El lugar donde estuvo enterrado el general que gobernó España durante casi 40 años (1939-1975) ha sido objeto de un acalorado debate político y mediático que se ha intensificado en los últimos años.
Los restos de Franco fueron exhumados este jueves y trasladados a un cementerio a las afueras de Madrid.
Al proceso (cuyo costo total se calcula en unos US$70.000) asistió la ministra española de Justicia en funciones, Dolores Delgado, más de 20 familiares de Franco y un grupo de científicos forenses.
Los restos fueron trasladados en helicóptero al cementerio de Mingorrubio-El Pardo (Madrid). Allí descansarán junto a la tumba de su esposa, Carmen Polo.
¿Por qué surgió la demanda de trasladar sus restos? ¿Y por qué se convirtió en un tema controvertido?
1. Una promesa política
La exhumación de Francisco Franco fue uno de los principales compromisos del socialista Pedro Sánchez cuando llegó al gobierno en junio de 2018 tras ganar una moción de censura contra el entonces gobernante Partido Popular, PP, liderado por Mariano Rajoy.
El gobierno de Sánchez está actualmente en funciones a la espera de las elecciones generales del próximo 10 de noviembre, pero eso no le ha impedido ponerle fecha a una medida que fue dispuesta por un decreto-ley aprobado por el gobierno el 24 de agosto de 2018 y convalidado por una amplia mayoría del Congreso de los Diputados.
Desde aquella decisión parlamentaria hasta este 24 de octubre han pasado 14 meses de trámites administrativos, pleitos en los tribunales, intentos de la familia Franco por detener el proceso y críticas de los partidos de la oposición, que ven cierto afán electoralista en el hecho de que los restos de Franco se exhumen a unas semanas de los comicios.
El PP, por ejemplo, argumenta además que «remover» este asunto es reabrir las heridas del pasado y causar división.
Sánchez, por su parte, responde a las críticas que relacionan la medida con los comicios diciendo que el retraso se ha debido a cuestiones ajenas a su gobierno.
2. Un largo proceso
«Es urgente porque vamos tarde», declaró la vicepresidenta del gobierno en funciones, Carmen Calvo, cuando en 2018 se aprobó la legislación para la exhumación de Franco.
El año anterior, con el conservador Partido Popular en el poder, el Parlamento español ya votó a favor de trasladar los restos del general, aunque en aquella ocasión se trató de una proposición no de ley del Partido Socialista que fue respaldada por una mayoría, pero no era vinculante.
Aprobado el real decreto el año pasado, el gobierno quiso encontrar un lugar discreto para la reinhumación.
Pero los familiares de Franco (que preferirían que no fuera trasladado en absoluto) dijeron entonces que debían llevarlo a una cripta familiar en la catedral de la Almudena, en pleno centro de Madrid.
El gobierno alegó que Franco no debía ser colocado en ningún lugar donde pudiera ser glorificado y advirtió que en la catedral habría riesgos de seguridad.
El Vaticano respaldó la búsqueda de una ubicación alternativa, pero surgieron nuevos impedimentos.
La familia Franco recurrió al Tribunal Supremo para paralizar la exhumación. Y el prior de la abadía del Valle de los Caídos, el benedictino Santiago Cantera, expresó a principios de año su negativa a autorizar el proceso basándose precisamente en ese recurso presentado por los Franco.
Finalmente, el pasado septiembre el Tribunal Supremo rechazó los recursos de la familia y avaló por unanimidad la decisión del gobierno.
«No se pretende más que retirar del primer plano, desde luego en un lugar de titularidad estatal, cuanto signifique, represente o simbolice el enfrentamiento civil», argumentaron los magistrados.
El Tribunal Constitucional y el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo rechazaron el último intento de los nietos de Franco por detener la exhumación.
3. Significado del Valle
El general Francisco Franco fue uno de los integrantes de la cúpula militar que en 1936 se sublevó contra el gobierno del izquierdista Frente Popular elegido en las urnas durante la Segunda República.
El golpe de Estado fracasó, pero dio lugar a un conflicto civil de tres años de duración en el que se impuso el bando nacionalista liderado por Franco.
Después de la victoria, Franco estableció un régimen militar y se autoproclamó jefe de Estado, o «Caudillo».
Se mantuvo en el poder hasta su muerte en 1975, después de la cual España inició la transición hacia la democracia.
El cuerpo embalsamado de Franco fue depositado en el mausoleo del Valle de los Caídos, donde también están enterradas unas 34.000 víctimas de la Guerra Civil en fosas comunes.
Inaugurado en 1959, y pese a contar con víctimas de ambos bandos, el Valle de los Caídos se convirtió en una suerte de santuario para la extrema derecha española.
Simpatizantes franquistas se congregan allí con regularidad para rendir homenaje a Franco y a José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange Española -el único partido permitido durante el franquismo, de inspiración fascista- que murió durante la guerra a manos de los republicanos.
Pero el lugar es denostado por muchos españoles que lo ven como un lugar dedicado a la victoria de las fuerzas nacionalistas de Franco sobre sus oponentes republicanos.
No olvidan, además, que el mausoleo fue construido en parte por prisioneros políticos, a los que el régimen de Franco sometió a trabajos forzados.
Y en el decreto con el que ordenó su construcción, el propio Franco expresó su deseo de que sirviera para que las futuras generaciones «rindan tributo de admiración a los que les legaron una España mejor».
Espacio para la memoria
La justificación legal para amparar el traslado de los restos de Franco es que en el mausoleo solo deben estar enterradas personas que murieron víctimas de la Guerra Civil, que no es el caso del general.
Ese argumento lo esgrimen quienes defienden la permanencia de Primo de Rivera en el Valle de los Caídos ante quienes alegan que sus restos también deben ser exhumados.
Más allá de los aspectos legales, aquellos que han luchado por la exhumación del gobernante de facto español sostienen que es una cuestión de deuda histórica y de cerrar heridas.
La propuesta del gobierno español es que el Valle de los Caídos se convierta en un «lugar de conmemoración, recuerdo y homenaje a las víctimas de la guerra».
El escritor y periodista David Jiménez escribió en una reciente columna: «Nunca es tarde para dejar de honrar a un dictador: ha llegado la hora de que los españoles desenterremos a Franco, para enterrarlo de una vez por todas».