Hay un pueblo en la provincia de Teruel (España) cuyas únicas diez calles acogen sólo a 100 habitantes. Lleva por nombre Libros y en su urgencia por no desaparecer quiere convertirse en una ciudad literaria para atraer al turismo.
Pero Libros no tiene biblioteca.
La mayoría de quienes viven ahí sobrepasan los 65 años. No existe generación de relevo, porque los más jóvenes se han ido a las ciudades por falta de trabajo. Y la única escuela tuvo que cerrar en 2012 por la falta de niños.
Florencio Gabalda (91 años) ha sido testigo de cómo Libros se ha ido despoblando. Llegó ahí hace medio siglo, cuando lo habitaban 500 personas. Se casó y formó una familia. Hoy es el único que queda de su núcleo, porque su hijo tuvo que irse a la ciudad de Teruel en busca de oportunidades. “Aquí no pudo ni estudiar”, lamenta.
De seguir así, a Libros le restan si acaso dos décadas antes de quedar como un pueblo fantasma. “Si no hacemos algo, estamos condenados a desaparecer”, afirma a BBC Mundo el alcalde de la localidad, Raúl Arana, quien con 35 años decidió apostar a quedarse en el pueblo de sus abuelos.
Hoy se aferran a una esperanza: aprovechar la particularidad de su nombre y convertirse en un destino turístico para los amantes de los libros.
La idea surgió entre dos escritores españoles, Javier Sierra y Maribel Medina, quienes confabularon para dar a conocer el pueblo y realizar allí una edición del festival literario Mi Pueblo Lee.
“Mi Pueblo Lee nació al ver que los circuitos organizados por las editoriales para los escritores siempre se concentraban en las ciudades”, cuenta a BBC Mundo, Medina.
“Entonces, hace tres años creé este proyecto para volver la mirada a los pueblos. Cuando se lo comenté a Javier Sierra, él me habló de la existencia de Libros y decidimos llevar allí la experiencia”.
#LibrosparaLibros
La primera edición del festival sobrepasó las expectativas. Las estrechas calles de Libros se llenaron con más de 250 visitantes.
Sierra, ganador del conocido premio Planeta 2017, firmó ejemplares y participó en una tertulia con sus lectores. Fueron tres días de fiesta literaria. Tres días en los que Libros recobró vida.
Pero al terminar, todo volvió a ser igual. Entonces, vino la pregunta: qué hacer.
“Javier Sierra fue quien propuso construir una biblioteca, pues, paradójicamente, Libros no cuenta con una. Esa idea se ha ido transformando y ahora hablamos de un hotel-biblioteca, para que sea sostenible”, comenta Medina.
El ayuntamiento de Libros ha ido dando pasos en esa dirección. Comenzó por bautizar su plaza con el nombre de Javier Sierra, el único escritor español en la lista de los 10 más vendidos en Estados Unidos y oriundo de Teruel.
Luego, cambió el nombre de sus diez calles por los de escritores españoles, como Rosa Montero, Almudena Grandes, Javier Marías, Juan Gómez-Jurado, entre otros.
Ahora iniciaron una campaña de recolección de libros para alimentar su biblioteca. Los primeros en promoverla han sido los más de 160 escritores que forman parte de la asociación Mi Pueblo Lee, quienes han viralizado en redes la etiqueta #LibrosparaLibros.
La respuesta, en opinión de Medina, se cuenta y no se cree.
“La gente ha respondido muy bien”, confirma el alcalde. “Hemos recibido libros incluso de Alemania y Francia. Tenemos ya más de 4.000, que hemos ido guardado en las instalaciones de la vieja escuela y espacios del Ayuntamiento. Nos llegan hasta 20 paquetes diarios. ¡Una barbaridad!”, dice con gracia.
Más que libros
El próximo paso es pedir fondos nacionales o europeos para construir su hotel-biblioteca, que podría servir como residencia para escritores. Sin embargo, temen que lo idílico de su proyecto se desvanezca al enfrentarse con la realidad.
“Los pueblos recibimos pocas ayudas económicas, porque no sumamos votos”, reconoce el alcalde Arana. “Nos aportan para reparar alumbrado o mejorar alguna calle. Pero no tenemos una buena conexión con las ciudades ni siquiera tren. Llegar a Teruel, que está a 27 kilómetros, nos puede tomar más de media hora por el estado de las vías”.
Por lo pronto, Libros ha dejado de ser un punto desconocido en la geografía de España.
Más allá de la futura biblioteca que va tomando forma el pueblo está orgulloso de sus montañas para hacer escalada que -según los locales- están formadas por láminas que asemejan a las hojas de los libros; y de una quietud para leer que la ciudad no es capaz de ofrecer.