Ubicado en un impresionante valle, este antiguo oasis ha dado origen a civilizaciones florecientes. Solo ahora, después de años cerrado a los extranjeros, empieza a revelar sus secretos.
Como fotógrafa, siempre me ha atraído la forma única en que la luz en el desierto se extiende, rebota en la arena y las rocas, e ilumina las llanuras.
Hay una quietud en estos paisajes que he llegado a anhelar, pero también me fascinan las relaciones que las personas construyen con los desiertos.
Los humanos han encontrado en Medio Oriente, durante milenios, formas de sobrevivir e incluso prosperar en estos entornos hostiles, y quizás en ningún lugar esta ingeniosa capacidad sea más evidente que en una de las cunas culturales más significativas de la Península Arábiga: AlUla (a veces escrito «al-Ula»).
Ubicado en el Valle de AlUla, entre las imponentes montañas de arenisca y granito de la región de Hijaz, en el noroeste de Arabia Saudita, este antiguo oasis ha sostenido la vida humana durante los últimos 200.000 años.
Las fértiles tierras de los alrededores y el acceso al agua en medio de este desierto montañoso ayudaron a que varias civilizaciones florecieran.
Los reinos de Dadan y Lihyan, que prosperaron aquí entre 800 y 100 a.C., fueron seguidos por Hegra, una ciudad importante en la civilización nabatea, cuya capital, Petra, estaba ubicada más al norte, en la actual Jordania.
Sin embargo, hasta que en 2019 Arabia Saudita comenzó a emitir visas turísticas para viajes no religiosos, los visitantes extranjeros no podían visitar este valle, que ha permanecido mucho tiempo cerrado e inexplorado.
Hoy en día, los ecos del largo y misterioso pasado de AlUla están por todas partes, y a medida que los arqueólogos comienzan poco a poco a descubrir los numerosos túmulos funerarios, tumbas e inscripciones rupestres dispersas por sus numerosos yacimientos, este antiguo oasis muestra por fin su historia.
Reinos excavados en rocas
Una ciudad construida en piedra prosperó en el Valle de AlUla ya en el 800 a.C.
Dadan, la capital del reino Dadan y más tarde del Lihyan, se hizo rápidamente popular como un importante centro comercial para el incienso en ruta hacia Egipto, Mesopotamia y el Mediterráneo.
Los dadanitas desarrollaron su propio sistema de escritura, y hoy en día estas inscripciones, algunas de las cuales tienen más de 2.500 años de antigüedad, se conservan notablemente bien en el yacimiento cercano de Jabal Ikmah, que a menudo se llama «la biblioteca al aire libre de AlUla».
Estos mensajes grabados van desde simples grafitis hasta elaborados registros que documentan ofrendas a los dioses.
Para el siglo I a.C., la civilización nabatea procedente del sur del Levante (en la actual Jordania) se había expandido hacia el noroeste de Arabia.
Mientras que Petra permanecía como la capital del reino, la ciudad más importante de los nabateos al sur era Hegra, el primer lugar de Arabia Saudita en ser incluido en el Patrimonio Mundial de la Unesco.
Durante unos 200 años, hábiles albañiles trabajaron dentro de la necrópolis de Hegra en majestuosos monumentos como Qasr al-Farid, una tumba inacabada pero bellamente conservada que, según inscripciones, probablemente pertenecía a un notable nabateo.
El extenso complejo arqueológico de 1.6 hectáreas de Hegra contiene 111 tumbas que hoy los viajeros que llegan a AlUla pueden visitar.
Uno de los mayores grupos de tumbas de Hegra, Jabal Al-Banat, contiene 29 tumbas encargadas por o dedicadas a mujeres.
Fue en otro afloramiento como este, llamado Jabal Ahmar, donde se encontró la tumba de Hinat. Hinat, una mujer local, tenía suficiente riqueza para mandar a construir una tumba para ella y sus 80 descendientes. Junto con restos humanos, en las excavaciones se hallaron textiles y cuero, lo que brindó a los arqueólogos una mejor visión de la vida nabatea.
En 2023, un equipo de científicos concluyó un proyecto de varios meses para reconstruir el rostro de Hinat, que ahora recibe a los turistas en el Centro de Visitantes de Hegra.
La ciudad vieja
En los siglos que siguieron a la desaparición de los nabateos, el valle se convirtió en hogar de varios pueblos, pero no fue hasta la llegada del Islam en el siglo VII cuando el oasis volvió a ser un importante lugar de parada, esta vez para los fieles en la ruta de peregrinación hacia La Meca, ciudad santa para los musulmanes.
Los asentamientos pronto comenzaron a prosperar de nuevo, el más famoso de los cuales es Ad-Deerah, conocido como la Ciudad Vieja de AlUla, que fue construido alrededor del siglo X utilizando algunas de las mismas piedras que los dadanitas y los lihyanitas usaron un milenio antes.
Lleno de casas de ladrillos de barro apretadamente agrupadas, tiendas, mezquitas, plazas y un fuerte defensivo, el pueblo estuvo habitado continuamente durante más de 800 años hasta la década de 1980, cuando el gobierno trasladó a los residentes a la cercana ciudad moderna de AlUla para preservar el asentamiento original como un museo al aire libre.
Hoy en día, la Ciudad Vieja es un laberinto de casas abandonadas, talleres de cerámica y bordados, y tiendas donde los viajeros pueden comprar productos artesanales y dátiles de los huertos cercanos.
Además de que Arabia Saudita estuvo en gran parte cerrada a los extranjeros durante siglos, hasta hace poco partes de AlUla permanecieron vedadas para todos los musulmanes, incluidos los locales, debido a la creencia de que estaba «maldita» por el Profeta Mohamed y, por lo tanto, «embrujada».
