Con tres regiones bajo estado de catástrofe por incendios, en medio de una prolongada sequía y un verano con temperaturas inusualmente altas en el sur del país, Chile enfrenta una de sus más destructivas temporadas de incendios.
Las llamas, el humo y las cenizas afectan a distintos puntos de las regiones sureñas de Ñuble, Biobío y La Araucanía, desafiando el incesante trabajo de brigadistas y voluntariado de bomberos -que en Chile no reciben pago-. Hasta 300 brigadistas de México y un equipo de la UME (Unidad Militar de Emergencias) de España se han sumado a los trabajos de combate al fuego en terreno.
En menos de una semana, el país lamenta la muerte de al menos 26 personas en la emergencia. También hay quienes han logrado escapar del paso de las llamas en decisiones tan sorprendentes como desesperadas. En medio de una serie de imágenes que se vuelven virales en Internet (un carro de bomberos cruzando un camino encendido, o el cráter donde asoman llamas subterráneas), se puede observar a un grupo de vecinos rodeado por el fuego en medio de una piscina.
Se trata de cuatro adultos y dos niños de 3 y 4 años que se encontraban en una zona llamada Purgatorio, en las cercanías del municipio de Santa Juana. A sólo 50 kilómetros de una de las ciudades más grandes de Chile, Concepción, Santa Juana cuenta con unos 13.000 habitantes y ha sido uno de los más afectados.
«Yo he recorrido todo Santa Juana, por todos los lugares rurales he pasado. Es un territorio grande. Se recorren caminos de tierra, de difícil acceso, la topografía es muy irregular, de muchos cerros. La tragedia está en los campos. Pasas por lugares donde está todo quemado», le dijo a BBC Mundo Crístofer Espinoza, periodista que ha estado cubriendo los incendios.
«El primer día vi cómo se quemaban las casas, y cuando nos evacuaron, pasamos por un kilómetro donde no se veía nada; se veía de noche, por el humo. Vi caer árboles prendidos a la carretera. Fuego por dos lados. Casas quemándose por todos lados, gente arrancando», agregó.
Medidas desesperadas
El video de la piscina en Purgatorio fue realizado por Yerko Cortés, de 58 años. Trabaja en el campo, cuenta, en un terreno que le facilitó un sobrino. El día que grabó el video partieron juntos desde la ciudad de Coronel hacia el campo, a una hora y media de distancia en auto.
«Ya sabíamos que había problemas con los fuegos. Pero nos llamaron como a las 9 y media de la mañana, vecinos, que teníamos que ir a ver nuestras casas. Había fuego hacia la entrada de Santa Juana. Hasta ahí no más. Así que seguimos avanzando. Había fuego por distintas partes, pero chiquititos», le dice a BBC Mundo.
Ante el riesgo de incendio, tenían que mojar la casa. Pero ya no había electricidad para echar a andar la bomba de agua. El sobrino decidió ir a buscar ayuda. A los pocos minutos, recuerda Cortés, la casa estaba rodeada por el fuego.
«Fue cosa de 10 o 15 minutos desde que habíamos llegado. Yo estaba solo en la casa», recuerda.
«Nunca me imaginé que iba a ser todo tan rápido. Se empieza a armar el fuego y empieza a ponerse negro todo dentro de la casa y por todos lados. Veo que de la otra casa sale un auto arrancando. Pero miro para el otro lado y veo que el fuego ya está encima. Así que paré el auto, iba una niña, y le digo que doble hacia la piscina que tenemos nosotros. Porque el fuego ya venía».
En el auto viajaban la niña y el niño con su madre. Se les sumaron los abuelos y otro adulto. Eran 7 personas.
«Teníamos fuego por los cuatro costados, no teníamos hacia dónde arrancar. Por donde miraba había fuego. Era la opción que había. Porque no alcanzábamos a salir. Me quemaba vivo corriendo hacia el vehículo. No llegábamos. La única opción que vi fue meterme a la piscina», afirma a BBC Mundo.
