La tradición monárquica británica es tan longeva que cualquier asunto que afecte a la familia real corre como la pólvora en los medios y se traspasa a las calles británicas como si fueran vasos comunicantes.
«En los meses en los que yo estaba embarazada, hubo (…) preocupaciones y conversaciones sobre lo oscura que podría ser su piel cuando naciera».
Así, apenas una frase de los duques de Sussex apuntando al entorno de la realeza, en su ya famosa entrevista con la presentadora Oprah Winfrey, ha hecho surgir el debate no sólo sobre si existe racismo en la realeza británica, sino que muchos se preguntan si en el propio país hay un problema de este tipo.
«Esto no es sólo una crisis para la familia real, sino para el propio Reino Unido», escribió esta semana el historiador David Olusoga en una columna en The Guardian.
«Hay partes de la sociedad británica atrapadas en la negación del racismo cotidiano, del racismo estructural, de la esclavitud y del imperio que no solo parecen incapaces de cambiar, sino hasta de dar el imprescindible paso anterior, el de la autorreflexión sincera [del problema en el país]», denunció.
El desencuentro real con el príncipe Harry y Meghan Markle ha sido un péndulo de ida y vuelta en este debate en el país.
En 2018, cuando contrajeron matrimonio, uno de los principales tabloides, el Daily Mail, celebraba lo que consideraba una comunión idílica entre la monarquía, el país y los valores compartidos de respeto a las minorías: «Un reverendo citando a Martin Luther King, un coro de góspel negro que se balancea y una duquesa mestiza […]. [Este es] el día en que la monarquía abraza el futuro multicultural de Gran Bretaña».
Así, parece un buen momento para detener el péndulo y preguntarse: ¿es Reino Unido un país racista?
¿Hay racismo en Reino Unido?
El racismo y la xenofobia es un problema antiguo y frecuente en todas las sociedades, como señala Naciones Unidas, con ramificaciones históricas que permanecen en pleno siglo XXI.
Tanto es así, que ya en 1965, estableció la Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial, una de las «más antiguas del arsenal de la Oficina de Derechos Humanos de la ONU para combatir la opresión y la discriminación», de acuerdo al propio organismo.
Reino Unido no escapa a esta problemática. O eso afirma parte de su propia población.
De acuerdo a una encuesta realizada en el verano de 2020 por la consultora Number Cruncher Politics para medios británicos, un 14% de su población blanca considera que hay mucho racismo y un 49% asegura que «bastante».
Todavía peor lo ven las minorías étnicas del país, que conforman un 13% de la población, según datos oficiales.
Entre ellas, un 23% respondió que hay mucho racismo (opinión que asciende hasta un 33% entre la población negra) y casi un 50% eligió la opción de «bastante racismo».
Además, en su mayoría consideran que la situación no evoluciona favorablemente con los años.
En total, el 55% de las minorías étnicas afirmó que el racismo había permanecido igual o había empeorado a lo largo de su vida, frente al 29% que consideraba que se había reducido.
Hay otro dato que revela el pulso al sentimiento racista que hay en el país: casi uno de cada cinco británicos considera que «algunas razas o grupos étnicos nacen menos inteligentes», según recoge la Encuesta Social Europea, una iniciativa científica y social independiente que trata de trazar un mapa de las actitudes, creencias y patrones de comportamiento de las diversas poblaciones de Europa.
La comparación con Europa
Pero ¿convierte esto a Reino Unido en un país más racista que los países de su entorno?
La pregunta sobre la opinión en torno a una menor inteligencia natural de algunas razas o etnias la recoge la Encuesta Social Europea entre un conjunto de países europeos con el fin de medir los prejuicios raciales.
El 18% de los británicos piensa de este modo, un porcentaje entre 8 y 10 puntos superior a otros países con altos niveles de inmigración, como Francia o Alemania, y más aún sobre los países nórdicos, como muestra el gráfico.
Sin embargo, queda lejos de países como República Checa o Portugal, donde alrededor del 40% de la población respondió «sí» a la pregunta de si algunas razas nacen con menor inteligencia.
El racismo es una preocupación extendida entre las autoridades europeas.
«En toda la UE, los afrodescendientes se enfrentan a prejuicios y exclusión generalizados y arraigados. La discriminación y el acoso raciales son habituales», asegura la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea.
Esta agencia realizó un seguimiento por países de los episodios de acoso que recibieron las personas de origen africano por motivos raciales en un periodo de cinco años, de 2012 a 2016.
Según sus datos, Reino Unido sale bien parado en este aspecto. Solo en Malta hubo menos episodios de acoso racista que en tierras británicas.
Un 21% de afrodescendientes en Reino Unido declaró haber sufrido acoso por su condición, por debajo de la media europea (30%) y lejos de países como Finlandia o Luxemburgo, donde más de la mitad de estos ciudadanos sufrieron dicho problema.
Del racismo a la discriminación
Para medir el racismo, muchos investigadores inciden en la idea de que no sólo es necesario evaluar la presencia de ideas contra distintas razas, sino la discriminación misma que sufran las etnias minoritarias.
«La discriminación racial se refiere al trato desigual de personas o grupos en función de su raza o etnia», describen Deva Pager y Hana Shepherd, de la Universidad de Princeton, en su estudio «Sociología de la discriminación».
Hay que distinguir dos tipos de discriminación racial, «la que se produce cuando los individuos son tratados de forma desigual debido a su raza» y «cuando son tratados de forma igualitaria según un conjunto determinado de normas y procedimientos, pero estos últimos están construidos de forma que favorecen a los miembros de un grupo en detrimento de otro», explican.
