«La guerra civil ha estallado en Lod». Así es como el alcalde Yair Revivo describía la situación después de que la violencia se desatara en la ciudad israelí de población mixta (árabe-judía) de Lod, a 15 kilómetros de Tel Aviv, la capital de Israel.
Las protestas de árabes israelíes en esta urbe desembocaron en disturbios a gran escala esta semana.
Grupos de judíos y de árabes israelíes (autóctonos o descendientes que se quedaron tras la creación del Estado de Israel en 1948 y que tienen una fuerte identidad palestina) se enfrentaron entre sí y con las fuerzas de seguridad.
«Hemos perdido totalmente el control», señaló el alcalde al medio Channel 12 News de Israel. «Están prendiendo fuego a sinagogas, incendiando cientos de vehículos…».
La nueva ola de violencia se produjo tras semanas de creciente tensión entre palestinos e israelíes en Jerusalén Este, que culminaron en enfrentamientos en este lugar sagrado para musulmanes, judíos y cristianos.
Desde el lunes, las protestas y los choques entre judíos y palestinos no han hecho más que empeorar, así como el intercambio de fuego entre el Ejército israelí y las milicias palestinas en Gaza.
Todo ello había dejado hasta este miércoles un saldo de 65 palestinos (incluido 14 niños) muertos en Gaza y siete israelíes (entre ellos, dos menores). La ONU llegó a advertir que se está avanzando hacia «una guerra a gran escala».
«Los líderes de todos los bandos tienen que asumir la responsabilidad de una desescalada», instó el enviado de la ONU para Medio Oriente, Tor Wennesland.
Por su parte, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dijo el miércoles que, si bien Israel tiene derecho a defenderse, espera que la violencia termine pronto.
Tras hablar con el primer ministro Benjamin Netanyahu, Biden dijo que la diplomacia de su país estaba «en contacto constante con sus contrapartes en Medio Oriente, no solo los israelíes, todos, desde los egipcios y los sauditas a los emiratíes».
¿Qué pasó en la ciudad de Lod?
En los últimos días, los árabes israelíes han llevado a cabo protestas en apoyo a los palestinos en Jerusalén y Gaza.
Durante las protestas del lunes en Lod, donde una tercera parte de la población es árabe, un residente de unos 30 años, Musa Hassuna, murió tras ser disparado y otra persona resultó herida de gravedad.
El diario Haaretz citó a un residente judío señalando que «un grupo árabe trató de irrumpir en el vecindario» y que sus habitantes «se vieron forzados a disparar al aire» porque sentían que estaban en peligro.
El padre de Hassuna explicó que su hijo no había ido a protestar y que simplemente estaba pasando por la zona cuando «le dispararon a quemarropa».
La policía arrestó a tres sospechosos, que defendieron que actuaron en defensa propia.
Cientos de personas asistieron al funeral de Hassuna el martes, y al poco tiempo se produjeron enfrentamientos con la policía. Según los medios israelíes, dos agentes resultaron heridos y un coche de policía fue incendiado.
A medida que cayó la noche, la violencia escaló y se produjeron ataques a sinagogas y negocios. La agencia Reuters informó de reportes de judíos apedreando un vehículo manejado por un árabe.
En redes sociales, empezaron a circular videos en los que supuestos manifestantes disparan a la policía con armas automáticas, mientras los agentes responden con fuego real.
«Es la primera vez que hemos visto a residentes locales utilizando armas, abriendo fuego, y la respuesta de nuestras unidades ha sido utilizar fuego real también para evitar que nadie muriera», dijo el portavoz de la policía Mickey Rosenfeld.
Por otro lado, un padre de 52 años y su hija de 16 murieron cuando un misil palestino disparado desde Gaza impactó el vehículo en el que viajaban en Lod. Ambos eran árabes israelíes.
«No me siento seguro saliendo de casa», señaló el residente judío Lior Benisti a Channel 12. «Queríamos ir donde está mi hermana, tenemos dos hijas pequeñas y decidimos quedarnos esta noche a pesar de que no tenemos una habitación a prueba de misiles. Pero mejor arriesgarse a la caída de misiles que al caos».
