Tal vez eres de los que se lava los dientes a la mañana después de tomar un café en el desayuno, o quizás eres de los que lo hace antes.
En ambos casos, la duda aparece: ¿qué es lo mejor, sacarse el mal aliento de la boca apenas nos levantamos de la cama o cepillarse después de ingerir la primera comida del día?
También surge otra interrogante: ¿cuál es la mejor forma para evitar las manchas que producen en los dientes el café u otros productos que consumimos?
El café es una bebida popular que al ingresar por la boca inevitablemente entra en contacto con los dientes.
Es un líquido ácido -su pH se ubica en torno a 5 en una escala que va de 1 a 14- y contiene taninos, factores que fomentan las manchas en la dentadura.
Pero ¿por qué se forman esas manchas?
Lo primero que hay que saber es que existen dos tipos: las intrínsecas y las extrínsecas.
Las manchas intrínsecas son aquellas que están debajo del esmalte dental y que pueden ser congénitas o adquiridas a lo largo de la vida debido a, por ejemplo, un traumatismo.
Las extrínsecas son las más habituales, quedan en la superficie del diente y son provocadas, justamente, por los pigmentos del café, el té, el vino tinto, el mate (para los del Cono Sur), bebidas gaseosas, jugos y algunos alimentos como los frutos rojos.
«Bebidas como el café o el vino tienen colores -marrones, rojos- por lo que manchan el diente al igual que mancharían la ropa», le explica a BBC Mundo Emily Anderson, higienista dental de la Asociación de Higienistas Dentales de Florida (EE UU).
De todas formas, entre los alimentos que dejan su huella en los dientes el café no es de los peores.
«No produce tantas manchas como el vino tinto o algunos tipos de tés», dice André Reis, profesor asociado clínico de odontología en la Universidad de Florida.
El imán de manchas
Una vez en la boca es donde entra en juego un concepto que hemos escuchado mucho en anuncios de pasta de dientes: la placa.
¿Qué es la placa? Es una colonia de bacterias que se forma en los dientes.
«A esas bacterias les encanta comer los azúcares que van a la boca y, cuando lo hacen, producen ácidos. Así que en realidad es ácido lo que ataca los dientes», dice Anderson.
Y la placa es una gran absorbente de pigmentos.
Con bebidas como el café «verás la mancha entre los dientes y en la línea de las encías, porque ahí es donde se acumula la placa», señala Anderson.
La interacción de los alimentos con la saliva provoca el endurecimiento de la placa y allí es que se forma otro de los conceptos que aparecen regularmente en las publicidades: el sarro.
La mayor parte de las manchas se eliminan con una limpieza dental en el consultorio odontológico, algo que se debe hacer en promedio dos veces al año, aunque varía según cada boca. Al quitar la placa o el sarro, las manchas desaparecen.
Si la limpieza en el consultorio no fuera suficiente, el paciente puede recurrir a técnicas de blanqueamiento con peróxido de carbamida o agua oxigenada bajo la supervisión de un profesional, afirma Reis (hacerlo sin la ayuda de especialistas puede agravar la situación).
El cepillado
La respuesta a por qué se forma placa en los dientes es, en general, la misma.
«En la mayoría de las personas, la mancha extrínseca se produce porque no se cepillan bien ni usan el hilo dental correctamente, si es que lo hacen», explica Anderson.
Por ello, recomienda un buen cepillado, de forma suave, dirigiendo el cepillo hacia las líneas de las encías y formando pequeños círculos, dos veces al día, y el uso de hilo dental al menos una vez al día luego del cepillado.
No es necesario darle duro al cepillo para que elimine los restos de comida y las bacterias de la boca; por el contrario, al hacerlo se dañan las encías.
Anderson menciona la recomendación de dos veces al día, como indica la Asociación Dental Estadounidense, pero en varios países de América Latina las sociedades de odontólogos recomiendan lavarse los dientes en tres oportunidades cada jornada.
«Aquí se habla de dos veces al día, pero yo vengo de una cultura en la que era tres veces al día», comenta Reis, de nacionalidad brasileña.
En los casos de almuerzo y cena, está claro que el cepillado tiene que ser con posterioridad a la ingesta. Pero con el desayuno hay diferentes costumbres; unos lo hacen antes y otros lo hacen después.
Hacerlo antes de tomar el café tiene sus ventajas; se elimina la posible placa que se haya generado en la boca durante la noche y, por ende, el color de la infusión no se adherirá tan fácilmente.
Sin embargo, tanto Anderson como Reis coinciden en que lo ideal es hacerlo después de la comida mañanera.
«De esta forma no se acumulará placa en la boca por tanto tiempo», dice Reis.
«Simplemente cepillarse los dientes antes de tomar esas bebidas probablemente no ayudará, porque el problema ocurre con el tiempo. No es una sola vez que bebes café. Las manchas y la placa se acumulan con el tiempo», sostiene Anderson.
Incluso más: lo más saludable para la higiene oral no es cepillarse los dientes inmediatamente después de comer, sino esperar media hora.
«Nuestros dientes pasan todos los días por un proceso de desmineralización y remineralización. Cuando los ácidos se introducen en la boca y las bacterias están produciendo ácido con los azúcares, el esmalte dental es atacado por el ácido», explica la especialista.
«Cuando ese proceso está sucediendo, el esmalte dental es vulnerable. Así que lo mejor es no cepillarse encima de eso», acota.
Para disminuir la interacción de los ácidos con el esmalte -y así reducir la posibilidad de formación de manchas-, el consejo de la higienista dental es tomar agua enseguida después de la ingesta y así neutralizar sus efectos.
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