El resultado electoral de los comicios generales de este domingo en España supuso un freno al avance de la ultraderecha en el país con una clara caída del apoyo a Vox, rompiendo así una racha de éxitos de la extrema derecha en Europa.
Vox perdió 19 escaños y más de 600.000 votos en estas elecciones, en las que el conservador Partido Popular (PP) fue el más votado.
El partido de ultraderecha español bajó de los 52 diputados obtenidos en 2019 hasta los 33, dejando patente que la fórmula de presentarse como un partido antinmigración, negacionista del cambio climático y de la violencia de género, y contrario a colectivos como el LGBTI no gustó a muchos votantes.
Los pactos de gobierno a nivel local y regional también pasaron factura al partido liderado por Santiago Abascal. Los ciudadanos vieron cómo en algunos lugares donde gobierna Vox en coalición con el conservador Partido Popular (PP) se prohibían banderas LGBTI, se censuraban obras de teatro, se cerraban carriles bici y se eliminaban consejerías de Igualdad, entre otras medidas, y se hicieron una idea de cómo sería un gobierno a nivel nacional.
Así, parece que los votantes conservadores y los contrarios al gobierno de izquierdas de Pedro Sánchez que querían un cambio se decantaron por un voto útil por el PP. Por otro lado, el electorado de izquierdas que dudaba si votar decidió a hacerlo ante la perspectiva de un gobierno de coalición de PP con Vox.
La ultraderecha estaba sobrerrepresentada
Con poco más de tres millones de votos, que suponen un 12,39% del total, Vox sigue siendo a pesar de la caída de apoyo el tercer partido más votado en España, ligeramente por delante de la recientemente creada coalición de izquierdas Sumar, que obtuvo 31 escaños con un 12,31% de los votos.
Mientras muchos medios hablan de fracaso de la extrema derecha en España, politólogos consultados por BBC Mundo explican que Vox simplemente ha vuelto a tener el apoyo que realmente lo representa.
“La situación que se da ahora mismo con Vox se ve como algo excepcional, pero creo que lo excepcional era la situación de la que veníamos. Los 52 escaños que tenía Vox en el Parlamento eran resultado de las elecciones de noviembre de 2019, que fueron una repetición electoral”, explica Rosa Navarrete, profesora de Ciencias Políticas de la Universidad del Sarre (Alemania), sobre unas elecciones que tuvieron que repetirse ante la imposibilidad de Pedro Sánchez de formar gobierno entonces.
“No se trata de un descalabro. Ser tercera fuerza política siendo un partido de extrema derecha es algo significativo. Pero sí que es verdad que tenían expectativas muy altas”, reconoce a BBC Mundo.
De la misma manera lo ve Cristina Monge, politóloga y profesora de la Universidad de Zaragoza. “Yo más que pensar que la ultraderecha se ha desplomado, lo que creo es que en 2019 estaba sobrerrepresentada”.
“Aquel fue un momento de repetición electoral, la gente estaba muy enfadada porque habían sido incapaces de formar gobierno y había que volver a votar. Además, Cataluña estaba en un momento muy convulso, con las calles ardiendo, y esto colocó a Vox como tercera fuerza, con 52 diputados”, le recuerda a BBC Mundo.
“Eso no le quita gravedad al asunto de que sigan siendo una fuerza muy relevante y que efectivamente ocupan un espacio. Lo que pasa es que la dimensión es absolutamente distinta”, agrega sobre un partido al que muchos sondeos daban una mayor fuerza y la posibilidad de entrar en el gobierno de la mano de PP.
“Yo creo que este es su techo. Un 13-14% de los votos. No creo que vaya a ir mucho más allá a no ser que ocurriera alguna crisis”, analiza por su parte Óscar Martínez Tapia, profesor de la Universidad IE, en España, en conversación con BBC Mundo.
“En 2019 hubo un efecto rechazo de Cataluña, pero una vez pasada la resaca de Cataluña hay mucho votante moderado que vuelve al PP. No se queda en Vox”, recuerda sobre el referéndum de independencia de Cataluña organizado en 2017 que desató una grave crisis política en el país.
Descontento con las medidas tomadas a nivel regional
En las semanas y meses previos a la votación del domingo, el PP y Vox proporcionaron ejemplos de la vida real de cómo gobiernan en coalición a nivel local y regional. A muchos votantes no les gustó lo que vieron, señalan los politólogos.
Como resultado de esto, el PP no ganó tantos escaños en el Parlamento como se esperaba y Vox perdió un tercio de sus apoyos en las urnas, dejando al bloque de derecha sin mayoría para formar gobierno.
Sánchez y su aliado de izquierda, Sumar, también se quedaron cortos, pero aún podrían gobernar con el apoyo de los partidos vascos y catalanes.
“Hay un cierto desgaste por lo que Vox ha hecho una vez ha llegado al poder. Aquí hay dos comunidades autónomas donde este desgaste se ve mucho. La primera es Castilla y León, donde se ha cuestionado mucho su gestión de la tuberculosis bovina, y la segunda es Murcia, donde Vox ha pedido más de lo que a mucha gente le ha parecido razonable”, reflexiona la politóloga Berta Barbet.
