«Lo único que quiero hacer es esto. Solo quiero encontrar 11.780 votos, que es uno más de los que tenemos porque ganamos el estado».
Estas palabras de Donald Trump resumen uno de los últimos intentos del presidente de Estados Unidos por revertir los resultados de las elecciones del pasado 3 de noviembre, en este caso los del estado de Georgia, que dieron como ganador a su rival, el demócrata Joe Biden.
El mandatario las pronunció el sábado durante una conversación telefónica de más de una hora de duración con el secretario de Estado de Georgia, el republicano Brian Raffensperger, y representantes legales, cuyo contenido fue difundido este domingo por el diario The Washington Post.
En la grabación se puede escuchar cómo Trump presiona a Raffensperger insistiendo en que ganó las elecciones en Georgia y diciendo que no hay nada malo en decir que se han «recalculado» los votos.
En otro momento, el presidente amenaza al funcionario con posibles consecuencias legales.
«Sabes lo que hicieron y no lo estás denunciando. Eso es un delito. No puedes permitir que eso suceda. Es un gran riesgo para ti y para Ryan, tu abogado», dice Trump.
Las críticas a Trump por la llamada han sido generalizadas.
Para la vicepresidenta electa de EE.UU., Kamala Harris, la llamada de Trump fue un «descarado abuso de poder».
Para el senador demócrata Dick Durbin, el presidente está «desquiciado», es «peligroso» y su conversación con Raffensperger amerita «una investigación criminal».
¿Es así? ¿Cometió Trump un delito en su conversación con el secretario de Estado de Georgia?
Interferencia en las elecciones
Los expertos no se ponen de acuerdo.
Si bien una mayoría coincide en que la actitud de Trump fue moralmente condenable o inapropiada, no hay consenso sobre si violó la ley (en el ámbito federal y/o en el estatal).
Los partidarios de acusarlo formalmente de un delito citan el título 52 sección 20511 del Código de EE.UU. que establece que cualquiera que «con conocimiento y voluntad prive, defraude o intente privar o defraudar a los residentes de un estado de un proceso electoral justo e imparcial» está violando la ley.
Otra ley federal establece que es un crimen «conspirar para herir, oprimir, amenazar o intimidar a cualquier persona en el libre ejercicio o disfrute de cualquier derecho o privilegio garantizado por la Constitución o leyes de Estados Unidos».
A esto se le suma que en Georgia existe una ley estatal que prohíbe que se «solicite, pida, ordene, asedie o intente de cualquier otra manera hacer que otra persona se involucre» en fraude electoral.
«Esto es peor que la llamada con el presidente de Ucrania que llevó al impeachement [a principios de 2020]», le dice a BBC Mundo Jessica Levinson, profesora de Derecho en la Escuela de Leyes Loyola, con sede en Los Ángeles.
«La razón por la que hay una posible ilegalidad es que parece que el presidente está intentando cometer fraude electoral, en ese sentido hay una posible ilegalidad federal y otra estatal».
Para Greg Woods, profesor de Estudios Judiciales en la Universidad Estatal de San José (California), este caso es comparable al escándalo del Watergate.
«Se da el agravante de que Trump ya fue sometido a un juicio político precisamente por una llamada telefónica, hay un precedente», apunta Woods en entrevista con BBC Mundo.
¿Hubo intención?
Sin embargo, incluso en caso de haber caído en alguna ilegalidad, parece complicado que se pueda enjuiciar a Trump por ello.
La dificultad para procesarlo radica en la práctica imposibilidad de demostrar cuál era la intención del presidente.
«Si bien hay leyes tanto estatales como federales que penalizan la comisión de fraude electoral o presionar a otros para hacerlo, un enjuiciamiento exitoso tendría que probar que Trump entendía que lo que estaba haciendo era un crimen«, indica Anthony Zurcher, periodista de la BBC especializado en política estadounidense.
«La defensa del presidente sería que él realmente cree que lo único que hacía era pedir una correcta tabulación de los votos», agrega.
La profesora Levinson abunda en este análisis.
«Creo que la defensa más grande del presidente será que se cree sus mentiras, algo increíble de decir», opina.
«La ley federal requiere que la persona actúe con conocimiento y a propósito para intentar defraudar o privar a las personas de una elección justa. También requiere que la persona, en este caso el presidente, sepa que está hablando de votos materialmente falsos», explica.
«Tienes que probar que el presidente sabía que estaba haciendo algo incorrecto y que sabe que no ha habido fraude electoral. Normalmente esto sería muy fácil: todo juez estatal, juez federal, el Departamento de Justicia, el FBI, todos los que han investigado han dicho que no hubo fraude electoral. Pero si el presidente está tan desconectado de la realidad como para realmente creerse esto, esa podría ser su defensa».
Para Greg Woods, el hecho de que Trump haga oídos sordos de todos aquellos que han concluido que no hubo fraude electoral constituye un posible «abuso de poder».
En cuanto a la presunta intimidación a Raffensperger al hablar de las «consecuencias legales», el profesor de la Universidad de San José considera que puede equivaler a «soborno o chantaje».
Otros expertos opinan que la indefinición de Trump sobre cuáles serían esas consecuencias puede salvarle de una acusación formal al respecto.
Que se investigue
Algunos congresistas demócratas pidieron al director del FBI, Christopher Wray, que abra una investigación criminal sobre este asunto.
«Como miembros del Congreso y exfiscales, creemos que Donald Trump cometió, o conspiró para cometer, una serie de delitos electorales«, escribieron los demócratas Ted Lieu, de California, y Kathleen Rice, de Nueva York, en una carta enviada a Wray este lunes.
Otros legisladores demócratas, como Alexandria Ocasio-Cortez, tildaron las palabras de Trump como un delito por el que habría que someter al presidente a un juicio político, pero no todos sus compañeros de filas comparten esa postura.
El líder del caucus demócrata en la Cámara, Hakeem Jeffries, reconoció no haber leído la transcripción completa de la conversación, pero apuntó que su partido está centrado en la investidura de Biden el 20 de enero
En cuanto al entorno de Trump, las referencias a la llamada han sido escasas; sus aliados optaron por hablar de la segunda vuelta de la elección al Senado que se celebra este martes precisamente en Georgia.