Mientras Kolthoum estaba siendo violada por cuatro combatientes paramilitares en la región de Darfur, golpeada por la guerra en Sudán, también estaba siendo abusada racialmente.
Advertencia: este artículo contiene detalles que algunos lectores pueden encontrar angustiantes.
«Fueron unos bárbaros. Se turnaban para violarme debajo del árbol donde había ido a recoger le ña para [hacer un fuego] para calentarme», cuenta con voz temblorosa, por la línea telefónica.
Cambiamos su nombre y el de otra sobreviviente de violación citada en este artículo.
Kolthoum, de unos 40 años, pertenece a la comunidad negra africana masalit de Darfur Occidental, mientras que sus violadores eran árabes de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR).
Este grupo paramilitar está acusado de cometer muchas atrocidades en un conflicto que ha adquirido cada vez más connotaciones raciales y étnicas en Darfur.
Kolthoum vivía en El Geneina, históricamente un símbolo del poder africano negro en Darfur y la capital tradicional del reino masalit. Ahora huyó con su marido enfermo y sus hijos.
Kolthoum dice que sus violadores le dijeron que abandonara la ciudad porque «les pertenece a los árabes», alimentando los temores de muchos africanos negros de que las FAR, junto con las milicias aliadas conocidas como Janjaweed, quieren convertir la región étnicamente mixta en un área dominada por los árabes.
Sudán se sumió en una guerra civil a mediados de abril, después de que sus dos generales más poderosos, el jefe del ejército, Abdel Fattah al Burhan, y el comandante de las FAR, Mohamed Hamdan Dagalo, más conocido como «Hemedti», se pelearan.
Su enemistad ha reavivado el conflicto en Darfur, que estalló por primera vez en 2003 y causó la muerte de unas 300.000 personas en la región.
Este enfrentamiento más reciente ha obligado a más de 160.000 personas, en su mayoría de la comunidad masalit, a huir a Chad.
No está claro cuántas personas han muerto en la región, la estimación más baja del número de fallecidos en El Geneina es de 5.000.
Los combatientes de las FAR también han sido acusados de cometer atrocidades en el estado más poblado de Sudán: Jartum, sede de la capital.
Los paramilitares controlan gran parte del estado y el ejército no logra hacerlos retroceder. Los combates han desencadenado un éxodo de cerca de dos millones de personas desde mediados de abril.
En Jartum, la violencia no ha adquirido una dimensión racial o étnica. Los árabes y las personas de otras etnias son víctimas de las batallas en curso.
Ibtissam, de 24 años, le dijo a la BBC que se dirigía a visitar a su tía cuando tres soldados de las FAR la detuvieron.
“Me sacaron las armas y me preguntaron a dónde iba. Cuando les dije que iba a casa de mi tía, me acusaron de pertenecer a los servicios de inteligencia del ejército”, me dijo con la voz entrecortada.
Luego, los soldados la obligaron a acompañarlos en su automóvil y la llevaron a una casa cercana.
«Vi a otro hombre dentro de la casa, en ropa interior. Traté de huir. Pero uno de los soldados me golpeó tan fuerte que caí al piso. Me amenazaron con matarme si me movía o gritaba de nuevo», contó llorando por teléfono.
«Los tres se turnaron para violarme más de una vez. Luego me llevaron de regreso a su automóvil y me tiraron al costado de la carretera al atardecer», relató.
Después de una breve pausa, Ibtissam describió cómo se sintió «totalmente humillada y enojada».
«Quería suicidarme. Pero aguanté. Regresé a casa y no le dije a nadie lo que pasó».
La oficina de Derechos Humanos de la ONU en Sudán indicó a principios de julio que había recibido informes de 21 incidentes de violencia sexual contra al menos 57 mujeres y niñas.
El jefe de derechos humanos de la ONU, Volker Türk, señaló que «las FAR han sido identificadas como perpetradoras» en casi todos los casos denunciados en su oficina.
Tanto la ONU como los grupos de derechos locales creen que estos números son solo una fracción de la escala real del crimen.
La activista de derechos humanos sudanesa Ahlam Nasser señaló que no tiene dudas de que la violación se usa «sistemáticamente» como arma de guerra para aterrorizar a la gente.
«[La violación] ha sido utilizada en Darfur en el pasado y está siendo utilizada en esta guerra actual en Jartum, particularmente por las FAR», dijo.
La activista ahora huyó del país. Afirma que ella también ha escuchado historias de terror de algunas de las mujeres en Jartum.
«En algunos casos, las madres fueron violadas frente a sus hijos», denunció Nasser.
Las FAR niegan que sus combatientes estén detrás de estos ataques.
En una grabación de voz enviada a la BBC, su portavoz, Mohammed al Mukhtar, indicó que sus combatientes «se comprometen con los más altos estándares éticos de guerra».
«Hay campañas deliberadas para empañar la reputación de nuestros combatientes después de las victorias militares que hemos logrado», agregó.
Cuando le dije que había hablado con mujeres que habían identificado a combatientes de las FAR como sus atacantes, al Mukhtar dijo que personas que se hacían pasar por miembros de las FAR eran responsables de las atrocidades.
El conflicto ha dejado a las sobrevivientes de violaciones y violencia sexual con poca ayuda. La mayoría de los hospitales ya no funcionan y puede ser difícil llegar a los pocos que funcionan.
Kolthoum e Ibtissam me dijeron que el dolor las perseguirá para siempre.
«Nunca olvidaré lo que me pasó. Una marca de vergüenza me seguirá para siempre, como mi sombra», afirmó Kolthoum.