Era el año 1996. India se había alejado de las políticas proteccionistas hacía unos años, abriendo sus mercados al mundo.
Marcas internacionales como Revlon, L’Oreal y KFC empezaban a instalarse en el país, lo que a veces generaba algunas tensiones con grupos de activistas y fabricantes locales.
Ya en ese momento los concursos de belleza eran populares en India. Hacía dos años, Sushmita Sen y Aishwarya Rai se habían convertido en Miss Universo y Miss Mundo, respectivamente, pasando a ser estrellas de Bollywood.
Había millones de mujeres jóvenes que aspiraban a seguirlas y emprender carreras brillantes y otras que criticaron con firmeza el énfasis que estos concursos ponían en la belleza física.
En ese contexto, unas semanas antes de que se celebrara Miss Mundo en India, estallaron una serie de protestas violentas que llegaron a los principales titulares del mundo, impulsadas por militantes rurales, feministas y hasta políticos de derecha.
El rechazo en las calles creció tanto que el desfile en traje de baño tuvo que trasladarse a Seychelles para garantizar la seguridad de las concursantes.
«A los defensores del concurso —que son la mayoría de los indios— les resulta difícil creer que un evento tan trivial haya provocado tal tumulto», escribió Los Angeles Times.
La cineasta Paromita Vohra dice que las reacciones apuntaban a una lucha entre las creencias conservadoras y el encanto de un mundo moderno y deslumbrante.
«Miss Mundo llegó a la India en el mismo momento que lo hizo el mercado global, provocando una agitación cultural y una reacción a esa agitación», dice.
Sin duda, las cosas han cambiado en India desde 1996.
El país ha ganado al menos media docena de concursos internacionales y cuenta con una industria millonaria de la moda, que es reconocida mundialmente por la creatividad de su trabajo y el detalle en su artesanía.
La reacción al evento
Semanas antes del espectáculo de 1996 —organizado por una empresa propiedad de la superestrella de Bollywood Amitabh Bachchan— estallaron violentas protestas en la ciudad de Bangalore, el lugar donde iba a tener lugar el evento que contaría con más de 2.000 técnicos, 500 bailarines y hasta 16 elefantes.
Miembros de una organización de mujeres amenazaron con suicidarse en masa, diciendo que concursos como Miss Mundo «aumentarían la promiscuidad y la prostitución».
“Usar minifaldas no es parte de nuestra cultura tradicional”, dijo un líder del grupo a The Washington Post. Un hombre se suicidó como «forma de protesta», informó CNN.
Al concurso también se opuso el Partido Bharatiya Janata (BJP), que ahora gobierna India, así como un grupo de agricultores que amenazaron con incendiar el estadio de cricket donde se realizaría el concurso.
Muchas feministas también protestaron, y un grupo realizó un concurso simulado en el que las concursantes ganaban títulos como Miss Pobreza y Miss Indigente.
Miles de policías fueron desplegados por toda la ciudad. Se llevaron a cabo algunos eventos preliminares en las afueras de Bangalore, incluida una base de la fuerza aérea.
Y, por supuesto, la ronda más controvertida se trasladó fuera del país.
La exmodelo Rani Jeyaraj, que representó a India en el certamen de 1996, dice que se sintió aliviada cuando decidieron hacer el desfile en bañador fuera de la India:
«Para entonces, ya estaba abrumada dando entrevistas a los canales. Fue maravilloso que me llevaran a una pequeña isla donde no me acosarían todo el tiempo».
Las concursantes se protegieron de la controversia tanto como fue posible: estuvieron encerradas en un lujoso hotel de cinco estrellas durante semanas, con poco contacto con el exterior.
«Se sentía extraño estar aislada y no poder reunirme con amigos y familiares», dice Jeyaraj. «Hubo un momento, horas antes de la competencia final, cuando casi renuncio porque estaba muy cansada de todo«.
