La situación que se vive estos días en la política española es insólita e inquietante.
Hace una semana, políticos y autoridades del país empezaron a recibir sobres con amenazas de muerte en forma de bala, más de 10 años después del desmantelamiento de la banda armada ETA.
El contexto en el que se produce esta ofensiva es también sorprendente: la campaña para unas elecciones regionales, las del gobierno de la Comunidad de Madrid, que se celebran el próximo 4 de mayo.
Una convocatoria electoral autonómica que se vive como si fuera de ámbito nacional y que tiene al país en un estado de crispación del que es difícil abstraerse.
¿Qué está pasando?
Balas en sobres
La polarización política en España no es algo que haya surgido ahora; de hecho, es parte no solo de su pasado reciente sino de su historia.
Sin embargo, las amenazas de muerte directas a candidatos políticos y miembros del gobierno, fuera de la actividad del mencionado grupo separatista vasco, son inusuales.
Los primeros sobres con balas, interceptados el pasado 22 de abril, iban dirigidos al ministro de Interior español, Fernando Grande-Marlaska; la directora general de la Guardia Civil, María Gámez; y Pablo Iglesias, exvicepresidente del gobierno español y actual candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid por el partido de izquierda Unidas Podemos.
Además de los proyectiles, los sobres contenían cartas en las que se amenazaba de muerte a sus destinatarios y, en el caso de Iglesias, también a su familia cercana.
La noticia supuso un punto de inflexión en la campaña y enrareció el clima político.
La negativa de los representantes del partido de extrema derecha Vox a condenar los hechos, de los que además dudaron, dio lugar a un choque frontal entre candidatos al día siguiente.
Ocurrió en directo durante un debate electoral en la emisora Cadena Ser, del que Iglesias se levantó por la actitud de la candidata de Vox, Rocío Monasterio.
Y las cartas siguieron llegando.
La ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, recibió el lunes un sobre con una navaja aparentemente ensangrentada, cuyo remitente fue rápidamente localizado por las autoridades y reconoció su autoría.
El siguiente objetivo fue la propia presidenta del gobierno de Madrid y candidata a la reelección, Isabel Díaz Ayuso, del conservador Partido Popular; después, nuevamente Iglesias y, por último, el expresidente del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero, del Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
En total, son siete cartas de las que se desconoce el emisario ni si existe alguna relación entre ellas.
¿Denunciar o callar?
A lo largo de estos días, gran parte de la discusión sobre este tema, entre políticos y tertulianos, se ha centrado en si estas amenazas se deben silenciar o hacer públicas.
Iglesias y el candidato del PSOE en las elecciones, Ángel Gabilondo, consideran que hay que denunciarlas y hablar de ellas abiertamente.
Del otro lado, Díaz Ayuso defiende que se les reste importancia y va más allá: considera que airearlas es «hacer espectáculo» y una «estrategia de la izquierda» para ganar votos.
Para el escritor y columnista español Daniel Bernabé, la gravedad de estos hechos no debe ignorarse.
«Se ha creado una situación constante de enfrentamiento político donde se han ido traspasando muchas líneas rojas a lo largo del último año», le dice Bernabé a BBC Mundo.
«Las consecuencias lógicas de este clima es que algunos individuos, habrá que ver quiénes son y por qué lo han hecho, han optado por utilizar una amenaza, que yo calificaría como una amenaza terrorista con todas las letras, contra candidatos en estas elecciones», prosigue.
«Esto no es solo el producto de un enfermo o de un violento aislado, esto forma parte de un contexto que podemos decir que empieza de forma más clara, aunque antes ya había elementos, en enero de 2020, donde en la sesión de investidura de Pedro Sánchez como presidente del gobierno, el ultraderechista Santiago Abascal, líder de Vox, ya lo califica como ilegítimo».
