La capital de Ucrania, Kyiv, ha sido atacada repetidamente por misiles y drones en las últimas semanas. La mayoría de los ataques ocurren durante la noche.
En el centro de la ciudad, Nataliya Lyashchenko ha perdido la cuenta de la cantidad de veces que el sonido de las sirenas, los drones y los misiles la han impedido dormir.
Cuenta que durante un ataque nocturno, los destellos brillantes de los proyectiles en el cielo oscuro hacían que luciera «como en Star Wars«.
Incursiones como estas son cada vez más frecuentes.
Los expertos creen que Rusia está cambiando sus tácticas en un intento de socavar las defensas aéreas de Ucrania, pero también sospechan que, hasta cierto punto, está atacando a la población civil de Ucrania en respuesta a los reveses recibidos en la guerra.
BBC Verify analizó los informes de los medios locales, los relatos de testigos oculares y las declaraciones de los funcionarios locales y el ejército ucraniano para construir un panorama del aumento de estos ataques aéreos tanto en Kyiv como en todo el país desde principios de este año.
En enero, Rusia lanzó ataques aéreos contra distintos objetivos en Ucrania solo por 3 días.
En mayo, esa cifra aumentó a 21 días. También hubo ataques los dos primeros días de junio.
Además de intensificar los bombardeos, Rusia parece haber cambiado sus principales objetivos.
Dara Massicot, investigadora principal de políticas de Rand Corporation, dice que el objetivo de los ataques es menoscabar las defensas aéreas ucranianas.
«En este momento estamos viendo más ataques contra grandes centros de población, lo que pone a Ucrania en una posición en la que se ve obligada a emplear interceptores para defender sus ciudades», dice.
Los interceptores son misiles tierra-aire que se utilizan para derribar drones o misiles.
Pero puede que hay otra razón para el aumento en la frecuencia de los ataques, dice Massicot.
Durante esta guerra, Rusia ha utilizado misiles para mostrarle a su población que está haciendo algo y, en este sentido, Massicot sugiere que los ataques recientes son, probablemente, una reacción a los ataques que ha habido dentro de Rusia y que Moscú atribuye a Ucrania.
«Creo que estamos viendo una combinación de ambas cosas: darnos cuenta de que necesitan desgastar las defensas aéreas ucranianas y contrarrestar algunos de los reveses que ha sufrido», explica.
La capital, la más afectada
Rusia ha centrado cada vez más sus ataques en la capital, Kyiv.
Si en abril, 2 de los 7 ataques que recibió Ucrania fueron en la capital, en mayo ha sido blanco de 17 de los 21 bombardeos.
Y esto se ha cobrado un precio psicológico en los residentes de la ciudad.
Polina Karabach vive en los suburbios, aproximadamente a cinco o seis kilómetros del centro de Kyiv.
El 28 de abril se despertó a las 4 de la madrugada, escuchando fuertes ruidos que provenían del exterior.
«Me sentí muy ansiosa porque el canal de noticias que suelo sintonizar no estaba funcionando, así que no pude obtener muchos detalles», le dijo a la BBC.
Lo que no sabía en ese momento era que los misiles de crucero rusos surcaban el cielo para, finalmente, ser destruidos por las defensas aéreas ucranianas.
Los funcionarios locales dicen que todos los misiles o drones que tenían como objetivo a Kyiv fueron derribados y que los daños que hay provienen de la caída de escombros. Esto no ha podido ser verificado de forma independiente.
Greg Bagwell, presidente de la Asociación de Energía Aérea y Espacial de Reino Unido y excomandante de la RAF, la fuerza aérea británica, le dijo a la BBC que Kyiv parece ser más un objetivo estratégico que militar.
«Kyiv es el centro del gobierno. Y esto se ajusta con la idea de Rusia realmente lo que trata de crear es una sensación totémica de victoria. Es más simbolismo que efecto militar real», explica.
Cualquiera que sea la motivación, hay muy pocos rincones de Kyiv que no hayan sentido el impacto de los ataques con drones y misiles.
Nataliya Lyashchenko le contó a la BBC sobre su experiencia durante una de esas redadas, en concreto, la del 4 de mayo.
«Comenzó con sirenas aéreas en la noche y luego, casi 15-20 minutos después, comenzó la batalla», dice ella.
Se refugió en una estación de metro a poca distancia de su casa, cargando consigo únicamente su pasaporte y a su gato.
«No es un juego. Es una guerra», dice.
«Hemos perdido nuestros trabajos, nuestras casas, nuestra salud. Tenemos grandes desafíos por delante. Después de nuestra victoria, tomará 10 o 20 años, tal vez incluso más, recuperarnos mentalmente. Pero creo que sobreviviremos, porque los ucranianos han demostrado una buena determinación para sobrevivir», sostiene Natalia.