Muchos esperaban que el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, aprovechara su visita del miércoles a la comunidad más importante de venezolanos en Miami para anunciar acciones concretas contra el gobierno de Nicolás Maduro.
Pero el número dos del gobierno de Donald Trump omitió de su discurso hablar expresamente de «sanciones» o «intervención militar», como había asomado hace dos semanas el presidente estadounidense.
Por el contrario, Pence insistió en una «solución pacífica»para Venezuela con la ayuda de los países aliados de Estados Unidos en la región.
«Continuaremos actuando hasta que el régimen de Maduro celebre elecciones libres, libere a todos los presos políticos y acabe con la represión», dijo el vicepresidente en un evento en la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, en la ciudad de Doral, al oeste de Miami, que tiene la mayor población de venezolanos en el país.
La visita de Pence a Miami se dio días después de haber finalizado una gira por varios países latinoamericanos, en la que, según dijo, se concentró en «condenar el régimen de Maduro», aunque algunos consideran que tuvo el objetivo de calmar los ánimos tras la declaración de Trump, que fue criticada por varios gobiernos regionales.
Entre los asistentes al evento estaban políticos venezolanos, como el exalcalde Ramón Muchacho y el exdiputado Carlos Vecchio, así como miembros de la comunidad cubana y seguidores del gobierno de Trump, que llevaban gorras con mensajes de apoyo al gobierno del republicano.
Previo a su discurso del miércoles, el vicepresidente se reunió con 15 activistas y estudiantes durante dos horas para discutir a puerta cerrada sobre la crisis en Venezuela.
Uno de ellos fue Reynaldo Marvez, dirigente estudiantil que denunció haber sido torturado y secuestrado por la policía de inteligencia de Venezuela. Por ese motivo, decidió asilarse en Estados Unidos hace tres meses.
«El vicepresidente escuchó cada uno de nuestros casos e hizo comentarios individuales para alentarnos a seguir valientes y en la lucha», le dijo Marvez a BBC Mundo.
Marvez señaló que «casi todos» los presentes en la junta privada mencionaron la «necesidad de apoyo para la diáspora venezolana en Estados Unidos», pero Pence no se refirió directamente al tema.
«Hablamos sobre un estatus de protección migratoria para los venezolanos. Él dijo que el gobierno está haciendo la gestión necesaria para ayudar a los que están en Venezuela y también a los que han tenido que migrar», añadió.
«No queremos dos Cubas»
Pese a que Mike Pence era el invitado de honor, el mensaje del senador de Florida Marco Rubio pareció resonar más entre los venezolanos que asistieron al evento.
Entre gritos y ovaciones, Rubio arremetió nuevamente contra el diputado venezolano Diosdado Cabello, llamándolo el «Pablo Escobar» de Venezuela y denunció a los funcionarios del gobierno de Caracas de ser «criminales y narcotraficantes».
«En el hemisferio ya tenemos una Cuba, no queremos dos Cubas», dijo, y el auditorio se desató en aplausos.
El tono desafiante de Rubio, que coincide con el del propio Trump, era el que algunos venezolanos esperaban oírle a Pence.
Como Gisella Barrios, una joven de 22 años que llevaba una camiseta con la palabra «Resistencia» y que dijo identificarse con los jóvenes manifestantes que se enfrentan a las fuerzas de seguridad en Venezuela.
«Pence habló de ir a unas elecciones. La resistencia no está de acuerdo porque eso no tumba gobiernos. Queremos que se haga la intervención militar, siempre y cuando se afecte directamente al gobierno y no a más inocentes», le dijo a BBC Mundo.
«El gobierno de Nicolás Maduro necesita temblar. Estoy contenta de haber venido, pero necesitamos rudeza», añadió la joven que lleva un año y medio viviendo en Miami.
Otros concordaron con la opinión de Barrios.
«Hemos agotado todas las alternativas civiles. La intervención militar es la solución. Los americanos no se quedan con los países», dijo Emilia Delgado, quien lleva casi dos décadas viviendo en Miami.
«Pasó con Noriega y hoy en día ves el progreso de Panamá. Así que debería (el gobierno estadounidense) poner en evaluación todas las alternativas, incluso la militar», dijo Carlos Meza, que hizo una fila de más de dos horas para entrar al evento en la iglesia.
La intervención del vicepresidente acabó con aplausos y el grito al unísono de la palabra «libertad». Pero en un costado de la iglesia, visible desde todos los ángulos, una pancarta llevaba un mensaje que quizá resume el sentir de muchos exiliados venezolanos en Miami.
«La resistencia venezolana pide asistencia militar», decía.
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