«Gordibuena», «voluptuosa», «bombón relleno»…
El 50% de los términos en español sobre gordura se refieren exclusivamente a las mujeres, según un reciente estudio.
Mientras tanto, solo 20% se refiere a hombres. El 30% restante corresponde a neologismos o eufemismos para ambos sexos.
El estudio analizó 100 textos en español relacionados a la gordura en los que se encontraron 85 formas distintas de referirse a esa característica con términos como «curvas generosas», «de huesos grandes», «entrada en carnes», para las mujeres y «cuerpapi», «musculorzas» y «gordofuerte», para hombres.
«Hay un estereotipo del gordo bueno, del gordo graciosito, sin embargo, la gorda normalmente recibe todo tipo de críticas», dice Susana Guerrero Salazar, catedrática en Lengua española de la Universidad de Málaga, España, y autora del estudio «Léxico e ideología sobre la gordofobia en la comunicación digital»*.
¿Cómo la gordofobia, que es la aversión a la gordura, se cuela en el idioma español? ¿Es nuestra lengua discriminadora?
Se lo preguntamos a Guerrero Salazar en esta entrevista que fue editada por razones de espacio.
¿Es gorda una mala palabra?
No. En lingüística nunca se considera que una palabra sea mala ni buena, porque está demostrado que las palabras se envilecen y se ennoblecen a lo largo del tiempo.
Es decir, palabras que tienen connotaciones negativas en un momento pueden adquirir connotaciones positivas en otro.
Lo que pasa con la palabra gorda es que se ha convertido en un insulto porque la gordura está muy estigmatizada.
Dentro del canon de belleza en general y particularmente en el femenino hay que ser delgada, esbelta, elegante, etc.
Pero desde el activismo ciberfeminista se está reivindicando la palabra gorda para que deje de ser un insulto y que se emplee como un adjetivo descriptivo simplemente, como: «Soy rubia, soy alta y soy gorda».
¿Cómo la «gordofobia« se cuela en la lengua?
El término «gordofobia» está teniendo mucho éxito en el español actual como todos los términos que se hacen con fobia y que significa aversión.
Es un neologismo que nace del inglés: fatphobia. Pero las traducciones al español han sido varias, por ejemplo: obesofobia. Gordofobia es la palabra que en redes sociales está más de moda y que significa aversión a las personas gordas.
Hay una cosa muy curiosa y es que aparece muchas veces la palabra gordafobia con «a» para subrayar que esa aversión hacia la gordura fundamentalmente de las mujeres, que sufren mucho más el estigma.
¿Qué otros ejemplos hay de esta tendencia de la «gordofobia« en el español?
En el catálogo de términos se ve una gran desproporción. Hay muchísimos que exclusivamente se usan para mujeres.
Pero lo más interesante es la diferencia de los discursos.
Tenemos un discurso hegemónico y tradicional que lo encontramos en las revistas de moda, de nutrición, en la prensa en general, que está basado en ese canon tradicional de la mujer bella, delgada, eternamente joven.
Ese es el mensaje que recibe la mujer de las imágenes que nos rodean. Pero ese mensaje no lo recibe el hombre.
Y luego está el otro discurso reivindicativo en las redes sociales de grupos que respaldan el body positivity, que es enseñar el cuerpo como es en realidad.
Allí, todos los cuerpos son válidos, no son más ni menos porque tengas un kilo más ni otro kilo menos. Y cuestiona los mensajes del discurso tradicional que relaciona siempre la gordura con enfermedad.
Es verdad que hay una gordura que es obesidad, pero hay muchas personas gordas que no están enfermas y hay personas delgadas que están enfermas por la anorexia, la bulimia, etc. que son enfermedades muchas veces producto de estas imágenes donde parece que la mujer está obligada a estar constantemente a dieta.
Si analizamos la publicidad después de Navidad, quien tiene que adelgazar es la mujer porque tiene unos kilos de más.
Cuando llega la «operación bikini», la campaña está dirigida a la mujer. Los kilos los tiene igualmente el hombre, pero parece que solo preocupa que la mujer esté gorda por una cuestión simplemente estética y no de salud.
Si fuera una preocupación de salud se les diría a los hombres que hicieran «operación bikini».
¿Cuál fue el término que más le llamó la atención?
El término «gordibuena» empieza a usarse con la intención de empoderar a la mujer, es decir, que las gordas se sintieran bien consigo mismas.
Sin embargo, desde el ciberfeminismo, la palabra es muy atacada porque al final no deja de ser otra imposición, otro canon de belleza.
La «gordibuena» no es una gorda cualquiera, es una gorda que tiene que cumplir también unos estrictos cánones de belleza. Tiene que ser guapa, tener unas determinadas formas, estar maquillada, ir a la moda, etc.
Dentro de las gordas es un determinado tipo de gorda. No todas las gordas son «gordibuenas».
También está la crítica porque si existe la «gordibuena», entonces tiene que haber una «gordimala».
Al final acaba siendo un término sexista, misógino porque de nuevo estás diciendo: «Te dejo que seas gorda, pero si eres guapa, joven, te maquillas, te cuidas, etc.».
Hay otros términos que me llaman la atención pero con respecto a los hombres.
«Fofisano» es el hombre gordito, con barriga cervecera, como se dice. El hombre que es delgado, pero que tiene panza. En redes sociales lo definen como el cuerpo de un padre, un hombre casado y que no hace deporte.
Ese terminó se impone luego de que el actor Leonardo DiCaprio sube una foto a las redes y se le ve un poco de panza. A partir de ahí, se empieza a hablar sobre eso. Pero muchas mujeres que empiezan a opinar que les parece muy sexy y tierno.
Es muy curiosa la diferencia que hay a la hora de insultar a un hombre y a una mujer ante una foto de ese tipo.
