que hagamos lip sync (mover los labios sin cantar)’”.
Fabrice aseguró que tanto él como Rob estaban convencidos de no querer ser parte del engaño. Intentaron, asimismo, encontrar a Farian para expresar su posición.
“Nunca lo encontramos pero su asistente nos explicó que habíamos recibido dinero de su parte, y que ese dinero no era gratis. Ahora íbamos a tener que pagarles. Y de un momento a otro, estábamos enfrentados con la idea de que tendríamos que conseguir un trabajo para pagar una suma grande de dinero”.
“Su respuesta fue: ‘Para pagarnos, solo hagan esta canción’,”
Girl, you know it’s true, de Milli Vanilli
En 1989, el primer sencillo de Milli Vanilli, Girl, you know it’s true, estaba ascendiendo rápidamente en las listas de éxitos internacionales.
Alcanzó el primer lugar de las listas en Alemania, el tercero en Reino Unido y en EE.UU. se posicionó como la segunda canción más escuchada del país. Esto convirtió a Rob y a Fabrice en estrellas, casi de la noche a la mañana.
“Viajábamos a todos lados, nos quedábamos en hoteles, llamábamos a la recepción y nos llegaba comida (…) De repente, nos expusieron a esta vida después de haber venido de la nada, y luego del lanzamiento de Girl, you know it’s true, las cosas solo crecieron”, contó Fabrice.
El álbum debut de la banda en Norteamérica, titulado igual que su primer sencillo, se mantuvo durante siete semanas en el primer puesto de la lista Billboard 200 (los 200 álbumes más importantes), vendió 14 millones de copias y colocó 4 sencillos en el primer lugar de las listas de éxitos.
Además, Milli Vanilli se llevó el premio al Mejor Artista Nuevo tanto en los American Music Awards como en los premios más importantes de la música, los Grammy, todo sin que Rob o Fabrice hubieran interpretado canción alguna.
Fabrice contó que, sentado en el auditorio esperando a que anunciaran a los ganadores, tenía una sensación agridulce. “Hay un sentimiento super eufórico y luego está el sentimiento super triste de saber la verdad de que nosotros no habíamos cantado y que no nos merecíamos el premio”.
“Era muy difícil porque no podías estar rodeado de muchas personas, porque entonces alguien nuevo se enteraría. Así que estábamos solos”.
La debacle
Cuantas más personas conocían a la banda, más fuertes empezaron a hacerse los rumores de que los integrantes de Milli Vanilli no cantaban sus propias canciones.
La banda se convirtió en el blanco de comediantes y comentaristas quienes a su vez, amplificaban los rumores y les daban vida propia en una era previa a la llegada del internet.
Pero lo que Fabrice y Rob nunca esperaron fue que fuera el mismo Farian el que destapara la olla durante una rueda de prensa en noviembre de 1990, y revelara que ellos no habían cantado en el álbum, a pesar de figurar como los cantantes.
Farian aseguró que contaba la verdad porque Fabrice y Rob querían cantar en su segundo disco. “Les dije: ‘No, yo no voy con eso’, puede que tengan voces pero no es lo que quiero usar en mis grabaciones”.
A pesar del shock inicial, según le contó Fabrice a la BBC, el anuncio para él fue liberador. “Sentí que todo finalmente había terminado. Fue tan difícil trabajar así durante todos esos años.”
La respuesta fue una nueva rueda de prensa que empezaría con lo que los fanáticos creían que veían cuando escuchaban a Milli Vanilli en vivo: Rob y Fabrice cantando de verdad.
Pero el daño estaba hecho. Durante la rueda de prensa Rob devolvió el Grammy. De esta manera, fue la primera agrupación en tener que devolver la estatuilla desde la creación de los premios. Además, se tuvieron que enfrentar a al menos 27 demandas distintas por fraude en EE.UU.
Fabrice cuenta que, después de la revelación, su vida había cambiado de la noche a la mañana, al igual que había ocurrido con la llegada de su fama.
“Pasamos de ser celebrados a ser objeto de chistes y, sea quien seas, eso tiene un impacto en ti. Desafortunadamente, para Rob no había una vida posterior a Milli Vanilli. Yo sí la veía, y me había hecho a la idea de que el tren iba a parar al final. Pero para Rob fue una sorpresa”.
“Entró en un modo destructivo, empezó a consumir más drogas para olvidarse de lo que estaba ocurriendo”, contó Fabrice. “Un día, estaba en mi sala de estar en Los Ángeles cuando recibí una llamada de mi manager y fue devastadora”.
El 2 de abril de 1998, ocho años después de que se conociera el escándalo de Milli Vanilli, Rob Pilatus fue encontrado muerto en un hotel cerca de Frankfurt. Tenía 33 años. Según las autoridades, falleció de una sobredosis accidental de alcohol y otras drogas.
“Yo siempre tuve miedo de algo así”, le contó Fabrice a la BBC, “por cómo se trataba, no era bueno consigo mismo. Estaba intentando escapar del dolor, porque fue muy duro perderlo todo”.
Para Fabrice, la salvación estuvo en aquello mismo que lo llevó al fondo del abismo, la música. Se unió con uno de los vocalistas originales de Milli Vanilli e hizo un tour por Europa, cantando los clásicos de la banda.
“Nunca dejé de creer que la música es vida y la cura, y la música me salvó. La razón por la que sigo aquí es porque nunca dejé de hacer música.”
Actualmente vive en Ámsterdam con su esposa y sus cuatro hijos.
Farian por su lado se mantuvo activo en el mundo de la música, produciendo a otras agrupaciones de principios de los 90. Además, en 2006, produjo un musical con las canciones de Boney M. y Milli Vanilli.
Durante su carrera ha vendido más de 850 millones de discos.