“Hay una segunda parte del castigo que seguramente sale de un voto útil para echar a Sánchez que implica que el voto de derecha se ha coordinado alrededor de la figura de Alberto Núñez Feijóo (líder del PP)”, apunta a BBC Mundo. “Vox no ha sabido desmarcarse lo suficiente del PP. No ha sabido decirles a sus votantes qué le hace distinto del PP”.
Esto ha llevado al PP a obtener 136 escaños, que suponen 47 más en el Congreso de los obtenidos en 2019, con un 33,05% de los votos, por delante de los 122 obtenidos por el PSOE (2 más que en 2019).
“Parte del éxito del PP es que ha sido visto como el partido útil para aquellos que querían una alternativa al gobierno de Pedro Sánchez, a lo que hay que sumar que PP y Vox hicieron campaña por separado y básicamente no se distinguían”, coincide Navarrete. “Un votante de derechas solo apreciaba algunas diferencias en cuanto a feminismo e inmigración”.
“Además, el problema que tiene la extrema derecha es que una vez que tocan gobierno empiezan a verse sus costuras y eso es lo que ha pasado también con Vox”, declara.
“Excepcionalidad ibérica”
La caída de Vox frenó el avance de la extrema derecha en Europa, donde los ultraconservadores lideran los gobiernos de Italia, Polonia, Hungría o República Checa y tienen un peso enorme en Finlandia (con carteras del gobierno muy importantes) y Suecia (como apoyo parlamentario al actual Ejecutivo conservador).
“Lo que podemos decir es que la extrema derecha, en su mejor momento en casi toda Europa, en España pierde votos y escaños”, escribió en Twitter el famoso periodista y presentador español Jordi Évole.
“Igual era eso la excepción ibérica”, comentó, aludiendo así a la medida que pusieron en marcha España y Portugal hace unos meses para limitar el precio del gas y rebajar el de la factura de la luz. “Hoy, más que nunca, viva España”, agregó usando la arenga habitual de Santiago Abascal en un tuit que se viralizó en cuestión de minutos.
La extrema derecha europea ha prosperado durante mucho tiempo avivando el rechazo a la inmigración y al islam. Ahora también se alimenta del resentimiento de algunos votantes que creen que los gobiernos les piden demasiados sacrificios en la batalla contra el cambio climático, como sucede en Alemania, donde los sondeos sitúan incluso a la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) como segunda fuerza por delante de los socialdemócratas. Pero este mensaje no termina de funcionar en España.
“La memoria de la dictadura todavía pasa un poco de factura”, explica Óscar Martínez Tapia. “Además, en España somos orgullosamente líderes en derechos de las minorías trans, LGTB… en el feminismo también hemos dado pasos importantes y negar todo esto de repente, aunque la gente esté muy enfadada, creo que le ha pasado factura a Vox, a lo que se suma que ha llevado a cabo una campaña muy dura”.
En su opinión, las posturas negacionistas al estilo estadounidense en cuestiones como el cambio climático son algo que “no termina de llegar al electorado español”.
Los analistas en Europa habían descrito estas elecciones como un barómetro de la actitud cambiante de los europeos hacia la extrema derecha, como quedó patente en el discurso de la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, en un mitin de Vox en Valencia.
Señalando a los gobiernos de Italia, Finlandia, Suecia, Polonia y República Checa, Meloni argumentó que había llegado el momento de los “patriotas”. Sin embargo, este apoyo de Meloni no jugó a favor de Vox.
“Creo que al intentar internacionalizarse perdieron esa parte genuina española ibérica que llevan tan por bandera. Recibieron a Meloni y parece que el proceso de internacionalización les equiparó con los malos de Europa”, explica Martínez Tapias.
Qué puede aprender Europa de España
Si hay algo que se puede extraer de la caída de apoyo de Vox en España es, según Navarrete, la importancia de centrarse en aplicar políticas que “tengan un impacto real en la vida de la gente” en contraposición a las ideas simbólicas que mueven normalmente a la ultraderecha, cuyo programa económico suele ser “bastante débil”.
“Creo que cuando los partidos mayoritarios se centran en las políticas más materiales, en las políticas que afectan realmente a la vida de las personas y no caen en discusiones sobre lo simbólico, tienen alguna oportunidad frente a la extrema derecha”, analiza.
Al mismo tiempo, señala que es importante que los partidos conservadores no adopten parte del discurso de la extrema derecha, y recuerda un artículo académico que salió hace poco que decía que “el éxito de la extrema derecha está relacionado con partidos conservadores comprando parte del discurso usado por la extrema derecha”, algo que no funciona ya que “la gente en esa situación suele comprar al original”.
Mientras, Martínez Tapias va más allá y cree que en el resto de Europa tomarán buena nota de lo sucedido en España. “Van a intentar clonar a Pedro Sánchez. Su olfato político es increíble”.
“Por supuesto que en Europa están mirando a España y hay mucha gente ahora mismo resoplando diciendo ‘menos mal que no ha caído otra ficha de dominó’, porque España seguramente sujete a Portugal”, afirma.
En su opinión, España seguramente generará dudas en el gobierno de Meloni, aunque en el caso de Alemania reconoce que será más complicado porque se juntan condiciones que califica “como la tormenta perfecta: unos ecologistas muy fuertes, dando muy malas noticias y unos números en Alemania del este de desempleo y de inflación muy altos, que atraen ese voto de descontento y de anti clase política”.
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