Calles bloqueadas con troncos, piedras o contenedores de basura; ruido de explosiones de dinamitas, gases lacrimógenos y manifestantes de uno y otro bando movilizados en las calles de varias ciudades de Bolivia.
Nueve días han pasado desde las elecciones presidenciales en las que Evo Morales se impuso en primera vuelta y las denuncias de fraude y manipulación de resultados no disminuyen.
Cabildos, marchas, «cacerolazos» nocturnos y cierres de avenidas y calles son algunos de los recursos que emplea la oposición boliviana para manifestar su rechazo a la victoria del presidente.
Mientras que Morales ha llamado a demostrar su respaldo a sus partidarios de sindicatos obreros y campesinos, además de empleados estatales.
Así es que oficialistas y opositores han pasado a medir sus fuerzas en la calle.
Las mayores concentraciones se produjeron el lunes en las ciudades vecinas de La Paz y El Alto. Pero también hubo marchas a favor y en contra del mandatario por prácticamente todo el país.
Los oficialistas aseguraron que «defenderán la democracia» y el nuevo mandato de Evo, los opositores prometieron que harán respetar su voto y que no permitirán que Morales gobierne Bolivia una vez más.
«O voy preso o voy a la presidencia», sentenció ante una multitud el lunes Carlos Mesa, el candidato opositor que asegura que el recuento fue manipulado cuando el resultado iba a dar segunda vuelta.
Con este panorama, por ahora, tres posibles desenlaces se perfilan como salidas a la crisis política que le cuesta millones de dólares diarios al país y que ya presenta sus primeras escenas de violencia entre ambos bandos con al menos 30 heridos hasta ahora.
1. Auditoría y segunda vuelta
La Organización de Estados Americanos (OEA), la Unión Europea (UE) y algunos gobiernos de la región apuestan por una segunda vuelta electoral como la mejor forma de salir de la crisis.
Creen que esa es la mejor manera en que las autoridades pueden recuperar la legitimidad.
Los duros cuestionamientos de los actores internacionales y su posterior pedido de un balotaje se originaron por la forma en la que el Tribunal Supremo Electoral realizó el cómputo de votos dando pie a denuncias y sospechas respecto a la transparencia del conteo.
El día de la votación, el sistema de transmisión rápida de resultados fue suspendido abruptamente con un avance del 83%, cuando el resultado parcial apuntaba a una segunda vuelta.
23 horas después fue reactivado al 95% de recuento y con Morales alcanzando la diferencia necesaria para imponerse en la primera ronda, cambio que fue calificado como «inexplicable» por la OEA.
Una vez oficializados los resultados, el gobierno decidió cantar victoria mientras la oposición se volcó a las calles para desconocer el triunfo de Evo.
Ante la presión local y los cuestionamientos internacionales, el gobierno boliviano hizo una invitación a la OEA, la UE y a diferentes países para que sean parte de una auditoría de los resultados del 20 de octubre.
Este martes en la mañana, el oficialismo invitó también a Carlos Mesa a sumarse a aquella revisión, que todavía no tiene fechas definidas, «para aclarar sus dudas».
El gobierno anunció que aceptaría la realización de un balotaje si se comprueban las denuncias de manipulación de votos y que la auditoría de la OEA tendrá un carácter vinculante.
«Que se revisen todas las actas. Si a la conclusión del proceso se prueba el fraude, vamos a la segunda vuelta», afirmó Evo Morales.
Esta opción, que pasa por una concertación o negociación, es la única salida política no violenta en criterio del politólogo Fernando Mayorga.
El analista señaló a BBC Mundo que el tiempo es un factor clave dada la espiral de violencia que ya vive el país.
«Lo importante es que el conflicto se encauce al campo político y que los protagonistas sean los partidos (el de Morales y el de Mesa)», indica el experto.
2. Triunfo del movimiento opositor
Entre los colectivos ciudadanos opositores y seguidores de Carlos Mesa crece la idea de que un balotaje no es aceptable si se llega a comprobar que hubo manipulación de votos a favor de Evo Morales.
Durante la multitudinaria concentración del lunes en La Paz, el reclamo por nuevas elecciones se multiplicó entre los asistentes, al igual que el pedido de juicios al presidente boliviano y a las autoridades del Tribunal Supremo Electoral por la presunta realización del fraude.
Durante su última conferencia de prensa, en la que anunciaron los resultados finales de la elección, las autoridades electorales aseguraron que obraron de buena fe, con transparencia e idoneidad pese a las duras críticas que recibieron.
En criterio del analista político Yerko Ilijic, el movimiento opositor que desconoce el triunfo de Morales tiene una naturaleza diferente a anteriores conflictos que afrontó el gobierno a lo largo de estos más de 13 años.
«La movilización actual es despolitizada, no militante, muy ciudadana y con mucha juventud», señala a BBC Mundo el investigador.
Ilijic indica que estos grupos movilizados tienen la particularidad de hacerse fuertes desde diferentes regiones de Bolivia y no se originan en La Paz, como sucedía tradicionalmente, lo que descoloca la reacción del oficialismo.
El analista pone como ejemplo a Santa Cruz, la ciudad más poblada del país y que lleva más días paralizada. En criterio de Ilijic, esta urbe recuperó el protagonismo que había perdido a lo largo de la última década.
«Santa Cruz puede seguir dando el ejemplo a otras regiones y la movilización puede seguir creciendo por las frustraciones que se han acumulado y que tienen un punto máximo con lo que sucede después de las elecciones», concluye.
Morales denunció que por el «paro político» que lleva adelante Santa Cruz se pierden US$3,5 millones diarios.
3. Evo 2020-2025
Si los movimientos opositores exhiben su fuerza en Santa Cruz y La Paz, entre otras ciudades, el oficialismo no se quedó atrás el lunes con una enorme concentración en El Alto.
En la ciudad aymara ubicada a más de 4.000 metros de altura y donde Evo Morales siempre gana, decenas de miles de personas se reunieron para expresar su apoyo al presidente.
Horas antes, una marcha de mineros se abrió paso por el centro de La Paz detonando dinamitas y entonando consignas a favor del gobierno.
En criterio del analista político Fernando Mayorga, los seguidores de Morales responden así a la sostenida movilización opositora.
«Evidentemente las dos coaliciones han apostado a la calle y en gran medida el oficialismo lo hace en respuesta a lo que Carlos Mesa delineó desde el día posterior a la elección», indicó el experto.
Desde la anterior semana, Evo convocó a sus bases a «defender la democracia» y denunció que las movilizaciones opositoras son parte de un plan de golpe de Estado en su contra con apoyo del exterior del país.
Las organizaciones sociales que acompañan al presidente no dudaron en atender el llamado de Morales y ahora las calles bolivianas se han convertido en el escenario donde oficialismo y oposición miden fuerzas.
Desde hace décadas que una elección presidencial en Bolivia no se traducía en movilizaciones callejeras y amagues de violencia. Mucho menos en una crisis política todavía con final abierto donde la opción de una salida concertada asoma como la opción más lejana.