Al pequeño Wilder Ladino García lo encontraron abandonado y con el dorso desnudo, junto al cuerpo sin vida de un migrante, en una carretera del sureste de México.
Con tan solo 2 años de edad, salió a finales de junio con su padre, Isidro Ladino, desde un pequeño poblado en el municipio de Santa Rita, en el oeste de Honduras.
Ambos intentaban llegar a Estados Unidos. Pero en un punto del camino se separaron y el pequeño quedó acompañado de un grupo de migrantes desconocidos.
Autoridades mexicanas de la Guardia Nacional y el Instituto Nacional de Migración (INM) lo encontraron el pasado 28 de junio, en una carretera cercana a Las Choapas, Veracruz, que usan los migrantes para llegar EE UU.
Venía junto a un centenar de centroamericanos «en condición de hacinamiento» en la caja sin ventilación de un tráiler de mercancías.
Los migrantes «presentaban síntomas de deshidratación y asfixia» por el excesivo calor del vehículo, informó el INM en un comunicado.
«Lamentablemente, se localizó ahí el cuerpo de un joven sin vida, de alrededor de 25 años de edad».
Desde Honduras, la madre de Wilder, Lorena García, lamenta la suerte de su esposo e hijo.
Si bien se siente aliviada de que ambos estén a salvo, clama por ayuda para que ambos puedan llegar a Estados Unidos, pues volver a Santa Rita significa seguir condenados a la pobreza que los forzó a encaminarse hacia el norte.
«Que me ayudaran para que pasara mi niño con mi esposo para allá, juntos. Pero mi niño solo no. Si no se puede, que me regresen a mi niño de vuelta», dice García entre sollozos a BBC Mundo.
Su partida de casa
Isidro Ladino se llevó a Wilder el pasado 25 de junio porque habían escuchado rumores de que, a pesar del riesgo, acompañarse de un menor de edad les da más oportunidad de gestionar su paso hacia EE UU.
«Hemos visto que mucha gente está pasando con niños», dice Lorena García.
Partieron de una pequeña población en el municipio de Santa Rita, una región golpeada históricamente por la pobreza y la reciente destrucción que dejaron los huracanes Eta y Iota en 2020.
«Aquí no puede mantenerse uno. Cuando hay trabajo, Isidro gana unos 100 pesos (US$4,1). No trabajaba todos los días, solo cuando hallaba un trabajo», cuenta la madre de Wilder y Nancy Abigail.
«Desde ese domingo ya no volví a tener contacto con él, hasta que me avisaron por parte del cónsul (de Honduras en México) que al niño lo habían encontrado solo», cuenta García.
Aunque ha tenido oportunidad de hablar por teléfono con su esposo, aún no está claro por qué Ladino se separó del pequeño Wilder en territorio mexicano.
«No tengo ninguna noticia de cómo fue que él lo dejó ahí», explica.
El infierno del tráiler
Lo que las autoridades mexicanas del INM han podido determinar es que el viaje de más de 100 migrantes en la caja de un tráiler se convirtió en una pesadilla por las pésimas condiciones en que viajaban.
«[Los migrantes] informaron que horas antes, varios de sus compañeras y compañeros de viaje comenzaron a desvanecerse por la falta de aire y el calor», dice el INM,
«Otros exigían a gritos y golpes -en las paredes del vehículo- que el chofer detuviera su marcha», continúa.
«Después de un tiempo, el transporte paró y uno de los ‘polleros’ o supuestos ‘guías’ abrió una de las puertas, con lo que hombres y mujeres empezaron a brincar y correr por el pavimento y hacia la maleza».
Ocho personas seguían en el lugar cuando fueron encontrados por las autoridades. Algunos migrantes estaban «sofocados» dentro de la caja del tráiler y otros «tendidos» afuera, donde el pequeño Wilder estaba parado junto a un joven de unos 25 años fallecido.
«Con el dorso desnudo, fue abandonado en el acotamiento, entre la barrera metálica, ropa suelta, mochilas y comida tirada. Ninguno de los adultos declaró ser familiar del menor», según el INM.
García se enteró con una llamada del Consulado de Honduras que habían encontrado a su hijo. Pero fue hasta que lo vio en las noticias que se dio cuenta en las condiciones en las que estaba.
«Fue muy duro para mí», se lamenta.
A salvo, pero separados
Hasta este martes, Lorena García no pudo saber que tanto su esposo como su hijo están a salvo.
«Me dijeron que Wilder está bien, pero como estuvo pasando por eso, tenían que llevarlo a ver a un terapista», explica.
«Isidro me dijo que estaba Tuxtla Gutiérrez. Que estaba en migración. Como casi no le dejan hacer llamadas, no pudimos hablar más. Pero él estaba bien», añade.
«La muchacha que tiene al niño me escribió el miércoles (30 de junio). Le he mandado mensajes, pero casi no me responden».
El INM tiene como obligación repatriar a los migrantes a sus países, con apoyo de las autoridades nacionales de origen.
Aun así, García insiste en que necesitan ayuda para que su esposo llegue a Estados Unidos y encuentre trabajo.
«Ojalá que me ayudaran para que pasaran».