Cualquier mujer famosa que suba una foto y que se le vea un poco de celulitis u otra cosa recibe comentarios de gorda, golfa, ponte a dieta, una serie de insultos tremendos, por parte de hombres y de mujeres.
Las redes sociales favorecen los insultos, por el anonimato. También pasa que tanto hombres como mujeres insultan más a quienes creen más débiles y en general, socialmente, se considera a la mujer más débil que al hombre.
Por lo tanto, las mujeres suelen insultar más a las mujeres que a los hombres.
El estudio dio como resultado que hay una tendencia a insultar a la mujer en general por el aspecto físico y a los hombres por el aspecto profesional.
Verdaderamente es curioso esto de la tiranía del aspecto físico al que estamos sometidas a las mujeres.
¿Qué es lo que les sorprendió de su investigación?
De los términos que solo se utilizan para hombres, aparte de que son muy pocos, la mayoría son neologismos estilístico, son términos esporádicos, que aparecen solo una vez, por ejemplo, «barriflaco», «cuerpapi», «curvifeliz», «gordinmortal», «lorzalamero» por la lorza, gordura.
Por lo tanto, no hay prácticamente términos específicos para la gordura masculina que se hayan popularizado. Sí los hay para la gordura femenina, como «gordibuena».
Y luego hay muchos términos que son comunes para ambos sexos, pero suelen ser más usado en mujeres que en hombres. «Curvy» fue usada 10 veces para mujeres y una sola para un hombre.
Los extranjerismos en general los usamos para no poner la palabra directa en español. Es una manera de maquillar esa realidad y no decir la palabra gorda.
También hay giros como cuando se dice una persona que es «talla XL», o de «talla grande».
Del mismo modo se usan los diminutivos y solo aparecen con las mujeres: «gordita», «rellenita», «regordeta», «redondita».
«Kilos de más» es una expresión que me llamó muchísimo la atención. Es como si las mujeres tuviéramos que entrar en una especie de molde, entonces si no cabemos, pues hay que recortarlos. Es lo que te sobra para encajar en este molde simbólico que alguien inventó.
Vale la pena explicar que el canon de belleza es algo cultural y cambiante, que ahora lo mueve el dinero.
En España, en los años 1940 y 1950, el ideal de mujer era gordita porque era la posguerra y si estabas delgada quería decir que no comías bien, que no tenías dinero.
En la actualidad, están de moda las mujeres delgadas, pero con mucho pecho. Así, una mujer excesivamente delgada está obligada a pasar por una operación estética, porque una talla 34 no tiene pecho nunca, no tiene grasa en ninguna parte. Esta tiranía de estar bien estéticamente tiene mucho dinero detrás.
Los hombres hace apenas unas décadas no se preocupaban del aspecto físico porque en nuestra cultura se lo podía considerar homosexual, entonces no se arreglaban.
Sin embargo, se inventó la palabra «metrosexual» para poder tener una figura que fuera un hombre macho sobre el que nadie tuviera ninguna duda acerca de su heterosexualidad, pero que al mismo tiempo invirtiera dinero en mechas, en depilarse, etc. y arrastrara a seguidores que lo imitaran y contribuyeran económicamente con la industria de la belleza.
¿Es el idioma español machista o discriminador? ¿Ambos?
Yo creo que la lengua es un instrumento y se puede usar bien o mal.
Nosotros tenemos una lengua increíble. Tenemos casi 600 millones de personas que hablan español. Somos la segunda lengua de comunicación en el mundo después del inglés.
Es la tercera lengua más hablada, porque la que más se habla es el chino, pero el chino no es lengua de comunicación, solamente se habla en China.
Entonces tenemos una lengua con una riqueza enorme que nos posibilita decir y contar las cosas de muchas maneras distintas.
No creo que el español sea una lengua sexista. Le puedo dar un uso sexista, pero también uno racista o lo que quiera. La lengua no tiene culpa.
Hay mucha gente que piensa que el español es una lengua sexista porque tenemos género gramatical masculino y femenino mientras que otras no, pero no creo que por eso sea una lengua machista.
Otra cosa muy distinta es que haya léxicos sexistas, pero también ahí está el uso que las personas de dan.
¿Puede ser el idioma español más inclusivo?
Claro. Al día de hoy el español es más inclusivo que hace tres o cuatro décadas.
Hay un montón de términos de feminizaciones que no existían y ahora sí, como bombera y torera. Todos esos términos femeninos surgieron porque la mujer ocupa un nuevo lugar en la sociedad.
Luego muchas palabras han cambiado de significado. En la lengua española, muchas formas femeninas significaban «mujer de»: médica era la mujer del médico, alcaldesa era la mujer del alcalde, gobernadora era la mujer de gobernador.
Esos cambios que vamos viendo tienen que ver con que la lengua va siendo más inclusiva.
Cuando yo iba a las reuniones del colegio de mi hijo mayor, estaba la APA, la Asociación de Padres, curiosamente no había padres, solo había madres. Diez años más tarde se llamaba AMPA, Asociación de Madres y Padres, más inclusivo. Ahora es AFA, Asociación de Familias, porque hay muchas realidades.
Esos neologismos te están diciendo que como la sociedad va siendo más inclusiva, también la legua va generando términos más inclusivos producto de una sociedad distinta, más igualitaria.
Ojalá este trabajo de la gordofobia sea una reflexión para aprender a no ser esclavos de la imagen ni de las palabras.
*El estudio forma parte del proyecto de investigación «El discurso metalingüístico sobre la mujer y lenguaje en la prensa española: Análisis del debate lingüístico y su repercusión social» (DISMUPREN), que dirije la categrática Susana Guerrero Salazar.