Sin embargo, en un intento de arrojar luz sobre las muchas civilizaciones que una vez prosperaron aquí, un equipo de investigadores comenzó a realizar el primer estudio arqueológico detallado de la zona en 2019.
Desde entonces, una serie de descubrimientos notables han permitido reelaborar nuestra comprensión de la historia en la Península Arábiga.
Se han descubierto más de 1.600 monumentos de piedra neolíticos llamados mustatils (rectángulos en árabe) en la región de AlUla, revelando que ya había poblaciones aquí hace unos 7.000 años.
En 2021, un equipo de arqueólogos halló rastros de perros domesticados ya en el 4.000 a.C. Y en 2023, se encontró justo al sur del oasis de AlUla el hacha prehistórica más grande del mundo, una herramienta de 51 cm de hace 200.000 años.
«Los hallazgos arqueológicos de los últimos años están reescribiendo nuestra comprensión de esta área», dijo la doctora Rebecca Foote, directora de Investigación de Arqueología y Patrimonio Cultural de la Comisión Real para AlUla.
«Estamos obteniendo una imagen rica que muestra que los pueblos y ciudades del Valle de AlUla eran dinámicos, con personas viviendo en múltiples lugares en diferentes momentos».
Ingenieros del desierto
Los antiguos habitantes de AlUla utilizaron una ingeniería sofisticada para sobrevivir y dearrollarse en este paisaje árido.
Comenzando en el reino de Dadan, los residentes de la zona construyeron enormes cisternas y pozos para recolectar agua de lluvia y acceder a los acuíferos subterráneos.
Para el período islámico temprano, un sistema de canales de riego llamados qanats llevaba agua desde el pie de las montañas hasta los campos utilizando la gravedad y cálculos precisos de pendiente. Esta hábil gestión del agua disponible ayudó a AlUla en un centro agrícola, cultivando dátiles, cítricos, higos e incluso trigo y cebada.
Hoy en día, las palmeras datileras nativas continúan dominando el paisaje, con 2.3 millones de árboles que producen más de 90,000 toneladas de dátiles cada año.
La industria local de dátiles proporciona la base para el resto de la producción agrícola de la zona. A la sombra de sus millones de palmeras datileras, los árboles cítricos producen naranjas, limones y pomelos.
Debajo de los árboles, los agricultores cultivan hierbas como menta y albahaca. En los alrededores se cultiva la moringa peregrina, un árbol elogiado por sus propiedades cosméticas y medicinales,
Cada enero, el Festival de Cítricos de AlUla reúne a los agricultores, compradores y visitantes de la región durante la temporada de cosecha, cuando se recolectan y venden más de 15,000 toneladas de cítricos.
Además de su notable legado histórico, el Valle de AlUla está lleno de impresionantes maravillas naturales, como cañones del desierto, acantilados de arenisca, formaciones rocosas esculpidas por el viento y paisajes volcánicos. Al noreste del oasis de AlUla, la Reserva Natural Sharaan, de 1,500 km², es el hogar del íbice nubio, gacelas, avestruces de cuello rojo y el esquivo lobo árabe.
En el Valle de Ashar, las gigantescas formaciones de arenisca ocre son el escenario de la nueva escena hotelera de AlUla, con varios hoteles, restaurantes e incluso una sala de conciertos escondidos entre las rocas.
Formas surrealistas
Jabal AlFil, o la Roca del Elefante es uno de los hitos más destacados de AlUla. La erosión del viento y el agua durante millones de años le dieron a esta imponente montaña de arenisca que se eleva 52 metros su forma de elefante.
Ver Jabal AlFil desde arriba en un paseo en helicóptero me ayudó a apreciar cuán vasto, más de 22.000 km², es este valle, y cuán reconfortante debía ser este oasis para los viajeros cansados de hace siglos.
Otras creaciones naturales de formas caprichosas se hallan también dispersas en otras partes de AlUla.
En Hegra, la Roca con Forma de Rostro saluda al sol poniente mientras que la Reserva Natural Sharaan alberga las Rocas Danzantes, dos estructuras de arenisca en forma de torres que parecen moverse al unísono al compás de una melodía imaginaria.
Las rocas y acantilados en la región de AlUla albergan más de 50.000 mensajes del pasado, desde petroglifos neolíticos que representan escenas de caza hasta inscripciones en tumbas nabateas que advierten a los visitantes contra la incursión y el robo en sus propiedades.
Estos mensajes ofrecen una visión de la extensa historia, no solo de AlUla, sino también de la región circundante.
«Quizás solo hemos encontrado el 10% de la historia en este valle», dijo Atif Albalawi, uno de los narradores oficiales, o rāwī, en AlUla.
«Casi en cada acantilado y montaña, puedes encontrar tanto inscripciones antiguas como dibujos que fueron hechos hace miles de años».
Junto a este arte rupestre prehistórico, los artistas contemporáneos también dejan su huella. En toda AlUla, instalaciones gigantes se fusionan con el paisaje, convirtiéndola en un museo vivo de la expresión humana a lo largo de los siglos.
En 2019, un espejismo contemporáneo surgió del desierto en el Valle de Ashar de AlUla.
Se trata de Maraya, el edificio con espejos más grande del mundo, cubierto con 9.740 paneles de vidrio que reflejan los imponentes acantilados que lo rodean.
Parte proyecto artístico, parte espacio de reunión para eventos culturales y conciertos, y parte centro de conferencias ultramoderno, Maraya es el símbolo de lo que siempre ha sido AlUla y aspira a seguir siendo: un destino que atrae a diferentes personas e ideas a una encrucijada en una tierra antigua.