Cuando en 2019 la petrolera estadounidense ExxonMobil se mudó a un edificio de siete pisos en Duke Street en Georgetown, la capital de Guyana, Christine Rudder, de 23 años, pensó como muchos de sus colegas que finalmente había llegado el momento de su generación.
El país, entonces uno de los más pobres del mundo, estaba a punto de iniciar la exploración comercial de petróleo.
Christine estaba especialmente emocionada porque vive en la misma calle que la petrolera, a sólo 200 metros de distancia.
Cinco años después, el optimismo ha dado paso al pesimismo.
Dice que no pudo conseguir ninguno de los empleos que genera el petróleo y, para sobrevivir, vende bocadillos y dulces en un puesto improvisado en la acera de su casa, desde donde se pueden ver la fachada del edificio de Exxon Mobil y las lujosas camionetas en las que transportan a sus empleados y ejecutivos.
«Los ricos se hicieron más ricos y los pobres, más pobres», dice Christine a BBC Brasil.
Christine representa otra cara de la historia reciente de Guyana.
El país de casi 800.000 habitantes y que fue colonia británica ha comenzado a atraer la atención mundial en los últimos años, porque se ha convertido en uno de los países de mayor crecimiento del mundo, impulsado por la exploración petrolera en sus costas.
Entre 2019 y 2023, el Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que el PIB de Guyana habrá pasado de US$5.170 millones a US$14.700 millones, un salto del 184%.
Sólo en 2022, el crecimiento del PIB fue un impresionante 62%.
En la misma proporción también aumentó el PIB per cápita.
Según el Banco Mundial (BM), pasó de US$6.477 en 2019 a US$18.199 en 2022.
Este valor alcanzado por Guyana es superior al registrada por todos los países latinoamericanos con excepción de Uruguay, según cifras del BM.
El crecimiento acelerado hizo que el exministro de Economía de Brasil Paulo Guedes clasificara a Guyana como una especie de «Dubai» de Sudamérica, pero también está dejando atrás a muchos guyaneses como Christine.
Consultado por BBC Brasil, el gobierno de Guyana no respondió a las preguntas planteadas sobre la desigualdad en el país.
BBC Brasil estuvo en Guyana en diciembre de 2023 para descubrir este otro lado del boom económico.
La inflación en el papel y en la «vida real»
Uno de los efectos secundarios del crecimiento económico de Guyana que Christine más menciona es la inflación.
La cuestión se considera crucial para el gobierno debido al riesgo de que la inyección descontrolada de nuevo dinero en la economía de un país tan pequeño pueda generar hiperinflación.
Esta fue una de las razones que llevó al país a crear una especie de fondo soberano para destinar dinero procedente de los ingresos petroleros.
Los fondos se han utilizado, en gran medida, en proyectos de infraestructura como carreteras, puertos y puentes.
El FMI considera, sin embargo, que la tasa de inflación del país está bajo control y que no hay signos de sobrecalentamiento de la economía.
En 2022, la inflación promedio en el país fue de 7,2%, valor atribuido por el organismo a las fluctuaciones de los precios internacionales.
Según el gobierno de Guyana, la inflación acumulada entre julio de 2022 y julio de 2023 (datos más recientes publicados) fue del 1,2%.
«Los fundamentos (económicos) siguen siendo sólidos y todavía no hay señales de presiones inflacionarias o de sobrecalentamiento (de la economía)», dice un extracto del informe más reciente del FMI sobre la economía guyanesa, publicado en diciembre de 2023.
Pero, a pesar de que los datos oficiales indican un escenario de inflación controlada, quienes viven en Georgetown, como Christine, afirman que la llegada al país de petroleras y constructoras que trabajan para ellos ha disparado los precios de productos, como los alimentos y los alquileres.
«Guyana se ha vuelto muy cara. Por eso llaman al país el pequeño Dubái. Todo es muy caro», afirma Christine.
«A veces voy al mercado a comprar algo, pero los precios son tan altos que no puedo permitírmelo. La gente pobre no puede comprar cosas como hortalizas o vegetales», añade.
