El rostro de una mujer de nariz aguileña y pómulos pronunciados que vivió en los días del Imperio inca ha «viajado en el tiempo» 600 años gracias a las nuevas tecnologías y está maravillando a los arqueólogos en Perú.
Los científicos la han llamado Wayaw, que significa sauce en quechua, por la zona en la que vivía, El Sauce. Pero su apelativo más mediático es «La dama de El Sauce» o «La hilandera de El Sauce».
Se trata de una joven que, según los investigadores, medía 1,48 metros y murió por causas naturales. También sabemos que vivió en tiempos del Ruricancho, un grupo étnico poco conocido de la Lima prehispánica.
Pero el dato más llamativo es el hecho de que fuera hilandera, lo que se revela por los desgastados huesos de sus hombros y de su cadera.
«Es un hallazgo muy particular porque es inusual encontrar tan bien preservados los restos de personas de aquella época que no formaran parte de la élite», le cuenta a BBC Mundo Cecilia Camargo, principal arqueóloga de la empresa Cálidda a cargo de la excavación.
«Llama mucho la atención la preservación de la estructura. Es impresionante encontrar en medio de la calle y entre las tuberías toda una estructura funeraria bien conservada. Es un descubrimiento asombroso».
El esqueleto de Wayaw fue hallado en 2018 por unos obreros que instalaban tuberías de gas en una calle de la capital peruana, unos 40 centímetros bajo el pavimento. No es inusual en Perú, donde las empresas excavadoras deben contar con arqueólogos -como Camargo- por las muchas veces que encuentran vestigios del pasado bien preservados.
Dos años más tarde hemos podido conocer su rostro, que fue reconstruido digitalmente gracias a los detallados informes de los arqueólogos peruanos y a la tecnología 3D de una empresa española.
Reconstruir el pasado
«Este tipo de trabajos son los más complicados dentro de la tecnología aplicada al patrimonio y a la historia», le dice a BBC Mundo Pablo Aparicio, el historiador de arte y arqueólogo que estuvo a cargo de la reconstrucción del rostro de Wayaw.
Con un detallado informe arqueológico y con un software de diseño 3D, pudo dar forma a los rasgos de Wayaw partiendo de un modelo «perfectamente escalado» de su cráneo.
Una vez se ha dado forma al rostro, se aplican las «texturas», la parte más artística que permite detallar el color de la piel, la forma de los ojos, los labios, las orejas o el pelo, así como la vestimenta y los adornos.
Aparicio dice que el trabajo «está siendo muy bien acogido por la comunidad local, que ve a La dama como un referente de mujer trabajadora y ha construido un vínculo muy fuerte con ella«.
«Nos permite empatizar mejor con las personas que vivieron en aquella época», señala el arqueólogo, fundador de Arqueología y Patrimonio Virtual (PAR), la empresa que llevó a cabo la reconstrucción del rostro de Wayaw.
«Una mujer luchadora»
Camargo dice que sabemos que La dama de El Sauce fue una artesana que se dedicaba al tejido con técnicas que hoy día se preservan.
Su cuerpo estaba posición fetal y junto a él había textiles, objetos decorativos de plata y brazaletes hechos con conchas de mariscos. El cráneo tenía una deformación, se cree que causada por las tablillas, paños y sogas que solían colocar sobre su cabeza niños de ciertos pueblos prehispánicos.
«La dama de El Sauce era como muchas mujeres actuales que trabajan en tejidos en San Juan de Lurigancho (el distrito del noreste de Lima donde hallaron sus huesos)», agrega la especialista.
El alcalde de San Juan de Lurigancho, Álex Gonzales, coincide con ella. «Es reflejo de la mujer peruana actual, luchadora, tal vez migrante,que trabaja para sacar adelante a su familia«, dijo a los medios locales.
El esqueleto de Wayaw y los utensilios que se hallaron junto a él serán entregados al Ministerio de Cultura, que determinará dónde serán expuestos.
Valorar el legado
Solamente en Lima hay unos 400 sitios arqueológicos, tesoros arquitectónicos por descubrir que «nos están contando la historia que todavía se preserva bajo las veredas de la ciudad de Lima» , dice Camargo.
La dama de El Sauce es un buen ejemplo de ello. El arqueólogo independiente Julio Abanto, que trabaja en San Juan de Lurigancho, cree que «muestra el nivel de responsabilidad que deben tener las empresas privadas frente a actividades que involucran situaciones con nuestro legado».
«Muy pocas veces las empresas les dan valor a las actividades de responsabilidad social, al cuidado e impactos que sufre nuestro patrimonio frente a proyectos de desarrollo», reflexiona Abanto.
Además, le dice a BBC mundo, «si bien es cierto que Perú es un país en el que son comunes los hallazgos de este tipo, es la primera vez que estamos frente al entierro prehispánico no de élite, sino de una representante de pueblo que trabajó arduamente en tiempos del imperio Inca».
«Se ha hecho el esfuerzo para un estudio integral revelando aspectos de su vida y donde la tecnología 3D le devuelve el rostro, logrando incorporar a nuestro personaje, un ‘anónimo’, a las páginas de la historia de las comunidades de esta parte de Lima y motivando diferentes acciones para valorar nuestro legado».
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