Casi una semana después de que unos devastadores incendios forestales arrasaran la isla de Maui, en Hawái, aún se desconoce el número exacto de fallecidos.
Las familias de unos 1.300 desaparecidos esperan con ansiedad noticias de los suyos, mientras los perros rastreadores de cadáveres recorren la zona de desastre calcinada.
Se espera que el número de fallecidos confirmados -ya son más de 100- vaya aumentando de forma paulatina.
El gobernador de Hawái, Josh Green, anunció el lunes que podría llevar hasta 10 días llegar a una cifra precisa y que los investigadores podrían encontrar «entre 10 y 20 personas por día, probablemente hasta que terminen» con su trabajo.
El largo proceso de identificación
Hasta el 15 de agosto solo tres de los muertos habían sido identificados, según Adam Weintraub, director de comunicaciones de la Agencia de Gestión de Emergencias de Hawái.
Especialistas en identificación de víctimas indicaron a la BBC que confirmar los nombres del resto de fallecidos en Maui podría llevar meses o incluso años.
Tanto encontrar como identificar a las víctimas será una difícil tarea debido a la magnitud de la destrucción y las condiciones en las que probablemente se encuentran muchos de los restos.
El jefe de policía del condado de Maui, John Pelletier, describió la trágica realidad de la situación sobre el terreno y declaró a los periodistas que «no solo es ceniza sobre la ropa que te quitas. Son nuestros seres queridos».
«La parte complicada es la recolección», indicó Daniele Podini, profesor asociado de biología molecular forense en la Universidad George Washington.
«Encontrar las muestras correctas, identificar a los familiares, crear una base de datos para todos los parientes de los desaparecidos y luego comparar los resultados de las muestras con esa base de datos… Es una combinación de todo».
Chris Milroy, profesor de patología y medicina de laboratorio en la Universidad de Ottawa, explicó que en el caso de Hawái muchos de estos métodos científicos pueden complicarse por la destrucción en la zona.
«Por el incendio y la interrupción de los servicios civiles, es posible que no puedan obtener los registros dentales. Quizá algunos de ellos también hayan sido destruidos en el incendio», apuntó Milroy, con experiencia en investigaciones forenses policiales en el Reino Unido y crímenes de guerra en los Balcanes.
«Así que ese método puede no ser válido para muchas de las personas», sentenció.
Evidencias destruidas por el fuego
El académico también puntualizó que las altas temperaturas pueden haber destruido las huellas dactilares de algunas víctimas.
También pueden haberse borrado evidencias que permitirían a los investigadores relacionar a una persona con un dispositivo médico como un reemplazo de cadera o un marcapasos, o fragmentos de los que se puedan tomar muestras de ADN.
«Lo principal en lo que te fijas es el ADN”, pero “también necesitas personas con las que puedas compararlo”, afirmó.
“Podrías tener algo, como hermanos que murieron y confirmes que están relacionados, pero no podrás decir qué hermano es cuál, a menos que tengas otra evidencia circunstancial», concluyó.
La identificación visual por parte de los familiares se considera poco fiable, al igual que el descubrimiento de pertenencias personales, como bolsos o carteras, junto a hallazgos de restos humanos.
«Hay un problema de mezcla de elementos y de restos que pueden fragmentarse», declaró Milroy.
“Y, como es probable que la mayoría de los cuerpos de las personas (fallecidas) hayan resultado dañados por el fuego, puede ocurrir que un familiar esté tan desconcertado por el suceso que diga que sí, y que luego no sea cierto. Por eso se prefieren los métodos científicos», advirtió.
El papel clave de los perros
Los perros especialmente entrenados para hallar cadáveres juegan un papel clave en la búsqueda.
Estos canes pueden moverse entre los escombros sin causar más destrucción y usar su agudo sentido del olfato para detectar restos humanos, incluso aquellos reducidos a cenizas que serían difíciles de detectar a simple vista.
Se han desplegado en el área 20 perros adicionales de la Agencia Federal de la Gestión de Emergencias, si bien la cantidad de tiempo que pueden trabajar cada día queda limitada por las altas temperaturas y la necesidad de períodos de descanso.
Aunque en Hawái el trabajo se plantea complicado, no es inusual que la identificación de fallecidos se demore por un largo tiempo en casos de incendios y otras catástrofes.
Por ejemplo, en 2017, después de que un incendio destruyera la Torre Grenfell de 24 pisos en Londres, las investigaciones tardaron unos cinco meses en identificar de manera concluyente a las 72 víctimas mortales.
Una vez retirados de la escena los fragmentos visibles, los investigadores tuvieron que usar toallas pequeñas y filtros de malla para encontrar restos humanos más pequeños y difíciles de reconocer.
Y en Estados Unidos todavía están siendo identificados algunos de los restos recuperados de las torres del World Trade Center tras los ataques del 11 de septiembre de 2001. En ese caso, quedan pendientes de identificar los restos de alrededor del 40% de los fallecidos.
Mike Marciano, científico forense y profesor de la Universidad de Siracusa en Nueva York, confió en que la investigación en Hawái reciba recursos federales y de otros estados.
Esto podría incluir la asistencia del laboratorio de identificación de ADN de las fuerzas armadas de EE UU, que suele asumir la tarea de identificar los restos de soldados desaparecidos desde la Segunda Guerra Mundial.
El laboratorio tiene una instalación en la base de Pearl Harbor-Hickam, en la cercana isla de Oahu.
Aun así, puntualizó el científico, el proceso será lento.
«Va a ser un proceso que durará mucho más que semanas. Diría meses, pero todo depende de los recursos”, vaticinó.