A poco más de 60 kilómetros de distancia, en la ciudad de Anna Regina, situada en la región de Esequibo, objeto de una disputa entre Venezuela y Guyana por sus reservas de petróleo, el comerciante Adrian Smith, de 42 años, también se queja de la inflación.
Durante casi dos décadas vivió en Venezuela, atraído por las mejores condiciones económicas que allí veía en ese momento.
Cuando la crisis en el país vecino se agravó, regresó a Guyana con la esperanza de beneficiarse del crecimiento económico del petróleo.
Hoy, para mantener a su familia, vende sándwiches desde un pequeño remolque ubicado en una avenida sin asfaltar.
Al igual que Christine, Adrian dice que el auge de la economía guyanesa no lo ha beneficiado.
«Un grupo de personas se queda con el dinero y el otro se queda con nada. El precio de los alimentos es realmente alto», dice Smith a BBC News Brasil.
Una funcionaria pública que pidió no divulgar su nombre, refirió otro efecto secundario del crecimiento económico del país: el aumento de los precios de los alquileres.
Según ella, con tantos extranjeros que llegan al país para trabajar, el precio se ha disparado.
Dijo que el alquiler del inmueble donde vive con su esposo ha ido subiendo año tras año a niveles que no guardan relación con su salario y que, por ello, considera regresar a vivir a la casa de sus padres.
Alto crecimiento y desempleo persistente
Otro punto destacado por los residentes de Guyana es el desempleo.
Según el Banco Mundial, la tasa de desempleo promedio en el país fue del 12,4% en 2022, más del doble del promedio mundial de ese año, que fue del 5,3%.
El desempleo entre los jóvenes llama aún más la atención. En 2022, la proporción de jóvenes entre 15 y 24 años sin trabajo formal era del 25%, más del doble que la tasa de la población en su conjunto.
Esto quiere decir que, a pesar de que la economía del país creció mucho ese año, según el Banco Mundial, uno de cada cuatro jóvenes del país no tenía un trabajo formal.
Históricamente, la industria del petróleo y el gas utiliza mano de obra altamente especializada que, según analistas, aún no existe en Guyana, país que «despertó» a ese sector de la economía en los últimos cinco años.
Por lo tanto, una parte importante de estos empleos, considerados como los mejor remunerados, están siendo ocupados por extranjeros de diferentes países, como Estados Unidos, Venezuela, Brasil y naciones caribeñas con historia de exploración petrolera como Trinidad y Tobago.
Algunos de estos extranjeros llegan a Guyana en vuelos chárter, se alojan en condominios de lujo pagados por empresas y viven casi separados del resto de la población.
«Hay sectores más dinámicos que ya se han beneficiado del crecimiento del país. Pero, para la población en general, acceder a estos empleos requiere el desarrollo de capacidades, y esto lleva tiempo», dice el representante del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Guyana, Gerardo Noto.
La percepción entre los guyaneses, como el comerciante Adrian Smith, es que estos nuevos puestos de trabajo no están siendo ocupados por personas que nacieron allí.
«Viene mucha gente de fuera y nosotros conseguimos entre el 10% y el 15% de estos puestos de trabajo», calcula Adrian Smith.
Consultado por BBC Brasil, el consorcio de petroleras liderado por Exxon Mobil y compuesto por Hess y la china CNOOC reconoce que parte de los empleos generados por la industria aún no beneficia a los guyaneses.
El consorcio afirma que la del petróleo y el gas es una industria nueva en el país, por lo que en este momento todavía no hay profesionales con la experiencia necesaria para impulsar la exploración, el desarrollo y la producción.
«Recurrimos a nuestros expertos de todo el mundo para asegurarnos de contar con un equipo de clase mundial que respalde el trabajo que se realiza a nivel local, al mismo tiempo que desarrollamos capacidades locales y equipamos a un número cada vez mayor de guyaneses para que asuman funciones más técnicas», dijo el consorcio en una nota.
Las petroleras también informaron que pretenden invertir US$100 millones en la formación de mano de obra local durante los próximos diez años.
El valor equivale al 0,23% del total de las inversiones previstas por las petroleras en el país, estimadas por la agencia Reuters en US$42.700 millones.