«Y Pablo Casado, el líder del PP, el partido liberal conservador clásico de la derecha en España, dice que el país se va a romper, que Sánchez es un traidor… se instala la grosería en el discurso. Este es el pistoletazo de salida para esta situación a la que hemos llegado», apunta.
De lo local a lo nacional
Las elecciones madrileñas, pese a ser regionales, abren casi todos los informativos nacionales y ocupan los titulares de periódicos, algo difícil de imaginar en otras ciudades europeas como París, Berlín, Londres o Roma.
«Son unas elecciones autonómicas que se están jugando en clave totalmente nacional, incluso la presencia del exvicepresidente del gobierno Pablo Iglesias también contribuye y da muestra de la relevancia que han tomado estos comicios», señala el analista político Edu Bayón en entrevista con BBC Mundo.
Otra prueba de esto es el hecho de que sean los líderes nacionales de los partidos los que estén protagonizando muchos de los cruces de acusaciones más airados.
En este sentido, el líder conservador acusó el miércoles al gobierno de buscar la tensión en campaña.
«En España no hay problemas de convivencia, hay un problema de polarización instigada por el gobierno», denunció Pablo Casado. «Quieren presentar Madrid como un lugar en el que nos pegamos por las calles, nos mandamos balas, pero no lo es».
Por su parte, el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, responsabilizó de la crispación a la extrema derecha por no condenar las amenazas y llamó a detener la «espiral de odio» que, dijo, «ataca directamente» los valores democráticos.
Creciente crispación
En este contexto, en el que las amenazas ocupan prácticamente todo el espacio de debate, apenas se habla de los programas o propuestas electorales que más pueden interesar a los ciudadanos.
«Si la derecha gana en Madrid, esta situación va a ir a más, porque la derecha que va a ganar -o que puede ganar- en Madrid no es la derecha clásica del PP», indica Daniel Bernabé.
«Díaz Ayuso representa una corriente dentro del PP que, para entendernos, es muy similar al Trumpismo norteamericano. Utiliza las mismas coordenadas. A Pablo Casado, que ha sido muy errático en sus posturas respecto a Vox, no le va a quedar más remedio que plegarse ante esa forma de actuar», opina.
«Es muy probable que apuesten, como apostaba Trump, por azuzar el conflicto, por calificar de ilegítimo al gobierno nacional, por señalar a los dirigentes políticos de la izquierda de forma personal, no por las políticas que hagan.
«Pablo Iglesias lleva soportando el acoso en su vivienda desde hace meses de grupos ultraderechistas que se ponen fuera y constantemente montan ruido, insultan. Eso es una situación inédita en España, nunca había pasado», lamenta.
El analista Edu Bayón confía en que el clima actual de amenazas se relaje pasadas las elecciones.
«Respecto al tono político y el debate entre los propios partidos soy un poco escéptico y también prudente, habrá que ver cómo evoluciona. Es verdad que en las campañas electorales todo se tensiona más de lo habitual.
«Si la ultraderecha finalmente acaba en el gobierno de Madrid, eso contribuirá a que pueda seguir existiendo bastante tensión», augura.
La política de la tribu
Todas estas reflexiones presentan un panorama en el que se perfilan dos bloques bien diferenciados y enfrentados entre sí que difícilmente encontrarán un espacio para el entendimiento.
Es un escenario que se ha visto especialmente agravado por la pandemia de covid-19, por cuya gestión han chocado de lleno el gobierno regional de Madrid, liderado por Díaz Ayuso, y el ejecutivo nacional de Pedro Sánchez.
Ante las críticas por su manejo de la crisis sanitaria, con Madrid como una de las comunidades más golpeadas por el coronavirus pero con menos medidas restrictivas, la líder conservadora asumió la campaña como una dicotomía entre «comunismo o libertad».
En sus mítines, Díaz Ayuso ha destacado el valor de poder salir a tomar unas cervezas después del trabajo, ir a los toros o a la discoteca, algo que Bernabé percibe como una estrategia que consiste en apelar a lo identitario.
