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Pasarse el día pegado al teléfono móvil es una realidad de la época en que vivimos. Pero hay una nueva tribu urbana que está yendo a contracorriente… Y cada vez tiene más adeptos.
Se llaman a sí mismos los «desconectados» y se autoproclaman »anti-redes sociales».
«La presencia constante de las redes sociales en la vida de las personas tiene un impacto muy fuerte, y cuestiones como la falta de límites claros entre la vida offline y online están en el centro de debates emergentes», se lee en un informe de la consultoría alemana Statista con datos globales de 2018.
Y es que, aunque unos 2.800 millones de usuarios de internet en el mundo pasan un promedio de 109 minutos al día usando las redes sociales —sobre todo Facebook y a través del celular—, son muchos quienes permanecen inactivos. Y gran parte de ellos, por decisión propia.
La BBC habló con algunos de los «desconectados» para saber cuáles fueron los motivos que les llevaron a formar parte de ese grupo.
Una ruptura
Rupen G. Kalsi, una joven periodista y estudiante de filosofía, dice que dejó de usar por completo las redes sociales.
«Lo que lo desencadenó fue una ruptura. Creo que cuando ocurre algo así, necesitas dejar que esa persona ‘muera’ en las redes sociales, eliminarla de tu vida», le cuenta a la BBC.
«Me di cuenta de que (las redes sociales) no eran tan útiles para mí, de todas formas. Así que fui hasta el final y decidí no volver a usarlas nunca más».
Kalsi dice que su vida ha cambiado positivamente desde que eligió prescindir de ellas.
«No sé si los demás son felices, pero yo miro más a mi alrededor. Me gusta observar, echar un vistazo a lo que lleva puesto la gente, imaginar el tipo de personas que son…. Simplemente, tratar de vivir un poco más el momento», afirma.
«Muchas personas se toman descansos de las redes sociales, no es que esté haciendo algo especialmente divergente. Todos nos damos cuenta de que miramos demasiados memes y usamos demasiado Instagram. Se trata de hacer algo sobre ello».
Frenar la adicción
«El problema de las redes sociales es que generan adicción», le dice a la BBC Gabriel Egan, profesor en la Escuela de Humanidades de la Universidad de Montfort, en Reino Unido.
«Nadie quiere realmente pasar horas y horas cada día actualizando sus estados y observando lo que piensan otras personas sobre ellos. Nadie quiere hacer eso conscientemente, pero esos comportamientos son adictivos».
«Una vez que quedas atrapado en ese bucle, es muy difícil romperlo», añade Egan.
Por eso decidió sumarse a la ola de los desconectados.
«No es que queramos volver a un pasado idílico, un Edén que existió antes de las máquinas; es que necesitamos tomar el control de esas máquinas y usarlas para fines apropiados».
«Ni Facebook, ni Twitter, ni Instagram, ni WhatsApp», concluye.
Evitar comparaciones
«Lo malo es que piensas que las vidas de otras personas son más divertidas que la tuya», explica una joven británica que no da su nombre.
«No me gusta el término ‘redes sociales’ porque implica que están diseñadas para promover comportamientos sociales, pero suelen estarlo para promover la cantidad de atención que les damos», le dice a al BBC James Williams, de la Universidad de Oxford.
«Para llamar nuestra atención —y porque hay tanta competencia— el diseño tiene que apelar a nuestros instintos más básicos, a la parte automática, irracional e impulsiva», añade el especialista, quien investiga cómo las nuevas tecnologías usan técnicas de persuasión.
«Por eso existen cosas como el clickbait (contenidos que buscan conseguir tráfico directo en internet para generar ingresos), el sensacionalismo y cosas que buscan ofendernos».
«Hay toda una industria de consultores y psicólogos que ayudan a los diseñadores aactivar los botones adecuados en nuestro cerebro para que regresemos a por más y nos quedemos enganchados».
«Al fin y al cabo, son herramientas de publicidad, no plataformas sociales».
Estar más presente
«Me gusta estar presente cuando comparto algo sobre mí con alguien para saber lo que piensa, dejar el tema o contarles más sobre esa historia», le dice a la BBC Bernie Hogan, quien investiga asuntos relacionados con las redes sociales en el Instituto de Internet de la Universidad de Oxford, Reino Unido.
«A veces puedo ocultar una opinión en concreto en lugar de expresarla directamente porque tal vez requiere algunos matices», añade.
Y eso no es tan posible en el universo digital como en la vida real, según Hogan.
«El mundo es real, lo queramos creer o no, y es muy importante para nosotros tener una idea de dónde estamos ubicados en él».
Y precisamente por eso, algunos prefieren desconectarse de su vida en Internet en la medida de lo posible.
«Cuando estoy en el autobús, veo personas que parecen zombis. Y pienso: ‘Hace un día soleado. Hay algo que ver a tu alrededor, no solo tu teléfono», le cuenta un joven anónimo a la BBC.
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