«Pesqué a la señora y a los niños chicos y los metí al agua. Nos metimos todos. Y ahí quedó «la escoba». Ahí ya era puro pedirle a Dios. Nos entregamos. Todos gritábamos. Gritabamos «Dios, Dios, ya está bueno», y cosas así. Mientras, le echábamos agua a las «guaguitas». Nos hundíamos en el agua y salíamos, los hundíamos y los sacábamos. A unos se nos quemó el pelo. Yo me quemé un poco la vista. Y el fuego pasaba, pasaba, pasaba y no la cortaba. Y nosotros ahí. No teníamos a donde arrancar», describe Cortés.
«El agua no se calentó, se mantuvo tibia. Lo que quemaba era el viento y el fuego. Era viento y fuego, viento y fuego. Y los palos y las ramas que caían hacia adentro. No aguantábamos mucho tiempo bajo el agua. Imagine todo el tiempo que estuvimos dentro de la piscina, luchando, gritando, pidiendo a Dios», prosigue.
«Nos pusimos de espaldas al fuego, para que no nos quemara de frente. Y nos agachábamos y asomábamos en el agua, del cuello hacia arriba, mientras caían los palos quemados sobre la piscina. Cuando ya no cayeron más, asomé un poco más la cabeza y le dije a los demás que se asomaran. Ya no había fuego. Pero había humo, humo, humo. Tampoco teníamos cómo salir, porque no veíamos. Allí pasaron como 3 o 5 minutos y por fin tuvimos visual. Estaba todo quemado», recuerda.
Destrucción total
Cortés y el grupo de vecinos que se refugió en la piscina sólo logró abandonar el lugar una vez que pasó el fuego. Su testimonio se viralizó a través de redes y medios. Una vez que recibió atención médica regresó al lugar donde estaba su casa. Asegura que no quedó nada en pie.
«No quedó nada, nada. Quedó todo en el suelo. La cerámica reventada. Hasta los baños se reventaron, todo. Se perdió todo. Tú ves incendios por ahí, y a veces queda un pilar, una cadena, una puertita toda quemada. Allí no quedó nada. Puro polvo. No hay ni para decir ‘salvé una puerta, una silla’. Nada. Están todos los fierros chamuscados», relata.
También se reunió con el grupo de vecinos que sobrevivió al fuego dentro del agua.
«Fue una cuestión tremenda. Fue una pesadilla, que nunca pensé. Pero lo hice por los niños y por la mamá. Se iban a quemar vivos si seguían en el auto. No los salvaba nadie. No había para dónde arrancar. Cuando nos encontramos nos abrazamos y lloramos. Cuando los vi el chiquitito me abrazaba con la niñita, sin conocerme. La mamá también, me decía ‘vecino gracias’. Yo le decía que estuviera tranquila. Gracias a Dios, estaba la piscina», dice.
La intensidad de los incendios de este testimonio ha sido uno de los factores que ha sorprendido a la comunidad y las autoridades. La ministra del Interior, Carolina Tohá, aseguró que en sólo cinco días se ha quemado en el país una superficie equivalente a dos años de incendios. Alcaldes de la zona aseguran que no habían visto una voracidad como la de estos siniestros.
Parte de las esperanzas para detener el fuego se concentran estos días en el trabajo del avión cisterna «10 Tanker», que ya comenzó a operar en el país, lanzando agua y retardantes sobre las zonas más afectadas. Los canales de noticias transmitieron prácticamente en vivo el arribo del avión cisterna, que llegó a Chile gracias a las gestiones del gobierno con el sector privado.
El presidente Gabriel Boric, que esperó la llegada de la aeronave en el aeropuerto de Concepción, apuntó que el «10 Tanker» hará más eficaz el trabajo en terreno contra el fuego. La misma aeronave ya prestó apoyo en Chile en 2019, año en que Bomberos chilenos de la localidad de Talcahuano lograron cargar el avión -con capacidad de hasta 35 mil litros- en sólo cuatro minutos y medio.
«Vamos a parar este incendio y vamos a ponernos en pie, como lo hemos hecho siempre en los momentos difíciles y en los momentos e catástrofe», aseguró Boric.