Escenario: el Santo Sepulcro de Jerusalén. En el centro, el cuerpo de Cristo yace sin vida sobre un ataúd rectangular.
A su alrededor, seis figuras de tamaño natural expresan, con unos gestos desgarradores y un dramatismo casi teatral, el dolor insoportable por su muerte.
Se trata de la Virgen, las tres Marías (María Magdalena, María Salomé y María de Cleofás), San Juan y José de Arimatea.
Nos encontramos en una iglesia de Bolonia, en Italia, y este conjunto escultórico es una obra excepcionalmente conmovedora del artista italiano Niccolò dell’Arca.
Este tesoro lleva por nombre ‘Compianto sul Cristo morto‘ (Lamento por la muerte de Cristo) y se caracteriza por un dramatismo inédito para su época.
En la obra, la cabeza de Cristo descansa sobre una almohada donde está grabada la firma del autor: NICOLAI DE APULIA.
Se cree que el artista, conocido por el sobrenombre Niccolò dell’Arca, nació entre el 1435 y el 1440 en la Apulia, una región del sur de Italia.
El artista moldeó las figuras con terracota, un material considerado «pobre» con el que logró un poder expresivo de gran realismo e impacto visual.
María Magdalena, con la ropa alborotada por el viento, está petrificada en un grito de dolor e incredulidad ante la inexorable realidad.
María de Cleofás frena en seco antes de llegar al cuerpo de Cristo y levanta las manos como si quisiera negar la escena.
San Juan, inmóvil, rebosa tristeza.
La Virgen, con las manos fuertemente entrelazadas, tiene el gesto más desgarrador de todos: su dolor es inconmensurable.
María Salomé trata de contener las lágrimas aferrándose a sus piernas y apretando las manos con fuerza.
El único que no mira a Cristo es José de Arimatea, que parece invitar al espectador a participar en tan dolorosa tragedia.
El magnífico conjunto se encuentra en la Chiesa della Vita (Iglesia de la Vida), en la ciudad de Bolonia, en el norte de la península.
Los orígenes de la iglesia
En el año 1260, el franciscano Raniero Fasani emprendió, «inspirado» por la Virgen, un camino que lo llevaría hasta Bolonia. No lo hizo solo: iba acompañado por algunos de sus seguidores.
Durante el viaje sus admiradores aumentaron sin cesar. Cruzaban las ciudades gritando «¡Paz!» para calmar a las facciones cristianas que estaban en una sangrienta lucha entre ellas, y se flagelaban para procurarse los dolores de Cristo.
Ya en Bolonia y con 20.000 seguidores, Fasani fundó la Confraternidad de los Battuti Bianchi (los «frailes que se flagelan»), y alzó un hospital en el centro de la ciudad donde cuidaban y recibían a los enfermos y peregrinos.
Al lado había una iglesia, previamente dedicada a San Vito pero que, por la fama de los médicos del hospital y sus curaciones y por la voluntad de dedicarla a la Virgen que lo inspiró, acabó llamándose Chiesa della Vita.
Se cree que fue esta confraternidad quien encargó la obra a Niccolò dell’Arca hacia el 1463.
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Actualmente el museo se encuentra en lo que antes era el hospital, que estuvo operativo hasta el siglo XVIII.
Algunos expertos piensan que el artista pudo tener como modelo para el horror que logró imprimir en las miradas y los rostros de estas esculturas el tormento y el dolor que veía en las familias de los enfermos alojados en el hospital adyacente.
Así, el ‘Compianto’ tiene valor como objeto de culto religioso, como obra de arte excepcional y también porque está vinculado a la historia de los enfermos y a la asistencia de los peregrinos.
Aunque la tumba de Niccolò dell’Arca, que murió en 1494, fue destrozada, sí se conserva todavía una lápida con el siguiente epígrafe:
«Tú que diste vida a las piedras y forma a los signos inspirados en el cielo. ¡Oh dolor! Tú también estás en este lugar donde Praxíteles, Fidias y Policleto admiran y adoran, oh Nicola, las (obras) de tus manos».