M.L. Ferguson pensó hace dos semanas que podría refugiarse y superar desde casa la llegada del huracán Helene.
Después de que el ciclón casi arrasara su propiedad, no quiere correr más riesgos.
Vive en Anna Maria, una pequeña ciudad turística en una isla de la costa del Golfo de México. Ahí sus habitantes se preparan para una segunda ola de destrucción por la llegada del huracán Milton.
Muchos, como Ferguson, están huyendo.
La mujer recuerda cómo hace dos semanas tuvo que ser rescatada cuando un diluvio de agua empezó a filtrarse por sus paredes.
Su vivienda estuvo a nada de ser declarada inhabitable. Todavía estaba ocupada limpiando los escombros cuando Milton empezó a acercarse a Florida.
Teme lo que pueda venir después.
«Este va a ser mucho peor que Helene», dijo mientras estaba en el tráfico huyendo de la zona.
«Mi auto está destrozado, nos han despedido a todos del trabajo y [mis pertenencias] se han arruinado».
Después de esta tormenta, me quedaré oficialmente sin casa», lamentó Ferguson.
Milton contra Helene
Los pronósticos han indicado que Milton se puede convertir en el peor huracán que haya azotado la costa oeste de Florida en más de un siglo.
Las repetidas advertencias de que podría ser un ciclón catastrófico y poner en peligro la vida han desencadenado un éxodo masivo de las zonas costeras. Y entre los residentes y visitantes que decidieron quedarse, han dejado una profunda sensación de miedo e inquietud.
Lemus, quien ha vivido toda su vida en Bradenton, una ciudad costera 72 km al sur de Tampa, cuenta que ya ha pasado antes por condiciones meteorológicas extremas.
Una y otra vez se ha refugiado en la casa en la que creció, donde ahora vive con su hija de 8 años y su pareja. Pero considera que Milton es diferente.
«Estas tormentas se han hecho cada vez más fuertes», dice el hombre de 33 años. «El tema de la rápida intensificación me asustó».
Esta vez el factor determinante ha sido su hija.
«No quise que se traumatizara… No estábamos dispuestos a arriesgarnos», explica.
Así que empacó su auto con lo necesario, fotos, sus dos gatos y un perro, y se fueron dos horas hacia el noreste a un hotel en Kissimmee, justo al sur de Orlando. Ahora está a unos 100 km tierra adentro.
Pagar US$650 por una habitación hasta el viernes no es poca cosa para su bolsillo. Pero dijo que recurrirá a sus ahorros para cubrirlo, lo que le produce una «sensación espeluznante».
Aun así la considera una decisión fácil: «¿Quiero arrepentirme de haber puesto en peligro la vida de mi familia? Prefiero gastar el dinero».
Decisiones difíciles
Los que han evacuado también deben tomar decisiones difíciles sobre qué llevarse en vehículos ya sobrecargados mientras conducen hacia refugios y ciudades más lejanas.
Matt Fustini, que vive en la ciudad de Largo, nunca había evacuado antes, pero esta vez está preparado para salir con lo esencial: dinero en efectivo, combustible, insulina para su madre diabética y recuerdos familiares irremplazables.
«Tenemos un árbol genealógico que se remonta al gran incendio de Londres, hecho a mano por mi abuela», cuenta.
Rheaanne Ramires, que pudo llegar al estado de Tennessee tras quedar atrapada en un atasco de 15 horas cuando salía de su casa en Maderia Beach, Florida, dijo que las decisiones eran angustiantes.
«Trabajas toda tu vida para tener tu casa. Intentamos empacar todo lo que pudimos: documentos, fotos sentimentales», dice. «Tu casa es donde has criado a tus hijos. En mi caso, lleva en la familia desde los años 50».
«Es devastador no saber qué encontrarás al volver», añade. «Toda tu casa podría volar por los aires».
Sylvester Fernández, de 73 años, planeaba esperar a que pasara el huracán en su casa de Homestead, al sur de Miami, pero a primera hora del miércoles le despertó el sonido de un aviso en su teléfono.
«Todo se quedó a oscuras, sin internet, sin nada», relata. «Fue realmente aterrador. [La alerta] decía que fuera a buscar un lugar seguro».
Aunque Homestead no se enfrentará a lo peor de la tormenta, dijo que era «demasiado arriesgado» quedarse. Sus vecinos «no quisieron irse».
Ahora se está planteando irse de Florida por completo.
Los que se quedan
A pesar de las advertencias de las autoridades de que permanecer en la zona podría ser mortal, algunos habitantes de los lugares de Florida más expuestos a Milton no pueden, o no quieren marcharse.
Chynna Perkins, en Tampa, por ejemplo, barajó la idea de abandonar su casa junto a su marido y sus dos perros grandes, pero al final decidió quedarse y confiar en que su casa, de reciente construcción, aguante.
Incluso si hubiera querido evacuar, añadió, no está segura de que hubiera sido posible.
«No creo que la gente entienda realmente lo mucho que hay que planificar una decisión como esa», apunta.
«Hay mucho tráfico y apenas hay gasolina disponible en estos momentos. La gente se está quedando sin gasolina en la autopista».