En declaraciones a BBC Brasil, Gerardo Noto, del PNUD, dice ser optimista sobre el futuro del país.
Elogia los proyectos del gobierno de Guyana, como obras de infraestructura, construcción de escuelas y hospitales, que se financian con los ingresos del petróleo.
Datos oficiales muestran que el gobierno destinó US$187 millones a proyectos de infraestructura como carreteras y puertos en 2019, el primer año de exploración petrolera comercial en el país.
En 2023, el valor ascendió a US$650 millones, un crecimiento del 247%.
Falta de datos sobre la pobreza
Incluso antes del inicio de la exploración petrolera en Guyana, académicos de diferentes países se han centrado en analizar los efectos positivos y negativos del aumento abrupto de los ingresos de una nación o región debido a la riqueza petrolera.
Uno de los efectos comúnmente citados es el aumento de la concentración de la riqueza en las naciones ricas en petróleo.
Un estudio publicado por la revista científica Resources Policy, en 2022, establece un vínculo entre el aumento de los ingresos petroleros y un aumento de esta concentración.
Según el estudio, esto sucedería, entre otras razones, porque la fuerza laboral de países ricos en recursos naturales como el petróleo no estaría preparada para hacer frente al aumento de la demanda, lo que reduciría la oferta disponible a nivel local.
Además, el enfoque en este tipo de actividad retrasaría la transición de una economía basada en petróleo a una basada en conocimiento, donde hay un intenso uso de capital humano.
El estudio realizado por el investigador Henri Njangang analizó datos de 45 países desarrollados y en desarrollo que son ricos en petróleo.
Según Njangang, las buenas prácticas de gobernanza ayudan a mitigar los efectos negativos del crecimiento repentino en los ingresos petroleros.
A pesar del rápido crecimiento de la economía de Guyana, faltan datos para responder una de las principales preguntas que se hacen sobre el país: ¿cuán pobre es todavía Guyana?
Gerardo Noto, del PNUD, dice que, antes de la exploración petrolera, el país era el segundo más pobre de América, sólo detrás de Haití.
Sin embargo, según el Banco Mundial, por el momento es difícil hacer una evaluación más precisa del nivel de pobreza en el país, porque no se han generado datos oficiales sobre el tema desde 2019, el año anterior al inicio de la exploración petrolera en el país.
De acuerdo con esa institución, el 48,4% de la población del país vivía en la pobreza en 2019.
Más allá de los datos, una visita a Georgetown y sus alrededores revela un país de contrastes.
Mientras que parte de la población, especialmente la de ascendencia india, vive con ciertas comodidades y trabaja como empresarios o profesionales autónomos, la población de origen africano vive en regiones con acceso limitado a agua potable, vivienda y alcantarillado.
En las calles, jóvenes piden comida y dinero o intentan vender alimentos, una escena común en varios países de América Latina y el Caribe.
Aún así, expertos del Banco Mundial y del PNUD muestran cierto optimismo respecto al futuro del país.
«Todavía hay disparidades geográficas, pero creo que el país es consciente de ello y lo ha abordado de varias maneras, incluso creando programas educativos y mejorando el acceso a la educación y a los servicios de salud», afirma Diletta Doretti, representante del Banco Mundial para Guyana y Surinam y que vive en Georgetown desde hace dos años.
Gerardo Noto reconoce que, a pesar de las aceleradas tasas de crecimiento económico, Guyana sigue siendo un país relativamente pobre.
Pero cree que se están tomando las medidas adecuadas. «La vida de la población no ha cambiado mágicamente en los últimos tres años, pero el proceso va en la dirección correcta», señala.
«El crecimiento económico y la salida de la pobreza son procesos que requieren tiempo», afirma el representante del PNUD.
Y mientras se espera que los empleos y la riqueza del auge petrolero de Guyana lleguen a todos, Christine continúa vendiendo sus bocadillos y haciendo planes para un futuro lejano.
Está pensando en irse del país en los próximos años.
«Es muy triste que jóvenes como yo, que supuestamente no tienen ningún motivo para irse, tengan que abandonar el país para conseguir un trabajo mejor», afirma.
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