Un número cada vez mayor de padres israelíes en duelo pide que se extraiga y congele el esperma de los cuerpos de sus hijos, muchos de ellos soldados. Algunas normas sobre el procedimiento se han relajado tras los ataques de Hamás del 7 de octubre, pero las familias expresan ira y frustración por los largos procesos legales que enfrentan.
La voz de Avi Harush tiembla al recordar el momento en que supo que su hijo Reef, de 20 años, había muerto en combate el 6 de abril de 2024 en la Franja de Gaza.
Los militares que acudieron a su puerta le presentaron un dilema. Todavía había tiempo para recuperar el esperma de Reef. ¿Estaba interesada la familia?
La respuesta de Avi fue inmediata. Reef «vivió la vida al máximo», dice. «A pesar de la horrible pérdida, elegimos vivir».
«A Reef le encantaban los niños y quería tener sus propios hijos; no hay duda al respecto», añade.
Reef no tenía esposa ni novia. Pero cuando Avi comenzó a compartir la historia de su hijo, varias mujeres se pusieron en contacto y ofrecieron tener un hijo de Reef.
Avi dice que la idea es ahora la «misión» de su vida.
La familia se encuentra entre un número creciente de personas que han congelado esperma de sus seres queridos desde los ataques de Hamás contra Israel el 7 de octubre, en los que murieron unas 1.200 personas y otras 251 fueron tomadas rehenes.
En respuesta, Israel lanzó una operación militar en Gaza en la que más de 39.000 palestinos han muerto, según el Ministerio de Salud dirigido por Hamás. Unos 400 israelíes también murieron en la guerra.
Desde el 7 de octubre se ha extraído esperma de casi 170 hombres jóvenes, tanto civiles como soldados, según el Ministerio de Salud israelí. La cifra es aproximadamente 15 veces el número promedio para un mismo período en años anteriores.
Sin orden judicial
El proceso implica hacer una incisión en el testículo y extraer un pequeño trozo de tejido, del cual se pueden aislar espermatozoides vivos en un laboratorio y congelarlos.
Las tasas de éxito para recuperar las células son más altas si el procedimiento se realiza dentro de las 24 horas posteriores a la muerte, aunque los espermatozoides pueden vivir hasta 72 horas.
En octubre, el Ministerio de Salud israelí eliminó el requisito de que los padres deben obtener una orden judicial para solicitar el procedimiento.
Las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI) dicen que en los últimos años se han vuelto más proactivas a la hora de ofrecer el procedimiento a padres en duelo.
Pero aunque ahora es más fácil congelar el esperma, las viudas o los padres que quieran utilizarlo para concebir una criatura tienen que demostrar ante el tribunal que el difunto quería tener hijos.
El proceso puede llevar años, especialmente para los padres.
Israelíes y sus antecedentes
Los primeros padres en Israel que preservaron y utilizaron el esperma de su hijo muerto fueron Rachel y Yaakov Cohen, cuyo hijo Keivan fue asesinado a tiros por un francotirador palestino, según las FDI, en 2002 en la Franja de Gaza.
Su nieta, Osher, nacida del esperma de Keivan, tiene ahora 10 años.
Rachel describe un momento posterior a la muerte de Keivan en el que sintió su presencia: «Fui a su armario. Quería encontrar su olor. Incluso olí sus zapatos», dice.
«Me habló desde su foto. Me pidió que me asegurara de que [él] tuviera hijos».
Rachel relata que «enfrentaron mucha oposición», pero finalmente consiguieron una decisión legal sin precedentes.
El siguiente paso fue colocar un anuncio señalando que buscaban una posible madre para su nieto o nieta.
La mujer, que no compartió su apellido para proteger la privacidad de la familia, estuvo entre las decenas de mujeres que respondieron al anuncio.
Estaba soltera. Ella señala que fue evaluada por un psicólogo y un trabajador social y luego, con la aprobación del tribunal, comenzó un tratamiento de fertilidad.
«Algunos dicen que estamos jugando a ser Dios. No creo que sea el caso», afirma.
«Existe una diferencia entre un niño que conoce a su padre y uno concebido mediante una donación de un banco de esperma», añade.
Osher sabe que su padre fue asesinado en el ejército. Su habitación está decorada con delfines. Ella dice saber que él los amaba.
«Sé que tomaron su esperma y buscaron una madre perfecta para traerme al mundo», dice la niña.ç
Irit relata que Osher tiene abuelos, tíos y primos de ambos lados. Y afirma que está criando a Osher «normalmente» para asegurarse de que «no sea criada para ser un monumento viviente».
«Última oportunidad»
Preservar el esperma tiene un «gran significado» para las familias en duelo, dice el doctor Itai Gat, director del banco de esperma del Centro Médico Shamir, quien realiza la cirugía.
«Es la última oportunidad de preservar la opción de reproducción y fertilidad en el futuro», afirma.
El médico añade que recientemente ha habido un «cambio cultural significativo» hacia una mayor aceptación del proceso, pero que las reglas actuales han creado un conflicto en el caso de los hombres solteros.
Para ellos, señala Gat, a menudo no existe un registro claro de consentimiento. Esto ha dejado a las familias que ya enfrentan el dolor en «una situación muy difícil», donde el esperma ha sido congelado pero no pueden usarlo para la fertilización.
«Estamos hablando de reproducción, de traer al mundo un niño o una niña… que sabemos que será huérfano, sin padre», afirma.
En la mayoría de los casos, el fallecido no ha conocido a la madre del niño creado con su esperma, añade. Todas las decisiones relativas al niño, su educación y su futuro serán tomadas por la madre.
Gat señala que anteriormente se oponía a preservar el esperma a menos que hubiera un consentimiento claro del fallecido. Pero su opinión se ha suavizado desde que conoció a familias afligidas por la guerra actual.
«Veo lo significativo que es para ellos, cómo a veces les da algo de consuelo», dice.
Yuval Sherlo, un destacado rabino liberal que dirige el Centro Tzohar sobre Ética Judía en Tel Aviv, enfatiza que el consentimiento del fallecido es una consideración importante.
Y explica que también están involucrados dos principios importantes de la ley judía: continuar el linaje de un hombre y enterrar el cuerpo entero.
Algunos rabinos afirman que continuar con el linaje es tan importante que amerita dañar el tejido corporal, dice. Otros sostienen que el procedimiento no debería realizarse en absoluto.
Las normas actuales sobre este tema son directrices publicadas por el fiscal general en 2003, pero no están consagradas en la ley.
Los legisladores israelíes han intentado redactar un proyecto de ley para crear reglas más claras y completas, pero los esfuerzos se han estancado.
Personas cercanas al proceso le dijeron a la BBC que ha habido un conflicto sobre el nivel de consentimiento explícito del fallecido que se debe exigir.
Otro punto de discrepancia es si el niño recibiría los beneficios que normalmente se otorgan a los hijos de los soldados muertos en servicio.
Los medios israelíes también informaron de desacuerdos entre viudas y padres desconsolados sobre cuánto control deberían tener los padres sobre el esperma de sus hijos, especialmente si la viuda no desea usarlo para tener un hijo.
A quienes ya han congelado el esperma de sus hijos les preocupa que, si finalmente se aprueba una legislación, ésta sólo aborde cuestiones futuras de consentimiento y no los salve de enfrentar largas batallas judiciales.
En el caso de Avi, hay determinación en su dolor.
El padre mira una caja de cartón llena de diarios personales, álbumes y recuerdos de su hijo.
Avi dice que no descansará hasta poder darle un hijo a Reef: «Sucederá… y sus hijos recibirán esta caja».
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