Estos últimos, «pueden no tener en sí mismos ningún contenido racial explícito, pero tienen la consecuencia de producir o reforzar la desventaja racial».
Así, bajo esta perspectiva, para evaluar el racismo hay que tener en cuenta aspectos como el acceso al trabajo en una sociedad, al mercado inmobiliario, el trato recibido por las fuerzas de orden público, etc.
Reino Unido presenta algunos problemas en este sentido.
Las minorías negras y musulmanas tienen una tasa de desempleo dos veces superior a la de los británicos blancos, pero los sociólogos Anthony Heath y Valentina Di Stasio quisieron medir hasta qué punto se debía por un sesgo racial o por otros motivos.
Los investigadores del Centro de Investigación Social del Nuffield College (perteneciente a la Universidad de Oxford) enviaron alrededor de 3.200 solicitudes de empleo falsas para trabajos de todo tipo.
Incluyeron profesiones como cocineros, dependientes, contables e ingenieros de software en respuesta a anuncios en un popular sitio de contratación entre noviembre de 2016 y diciembre de 2017.
Todos los candidatos ficticios eran ciudadanos británicos, o se habían trasladado a Reino Unido a la edad de seis años, y tenían idénticos currículums, cartas de presentación y los mismos años de experiencia.
¿Qué era lo que les diferenciaba? Los nombres y apellidos, típicos de distintas procedencias étnicas.
Lo que hallaron es que mientras el 24% de los solicitantes británicos blancos recibieron una llamada de los empleadores de Reino Unido, sólo el 15% de las solicitudes de minorías étnicas tuvo éxito.
Así, nombres como Tariq, Yasmin, Akintunde o Adeola tuvieron peor suerte que nombres asociados a británicos y europeos de raza blanca.
Las diferencias fueron de tal calibre que aquellos de ascendencia paquistaní tuvieron que presentar un 70% más de solicitudes para recibir una respuesta positiva, los de ascendencia nigeriana y sudasiática presentaron un 80% más y aquellos de Oriente Medio y del norte de África hasta un 90% más que los supuestos blancos.
«La ausencia de un descenso real de la discriminación contra los británicos de raza negra y las personas de origen paquistaní es un dato preocupante. La desigualdad étnica sigue siendo una injusticia candente y es necesario replantearse radicalmente cómo abordarla», sostiene Heath como conclusión a los hallazgos.
Arrestos, vivienda y salud
No solo la igualdad en el acceso al mercado laboral está en entredicho. El debate sobre el racismo en el país es recurrente.
Tras la muerte del afroestadounidense George Floyd en mayo de 2020, las protestas del movimiento Black Lives Matter tuvieron eco en Reino Unido, lo que llevo al primer ministro, Boris Johnson, a anunciar una comisión de investigación para analizar la desigualdad racial en el país.
«No sirve de nada limitarse a decir que hemos hecho grandes progresos en la lucha contra el racismo. Hay mucho más por hacer», aseguró.
Así, una de las quejas de las minorías étnicas recogidas por un informe de noviembre de 2020 del Comité de Derechos Humanos del Parlamento británico es el trato que les dispensa la policía.
«Los hombres negros son sistemáticamente etiquetados como peligrosos, hostiles y amenazantes, lo que lleva a legitimar» la sospecha y la violencia policial contra estos grupos, expresa uno de los testimonios señalados en el informe.
Uno de los puntos que causa malestar es la práctica policial llamada stop and search, que es la prerrogativa de las fuerzas de seguridad para detener y registrar a cualquier viandante si tienen sospechas delictivas sobre él.
Qué es una sospecha es un término difuso y muchos se quejan de que puede estar basado en estereotipos que perjudican a las minorías raciales, que son retenidas en un número mucho más alto que la población blanca.
Otro ejemplo de desequilibrio se halla en el acceso a la vivienda. Según datos oficiales, sólo un 21% de la población negra de origen africano tiene vivienda en propiedad y un 37% entre aquellos de origen caribeño, frente al 68% de los británicos blancos.
El acceso a la sanidad es otro de los factores que pone en entredicho la igualdad racial.
Más del 60% de la población negra en el Reino Unido no cree que su salud esté protegida por el sistema público de salud británico (NHS, por sus siglas en inglés) en la misma medida que la de los blancos, de acuerdo a las encuestas realizadas por el mencionado comité.
La tasa de mortalidad de las mujeres negras durante el parto es cinco veces mayor que la de las mujeres blancas, según sus datos.
La pandemia de covid-19 ha vuelto a poner de relieve las posibles diferencias.
El impacto de covid-19 en la comunidad negra ha sido «desproporcionadamente grave». Según una investigación de Public Health England, las tasas más altas de covid-19 por cada 100.000 personas se encuentran entre los grupos étnicos negros (486 en mujeres y 649 en hombres) y las más bajas entre los blancos (220 en mujeres y 224 en hombres).
Las conclusiones son que «después de tener en cuenta el efecto del sexo, la edad, pobreza» y otros, las personas «de etnia negra caribeña y otras etnias negras tenían entre un 10 y un 50% más de riesgo de muerte en comparación con los británicos blancos».
Todavía no están claras las razones, pero los expertos citados por el comité advierten de la influencia de la desigualdad racial en la enfermedad.
«[Las minorías étnicas y raciales] están más expuestas porque es más probable que trabajen fuera de casa, que tengan empleos en primera línea de riesgo […] y que tengan menos probabilidades de estar protegidos con equipos adecuados, a la vez que es más probable que vivan en viviendas multigeneracionales y que tengan niveles mucho más bajos de ahorros preexistentes para amortiguar el impacto económico de la covid-19».
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