«Ha conseguido crear una campaña basada en el concepto de libertad y un madrileñismo que se ha sacado de la manga, que dice que en Madrid hay más libertad que en cualquier parte de España, que es un populismo neoliberal muy marcado y le está funcionando en algunos sectores de la sociedad», sostiene.
«No se está hablando de impuestos, de financiación, de sanidad pública en un momento como este tan esencial».
Es una táctica que, según los sondeos que sugieren una clara victoria de su candidatura, parece funcionar.
«En vez de hablar de por qué quiere bajar los impuestos solamente a los ricos, o de la gestión sanitaria en las residencias, que fue delincuencial con todas sus letras, la gente está comentando sus últimas ocurrencias, incluso desde el progresismo, con lo cual se sale con la suya», señala Bernabé.
El papel de los medios
Al hablar de los mensajes que calan en la gente es inevitable pararse a pensar en el papel que juegan los medios de comunicación españoles en la situación actual de tensión política.
La escena del pasado viernes durante el debate de la Cadena SER del que se marchó Iglesias dio lugar a una conversación sobre qué hacer con el discurso del odio.
Para Edu Bayón, es una reflexión que llega tarde.
«El papel de los medios fue fundamental en el auge de la ultraderecha. Se hicieron eco de sus propuestas, hicieron en cierta medida de altavoces que amplificaron sus mensajes», indica, aunque añade que la institucionalización y la normalización de Vox por parte de los otros dos partidos de la derecha (PP y Ciudadanos) también contribuyó a esa mayor presencia.
«Se empieza a hablar a raíz del debate de la Cadena SER de cómo tratar a Vox, lo están hablando medios más mayoritarios, otros más pequeños siempre se lo han cuestionado, pero plantearse eso en este momento es demasiado tarde cuando ya la formación está en la vida pública y política y es el tercer partido en España».
A juicio de Daniel Bernabé, el principal peligro es que los medios no rebatan informaciones falsas.
«Si un ultraderechista en una televisión, en un periódico o en una rueda de prensa dice que la culpa en España de tal asunto la tienen los menores inmigrantes y no es verdad, porque con cifras se ha demostrado que no es así, la labor del periodista es decirlo, no simplemente hacerse eco de lo que ha dicho la ultraderecha», explica.
Fantasmas del pasado
Así las cosas, mientras las amenazas y los ataques opacan la discusión sobre las medidas que proponen los distintos candidatos, hay quien habla de un escenario casi guerracivilista que reaviva la imagen de las dos Españas.
Los analistas consultados por BBC Mundo opinan que esa sensación no se vive en la calle.
«No estamos viviendo una situación de enfrentamiento civil, ni mucho menos, tú sales a la calle y la situación es absolutamente normal, esto hay que tenerlo claro», subraya Bernabé.
«Hay gente interesada en que parezca que España está al borde de la quiebra, que es un Estado fallido, que estamos al borde de un conflicto civil, eso no ocurre».
Pero, hecha esta aclaración, el propio Bernabé advierte de los peligros que conlleva el ambiente actual.
«En Europa tenemos que ser conscientes de lo que significó el fascismo de los años 30 y a dónde nos condujo. Esto no es una broma. En España hay una infiltración muy grande de la ultraderecha en la policía y el ejército, eso es innegable, pese a que el gobierno actual siendo progresista se niega a reconocerlo por miedo», expone.
«No ha habido un plan para un golpe de Estado, pero sí ha habido un coqueteo con cierto espíritu golpista. Hemos visto, y esto sí es muy grave, cartas de militares de altos mandos del ejército retirados pidiendo de alguna manera la intervención del rey, denunciando una supuesta dictadura social-comunista».
«Esto es algo que no se veía en España desde hace mucho tiempo y eso es realmente lo peligroso y conecta directamente con las cartas de las que hablábamos al principio».