En 1996, los trajes de baño no eran del todo ajenos a la cultura de India. Vohra señala que algunas figuras de Bollywood ya desafiaban los estereotipos y los usaban aunque no era común. Varias concursantes indias, incluidas Rai y Sen, también habían participado en rondas de trajes de baño en concursos en el extranjero.
Pero Vohra dice que tal vez la alteración en torno a la competencia de 1996 también se debió a los temores de que «las mujeres de clase media y casta alta», que generalmente participaban en estos eventos, fueran vistas en traje de baño en público.
Sin embargo, esa no fue la primera ni la última reacción violenta en el mundo contra los concursos de belleza y las mujeres en trajes de baño.
En 1968, un colectivo feminista llenó un cesto de basura con productos de belleza en las puertas del concurso de Miss América. Dos años después, un grupo de activistas ingresaron al Royal Albert Hall en el Reino Unido y arrojaron harina y vegetales podridos al escenario de Miss Mundo en apoyo a la liberación de la mujer.
En 2013, la final de Miss Mundo se trasladó de la capital de Indonesia, Yakarta, al paraíso turístico de Bali después de semanas de protestas de grupos islámicos conservadores; allí también se eliminó la ronda de bikini y las concursantes vestían «pareos balineses modestos y tradicionales».
La relevancia actual
Casi tres décadas después de las protestas en India, ¿siguen siendo tan relevantes los concursos de belleza?
Hubo un tiempo en que les habilitaba a las mujeres una puerta de entrada a un mundo glamoroso y económicamente prometedor: si te convertías en modelo, podías viajar por el mundo, convertirte en un ícono.
Incluso la feminista estadounidense Gloria Steinem participó en uno cuando era adolescente porque dijo que parecía «una forma de escapar de una vida no muy buena en un barrio bastante pobre».
En India, los concursos también han sido una forma de ingresar a Bollywood —aunque el éxito allí haya sido variable— y «esa conexión es la razón por la cual el glamour que los rodea no se reduce», dice Jeyaraj.
Pero muchas mujeres indias jóvenes ya no ven un concurso de belleza como la única forma de llegar o consideran que puede ser un modo de empoderamiento para lograr sus sueños.
Vohra dice que los concursos de belleza nunca tuvieron la intención de ser un estándar ideal. Por el contrario, los asocia a un fenómeno económico «arraigado en el mercado».
Cuando Miss Mundo se hizo popular en la India, también trajo una idea diferente de la belleza: cinturas diminutas y esculpidas, vestidos de sorbete y un rostro muy contorneado.
«Por ejemplo, las mujeres en las películas de Bollywood hace 30 años eran más voluptuosas que el estándar de belleza globalizado de las supermodelos», dice Vohra.
Pero los concursos internacionales ayudaron a crear una idea de una nueva figura a la que muchas mujeres aspiraban.
«Y permitió que las mujeres ingresaran a la vida pública solo si eran así», dice Vohra, y agrega que las mujeres indias de hoy no dependen de estas competencias para conseguir oportunidades.
“Es por eso que creo que el próximo evento de Miss Mundo en India (este 2023) será un espectáculo como tantos otros. Tal vez, en el mejor de los casos, un retroceso pintoresco”, dice.
Sin embargo, para los entusiastas de los concursos estos eventos siguen siendo un mundo que aman profundamente y en el que creen, no una reliquia del pasado.
«Estas competencias no son solo para mostrar la belleza sino también su inteligencia y sus logros en una plataforma global. Es su pasaporte al mundo«, dice el diseñador de moda Prasad Bidapa, uno de los jueces del certamen de 1996.
Según él, es imposible dejar de lado el encanto de los concursos de belleza porque al final, «todo el mundo quiere verse mejor y soñar en grande».
«Algunas personas tienen talento para la ciencia y se convierten en científicos. Algunas personas son hermosas y se convierten en superestrellas«.
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional