Mientras los fuegos artificiales marcaban el comienzo de un nuevo año en muchas partes del mundo, otro tipo de destellos iluminaron la víspera del 1 de enero el cielo de Gaza.
Los ataques perpetrados desde ambos lados de la frontera no cesaron la noche de Año Nuevo.
Israel cerró el año con nuevos ataques en el centro de Gaza, en lo que el Ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, llamó una «etapa esencial» en su misión de destruir a Hamás.
Desde Gaza, varios cohetes fueron lanzados hacia Israel a la media noche, donde fueron interceptados.
Según señaló el 2 de enero el Ministerio de Salud, controlado por Hamás, en las pasadas 24 horas murieron 207 palestinos y 338 resultaron heridos.
La comunidad internacional “nos ha fallado”
Aseel Mouse, una joven periodista de Gaza de 26 años que ha perdido a 60 miembros de su familia, dice que la comunidad internacional les ha fallado.
«A Gaza y a los niños de Gaza… Mientras el mundo entero celebraba el Año Nuevo, fuimos atacados y asesinados por Israel«.
«Para ser honesta, estaba esperando que el mundo asumiera su responsabilidad y estaba esperando que la comunidad internacional interviniera para ayudar a Gaza y detener este genocidio… en realidad, el mundo entero ha fracasado”, asegura la joven, que ha sido desplazada dos veces en los últimos tres meses.
Mouse vive ahora –junto con otros miles de desplazados en condiciones de hacinamiento en Rafah, después de que su casa en el norte de Gaza fuera destruida.
Su familia, cuenta, sobrevive alimentándose de comida enlatada, y las enfermedades en la población se están propagando, dice.
Los bombardeos continuaron los primeros días del año en la Franja, alcanzando las ciudades de Jan Yunis, Deir al Balah y Rafah en el sur, a donde decenas de miles de personas habían huido tras los intensos ataque de los últimos meses en el norte y centro del país.
Thomas White, director de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA) en la Franja, le dijo a la BBC que en esta última ciudad había “más de un millón de personas” que buscaban un lugar seguro.
Dijo también que “cientos y cientos de miles de personas estaban ahora durmiendo a la intemperie”, bajo “endebles pedazos de plástico”, como resultado de la sobrepoblación.
“Hace un mes que no me baño”
Quienes se han visto forzados a huir de sus hogares, dicen que la situación es desesperada.
El desplazamiento “es de alguna forma tolerable, pero el desplazamiento sumado al invierno en intolerable”, le dice a la agencia Reuters Zayda al-Breem.
Al-Breem –oriunda de Jan Yunis, pero que ahora está en Rafah- dice que pasa toda la noche cubriendo a sus hijos y manteniéndolos cerca. “Es muy difícil”.
Yaser Abu Riyaleh, otro desplazado que llegó desde al-Shati, en en norte de Gaza, dice que no se baña desde hace un mes. “En casa solía bañarme cuatro veces al día, y pasaba la mayor parte del día en el mar”.
Aiba Ghaban, de Beit Lahiya en el norte, describe una situación similar, pero añade que sus hijos ahora están muy enfermos.
«Tuvieron diarrea y vómitos, tos y escalofríos por el frío y la lluvia, y por la falta de ropa y mantas», le dijo a Reuters.
«No hay nada, estamos enfermos, nos duele el pecho por el frío, no hay calor».
La ONU estima que 1,9 millones de habitantes de Gaza (85% de la población) se han convertido en desplazados internos desde que comenzaron los combates en octubre.
El ejército israelí advirtió que la guerra continuará durante el nuevo año. Daniel Hagari, portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), señaló que se está reorganizando el despliegue de tropas para un “combate prolongado”.
Desde el 7 de octubre (cuando Hamás perpetró una serie de ataques contra Israel que dejaron al menos 1.200 muertos y en el que tomaron 240 rehenes) hasta el 3 de enero, han muerto cerca de 22.300 palestinos y alrededor de 57.300 han resultado heridos, según dicho organismo.
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