El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, declaró el estado de emergencia en Lod, proporcionando a la policía mayor poder.
«No aceptaremos la anarquía», manifestó.
Según los medios locales, se trata de la primera vez desde 1966 que el gobierno utiliza estos poderes sobre una comunidad árabe.
La violencia se extiende a más ciudades
La violencia también se desató en otras ciudades y pueblos de Israel con poblaciones árabes significativas, como la vecina Ramle, Acre, Jaffa, Jisr al-Zarqa y Umm al-Fahm.
Los medios israelíes informaron además de linchamientos tanto de árabes como de judíos en estas localidades israelíes, incluidos, entre otros, un hombre judío que sufrió heridas en las manos por parte de un grupo de árabes en la ciudad de Acre, y un hombre árabe que resultó herido en Bat Yam.
Un portavoz de la Policía señaló que decenas de personas resultaron heridas durante los disturbios, incluyendo 36 miembros de las fuerzas de seguridad, y hasta este miércoles habían arrestado a más de 370 personas en distintas partes del país.
Netanyahu tildó lo sucedido de «intolerable» y consideró que «nada justifica el linchamiento de judíos por parte de árabes ni el linchamiento de árabes por parte de judíos».
El presidente Reuven Rivlin, por su parte, describió estos estallidos de violencia en diversos puntos del país como una «guerra civil sin sentido».
Pese a las víctimas y los llamamientos internacionales, Israel y las milicias palestinas no habían mostrado ninguna contención hasta este miércoles.
Militantes en Gaza señalaron que habían lanzado 130 misiles contra Israel en respuesta a un ataque aéreo israelí que destruyó la torre desde donde emitía el canal Al-Aqsa gestionado por Hamás, el tercer inmueble en ser derribado esta semana.
Israel, por su parte, señaló que había acabado con la vida de miembros de Hamás en Gaza y que estaba centrando sus ataques en sitios de lanzamiento de cohetes.
Hamás confirmó que un comandante y «otros líderes» habían muerto.
La actual situación se considera la más grave desde el conflicto de 2014, una escalada de violencia «inevitable», según el editor de Medio Oriente de la BBC, Jeremy Bowen.
«La razón fundamental no cambia: el conflicto no resuelto entre judíos y árabes que ha arruinado y acabado con vidas palestinas e israelíes durante generaciones», señala.
«Es una herida abierta en el corazón de Medio Oriente», subraya, «y el hecho de que el conflicto haya desaparecido de los titulares internacionales en los últimos años no significaba que hubiera terminado».
En total, alrededor del 21% de la población de Israel es árabe israelí: alrededor de 1,96 millones de personas, según datos del Buró Central de Estadísticas de Israel de diciembre.
Durante la guerra que marcó la creación del Estado de Israel en 1948, cientos de miles de árabes fueron forzados a abandonar sus hogares. A aquellos que se quedaron en lo que se convirtió en Israel, y a sus descendientes, se les concedió la ciudadanía y se les conoce como árabes israelíes.
Alrededor del 80% de ellos son musulmanes, mientras el resto se identifica como cristiano o druso. La mayoría se identifican plenamente con los palestinos en Gaza y en Cisjordania, muchos de ellos llamándose a sí mismos «los ciudadanos palestinos de Israel».
El gobierno de Israel sostiene que sus ciudadanos árabes tienen los mismos derechos sociales y políticos, si bien están exentos del servicio militar obligatorio.
No obstante, los propios árabes israelíes critican que son tratados como ciudadanos de segunda y que enfrentan discriminación legal, institucional y social.
En Lod, por ejemplo, las autoridades construyeron un muro de tres metros en una parte de la ciudad en 2010, separando a las comunidades judías y árabes. El gobierno señaló que su propósito era reducir el crimen, pero los árabes israelíes consideraron que fue un intento de segregación.
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