Anthony Bourdain tenía uno de los trabajos más envidiables del mundo y lo sabía.
«Estoy condenado a tener el mejor trabajo del mundo. ¿Cómo podría no hacerlo? Voy adonde quiero. Trabajo con amigos cercanos. Cuento las historias que quiero de la forma cómo yo decida, con el respaldo de una gran cadena de televisión internacional. Es un trabajo soñado», dijo el reconocido chef y presentador de televisión en una entrevista ofrecida en 2015 al diario USA Today.
«Es el mejor trabajo en el mundo. Creo que me perdonarían por negarme a dejarlo. Probablemente moriré haciéndolo», agregó.
Este viernes el célebre chef y presentador estadounidense -conocido como uno de los «chicos malos» de la cocina por su inusual trayectoria y su estilo irreverente- fue hallado muerto en su habitación en un hotel de Estrasburgo, Francia.
Se encontraba grabando para CNN un nuevo episodio de la exitosa serie Parts Unknown, cuya undécima temporada se estrenó el mes pasado.
Según informó la cadena, la causa de su muerte fue un suicidio.
Cocineros y piratas
La casualidad y su insaciable curiosidad llevaron a Bourdain al mundo de la cocina, primero, y al de la comunicación, después.
Nacido en 1956, Bourdain se crió en Leonia (Nueva Jersey), un rico suburbio próximo a Nueva York.
Su padre era un ejecutivo de la industria musical y su madre trabajó durante años como correctora en el diario The New York Times.
Siendo niño con frecuencia le llevaron a Francia y le hicieron conocer las delicias de la alta cocina.
Bourdain se convirtió en una celebridad a inicios de la década pasada, tras darse a conocer con un libro de memorias. Foto: Getty Images.
Fue justamente en un viaje familiar cuando Bourdain dijo haber tenido por primera vez conciencia del mundo de la cocina. Estudiaba entonces cuarto grado de primaria y probó la Vichyssoise, una crema hecha con puerros y papas, que le sorprendió al descubrir que estaba fría.
Siendo ya un estudiante universitario, quedaría enganchado por el mundo de la restauración cuando un verano estuvo trabajando como lavaplatos en una marisquería en Cape Cod y quedó deslumbrado por la vida de los cocineros que le recordaban a los piratas, luciendo zarcillos dorados y collares turquesa, y llevando una vida de excesos.
«Vi como los cocineros y los chefs se comportaban. Tenían como una manera particular de fanfarronear, conseguían a todas las chicas y se bebían todo lo que estuviera a su vista», contó en una entrevista con The New York Times.
Así, en 1975, tras abandonar los estudios sin concluir en el Vassar College, Bourdain se matriculó en el Instituto Culinario de EE UU, de donde se graduó tres años más tarde para empezar una carrera en varios restaurantes de Nueva York.
En esa época conoció a su primera esposa, Nancy Putkoski, de quien se separó en 2005. Dos años más tarde, se casó por segunda vez con la artista de artes marciales mixtas Ottavia Busia, de quien se divorció en 2016 y con quien tuvo a su hija Ariane, que actualmente tiene 11 años.
Desde finales de los años 1970, Bourdain pasó más de dos décadas trabajando jornadas de 13 horas en la cocina, donde se inició en los puestos más humildes y fue escalando poco a poco hasta que en la década de 1990 se convirtió en chef ejecutivo de Brasserie Les Halles en Manhattan.
Por su trabajo en televisión Bourdain fue nominado y premiado varias veces. Foto: Getty Images.
Honestidad y excesos
Fue allí donde volvió a cambiarle la vida.
Bourdain envió un artículo no solicitado a The New Yorker en el que escribía sobre el lado oscuro del mundo culinario.
Para su sorpresa el texto fue publicado y tuvo tanto éxito que derivó en una propuesta por parte de una editorial de libros de cocina que terminó plasmada en Kitchen Confidential: Adventures in the Culinary Underbelly, (Confesiones de un chef, en su versión en español), un libro de memorias que le convirtió en un chef estrella y que allanó el camino para su entrada en la televisión.
El texto destacaba por su honestidad y crudeza pues Bourdain contaba allí abiertamente sobre su adicción pasada a la cocaína, la heroína y el LSD; al tiempo que mostraba la polémica cultura de excesos del mundo de la alta cocina.
Curiosamente, Bourdain había empezado a escribir seriamente casi por azar en 1993, cuando un antiguo amigo de la universidad le ofreció llevarle de vacaciones gratis a Cozumel si se comprometía a escribir un libro al regreso del viaje.
El resultado fue Bone in the Throat, una novela negra satírica, que terminó menos de seis meses después del viaje, pese a que en aquella época también trabajaba como chef en el restaurant Sullivan’s de Nueva York.
Curiosidad insaciable
Tras el éxito de Confesiones de un chef, Bourdain llegó a la televisión en 2002 para trabajar en la cadena Food Network y, tres años más tarde, saltó al Travel Channel con el programa No Reservations, que le hizo merecedor de dos premios Emmy.
Bourdain hizo un programa comiendo con el entonces presidente Obama en Vietnam. Foto: Pete Souza.
A partir de 2013, Bourdain se mudó a CNN para hacer la serie de viajes y cocina Parts Unknown, en la cual llegó incluso a hacer un programa en Hanói junto al entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama, con quien compartió unas cervezas frías, cerdo asado y fideos mientras discutían sobre las relaciones entre Estados Unidos y Vietnam.
Para producir su programa de televisión, Bourdain viajaba unos 250 días al año para mostrar ángulos no tradicionales de innumerables lugares del mundo, incluyendo una decena de países de América Latina.
«No quiero hacer lo mismo todo el tiempo. Si de forma consistente haces feliz a la gente, incluso a tu audiencia más fiel, estás haciendo algo mal. Me interesa mucho más intentar ser creativo, intentar mantenerme interesado, impulsando a mi equipo y a mis socios creativos a hacer su mejor trabajo», dijo en una entrevista con USA Today.
«No busco necesariamente contar todo lo que necesitas saber sobre un lugar. Quiero transmitir la sensación que tengo sobre el mismo. No es exactamente periodismo, es muy subjetivo», añadió.
Pero, pese a todos esos viajes, afirmaba no haber perdido su capacidad de asombro.
«La gente me sorprende todo el tiempo. Me gusta pensar que soy una persona cínica, como alguien que ha recorrido mucho. Pero el comportamiento humano es un misterio inagotable para mí», señaló en aquella entrevista.
También lo seguirá siendo para las miles de personas que seguían su trayectoria alrededor del mundo y que ahora intentan comprender su partida.
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