La pandemia de covid-19 nos ha llevado a preguntarnos: ¿cuánto tiempo lleva crear una vacuna?
No hay una respuesta correcta, pero sabemos que la que más rápido se ha desarrollado hasta ahora fue obra de un hombre del que probablemente nunca hayas oído hablar, a pesar de ser una inspiración para los fabricantes de vacunas de hoy.
El doctor Maurice Hilleman creó 40 vacunas animales y humanas y, de las 14 que se le administran habitualmente a los niños, nueve fueron creadas o desarrolladas por él.
Hilleman era un personaje duro e impulsivo, conocido por su mente brillante, su lealtad a su equipo y su lenguaje vulgar. Su amigo, el doctor Antony Fauci, lo describía como «un gruñón adorable».
Pero también era un padre cariñoso y fue su hija Jeryl Lynn, quien, cuando tenía 5 años, lo ayudó, sin intención, a desarrollar en tiempo récord su vacuna contra las paperas.
«Mi padre tenía una lista de enfermedades que sentía que debían abordarse», le contó a la BBC.
Con la muerte cerca
Había nacido en 1919 durante la pandemia de gripe española, en la zona rural de Montana, Estados Unidos.
«Era el más joven de nueve hijos. Su madre y su hermana gemela murieron al nacer. Él mismo apenas logró sobrevivir ese período de infancia recién nacido», señala su hija.
«Lo crió su tía y tío que vivían al lado. La familia era muy pobre. Tuvieron que lidiar con climas muy difíciles, períodos de sequía, inundaciones, frío extremo. Uno de sus hermanos murió de apendicitis».
«La mortalidad estaba constantemente a su alrededor, y pienso que eso creó parte del impulso y el deseo de ser útil que mantuvo a lo largo de su vida».
Primeras vacunas
El primer trabajo de Hilleman fue en los grandes almacenes locales. Pero sus hermanos lo persuadieron para postularse a la Universidad Estatal de Montana. Y tras graduarse en microbiología con las mejores calificaciones de su año, se mudó a Chicago para estudiar un doctorado.
«Eso era muy raro en ese momento en su área. Estaba becado pero no tenía dinero. Su dieta consistía en un hot dog al día», dice Jeryl Lynn.
Su tesis doctoral fue innovadora. En 1944, con solo 25 años, Hilleman demostró que la clamidia no era un virus sino una bacteria que podía tratarse con antibióticos.
Rechazó una carrera en la academia para trabajar para una compañía farmacéutica y el ejército estadounidense.
Desarrolló una vacuna para la encefalitis japonesa, un virus que causa daño cerebral. Y mostró cómo los virus de la gripe mutan cada año, previniendo una pandemia al actualizar una vacuna.
En vez de cariño, conocimiento
Para cuando nació su hija Jeryl Lynn, Hilleman ya había ayudado a salvar millones de vidas.
«Mientras crecía y realmente durante la mayor parte de su vida, mi padre trabajaba para Merck, la gran compañía farmacéutica, y podía contar con que él estuviera en casa para cenar todas las noches.
«Teníamos conversaciones agradables durante la cena y luego lavábamos los platos y él se iba a su estudio; yo entraba y salía de allí todo el tiempo y él siempre se detenía y tomaba tiempo para mí, ¡pero seguía trabajando!»
En 1963, cuando tenía cinco años, Jeryl Lynn se despertó en medio de la noche pues no se sentía bien.
Describió lo que sentía y, para su sorpresa, Hilleman no hizo lo que ella esperaba.
«En vez de, no sé, darme un vaso de agua y volver a meterme en la cama con cariño, sacó el manual de Merck, un compendio excelente sobre enfermedades para buscar los síntomas de las enfermedades».
Después de acostarla, Hilleman se puso en acción.
«Salió corriendo al laboratorio en medio de la noche y regresó a casa con un hisopo y una placa de Petri».
Paso seguido, tomó una muestra de la mucosidad en la garganta.
Las paperas indicadas
Estaba seguro de que Jeryl Lynn tenía paperas. Lo que no sabía era cuál cepa. Algunas formas de paperas son relativamente inofensivas. Otras infectan el cerebro y la médula espinal, causando meningitis e incluso pérdida de audición.
«Fue afortunado o fortuito que este hombre, probablemente el mayor creador de vacunas del mundo, tuviera una hija que resultó infectada por una cepa de paperas que no era particularmente probable que infectara el cerebro y la médula espinal, de modo que cuando hizo la vacuna terminó siendo notablemente segura», le dijo a la BBC Paul Offit es profesor de pediatría y vacunología en la Universidad de Pensilvania.
«Yo solía bromear diciendo que era una prueba de cuán buena hija era que incluso logré enfermarme de la manera correcta, pues el virus tenía las propiedades que querían. Creció en la placa Petri y cumplió con sus especificaciones», cuenta Jeryl Lynn.
Debido a que Hilleman trabajaba en la industria, tenía los recursos para desarrollar, probar y producir en masa la vacuna.
«Se involucró apasionadamente en todo el proceso. Hay mucha coordinación para poder entregarle una vacuna a los médicos, y mi padre dirigió el proyecto hasta el final».
En un dos por tres
En los años 60, los ensayos clínicos eran más pequeños y rápidos, con menos regulación. El virus fue probado en 1966 y aprobado un año después. Es decir, el proceso duró 4 años.
A la cepa del virus utilizada en la vacuna le pusieron el nombre de Jeryl Lynn y su hermanita Kirsten fue una de las primeras en ser inoculadas.
Hilleman combinó su vacuna contra las paperas con las que desarrolló contra el sarampión y la rubéola para producir la vacuna triple vírica o vacuna triple viral (conocida también como SPR y SRP), para inmunizar contra estas tres enfermedades.
Y, si bien la de las paperas es la vacuna más rápidamente desarrollada, es apenas una de las decenas que produjo Hilleman.
«¿Cómo hizo lo que hizo? Siempre tenía razón… suena tan imposible, pero el hecho es que es cierto», exclama Offit, quien trabajó con él en las décadas de 1980 y 90.
«Nunca quedaba satisfecho; cuando hacía una vacuna, solo era una cosa que podía tachar de su lista.
«Decía que cuando construía cercas en Montana, se tomaban un descanso por la tarde -todos se sentaban y tomaban agua-. Cuando terminaban, volvían a empezar y continuaban haciéndolo día tras día».
«Así mismo concebía su trabajo con las vacunas. Su objetivo, aunque imposible, era tratar de eliminar cualquier enfermedad infecciosa que pudiera causar que un niño sufriera o fuera hospitalizado o muriera«.
Trabajar con él, dice Offit, era duro.
«Tenía su forma de hacer las cosas y así tenía que ser. Era muy leal con quienes trabajaban para él, pero esperaba que trabajaran tan duro como él, lo que era prácticamente imposible.
«Nunca he conocido a nadie que fuera tan listo y también tan grosero. Hasta el punto que la farmacéutica Merck quiso darle este curso de entrenamiento de sensibilidad, pero se negó a ir diciendo: ‘¿Qué es esto? ¿Una escuela parroquial?‘».
El doctor Offit espera que el récord de su viejo amigo como el fabricante de vacunas más rápido pronto se rompa. Él forma parte de un equipo que trabaja para desarrollar una vacuna contra covid-19.
«Ojalá estuviera vivo hoy porque de estarlo, apuntaría a una vacuna y diría: «este es el camino a seguir»… y tendría razón, como siempre«.