El gobernante Frente de Todos (FDT) llega a las elecciones parlamentarias de medio término de este domingo en Argentina con un precedente poco auspicioso: la categórica derrota que sufrió en las primarias hace dos meses.
Las llamadas Elecciones Primarias Abiertas Simultáneas Obligatorias -o PASO-, que se celebraron el 12 de septiembre pasado, son obligatorias en este país, y en la práctica funcionan como una gran «encuesta de opinión», que dejó muy mal parada a la coalición del presidente Alberto Fernández.
El FDT, que agrupa a distintas vertientes del peronismo -la fuerza que ha dominado la política argentina desde el regreso de la democracia en los años 80- sufrió una tajante e inesperada derrota a manos de Juntos por el Cambio (JxC), la coalición de centroderecha a la que había desplazado del poder tan solo dos años antes.
Esa alianza encabezada por el expresidente Mauricio Macri -quien no compite en estos comicios y ocupó un segundo plano durante la campaña- obtuvo el 41% de los votos en las primarias, 9% más que el FDT.
Así, revirtió su derrota de la presidenciales de 2019, que perdió por una diferencia de 8 puntos.
En cambio, el oficialismo, que llegó entonces al poder con el 48% de los votos, en las PASO sacó el 32%.
Si esas cifras se repitieran este domingo -el escenario más probable que anticipan los analistas con los que habló BBC Mundo- no solo reflejaría una fuerte sangría del caudal político del gobierno.
También dejaría al oficialismo sin el control del Congreso.
«Hoy el FDT tiene mayoría y quórum propio en el Senado, que preside la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner», explica el politólogo Facundo Nejamkis, director de la consultora Opina Argentina.
«En la Cámara de Diputados es la primera minoría, con aliados que le permiten construir quórum».
Esa relación de fuerzas podría cambiar drásticamente después de estos comicios, en los que se renuevan un tercio de las bancas de la Cámara Alta y casi la mitad de la Baja.
Si los resultados de las PASO se repitieran, JxC le quitaría al peronismo su supremacía parlamentaria, convirtiéndose en la primera minoría en Diputados y dejándolo sin quórum propio en el Senado.
Esto -dice Nejamkis- obligaría al oficialismo a tener que construir alianzas para poder gobernar.
«Las condiciones de la gobernabilidad serían mucho más frágiles», señala.
En busca de votos
El gobierno apuesta a evitar este escenario.
Tras la derrota en septiembre, que sorprendió a todos por su magnitud (el oficialismo perdió casi 16 puntos en comparación con 2019), Fernández reconoció que había una «demanda insatisfecha» en la población.
«Evidentemente hay errores que hemos cometido», dijo al conocerse los resultados. «De ellos aprenderemos», aseguró.
La mayoría de las medidas que implementó el gobierno para revertir ese revés electoral se concentraron en mejorar el bolsillo de los argentinos.
Las encuestas muestran que la principal preocupación de la gente es la economía, que ya venía de dos años de recesión y una inflación que superaba el 50% cuando llegaron la pandemia y las fuertes restricciones ordenadas por Fernández, que juntas provocaron una contracción económica del 10%.
Tras la derrota en las primarias, el gobierno aumentó el salario mínimo, la asistencia social y los créditos, y redujo los impuestos sobre el salario para las personas con ingresos medios y medioaltos.
También aumentó la intervención estatal para intentar contener la inflación, congelando el precio de 1.400 productos de consumo masivo y de medicamentos hasta enero de 2022.
El objetivo del gobierno, señalan los observadores, no es solo recuperar los votos perdidos en las PASO, sino intentar atraer al gran número de votantes que no participó en esos comicios y podría hacerlo este domingo.
El analista político Juan Germano, director de Isonomía Consultores, señaló a BBC Mundo que en las primarias votó cerca del 10% menos del «promedio histórico» de participación, que ronda el 80%.
A eso se suma otro 9% del electorado que en las primarias votó por partidos que no lograron superar el piso del 1,5% de los votos necesarios para competir en los comicios legislativos.
Es ese quinto del electorado el que abre interrogantes sobre qué pasará este domingo y deja abierta la posibilidad de un resultado sorpresa, que se aleje del de septiembre.
La crisis interna
Germano señala que incluso una leve mejoría del FDT respecto de las primarias tendría «un fuerte valor simbólico».
Una de las mayores esperanzas del oficialismo es mejorar su rendimiento en la provincia de Buenos Aires, donde vota cerca del 40% del electorado nacional.
A pesar de ser considerado el principal bastión peronista -en las presidenciales el oficialismo se impuso allí con el 52% de los votos- en las primarias obtuvo apenas el 35%, casi 5 puntos menos que Juntos por el Cambio.
«Si el gobierno logra mejorar, aunque sea un poquito, sería un símbolo de que la estrategia pos-PASO -emisión monetaria, congelar tarifas, congelar precios- tuvo cierto rédito», afirma el politólogo.
Sin embargo, aclara, «si aún con todo eso no funcionó, el quiebre puede ser mayor».
El «quiebre» al que hace referencia es el que se puso en evidencia en el seno de la coalición gobernante tras la derrota en las primarias.
El resultado adverso provocó una muy pública disputa entre el presidente y la vicepresidenta, que intercambiaron críticas a través de las redes sociales, llevando a los argentinos a especular con una posible ruptura de la coalición gubernamental.
La crisis política se saldó luego de unos días con un cambio de gabinete, algo que había exigido abiertamente Cristina Kirchner, generalmente considerada la socia mayoritaria en la dupla presidencial.
Y es que, aunque el presidente sea Alberto Fernández, fue la vicepresidenta quien lo escogió para competir juntos en 2019, una decisión que causó mucha sorpresa en su momento, debido a la animosidad entre ambos desde que él renunciara como jefe de Gabinete de ella en 2008.
Según Germano, la decisión de Kirchner de dar un paso al costado y formar una alianza peronista con Fernández y otro exjefe de Gabinete con el que terminó enfrentada, Sergio Massa, fue «muy efectiva desde lo electoral, pero muy poco efectiva para gobernar».
«El gobierno no tiene un rumbo, muchas de las discusiones internas fueron demasiado públicas, y eso te saca credibilidad», señala.
«En un momento en el que requerías tranquilidad y tener un norte, porque venías de una mala experiencia económica y te vino una pandemia encima, con toda la incertidumbre que eso generó, el gobierno no logró dar esa tranquilidad», afirma.
Lo que muchos se preguntan ahora es si las rivalidades -o «internas»- que se magnificaron tras la derrota de septiembre, podrían restarle votos al oficialismo.
Y si un nuevo resultado adverso podría ahondar aún más las diferencias, debilitando a Fernández y complicando todavía más la gobernabilidad en la segunda mitad de su mandato.
El resurgimiento del macrismo
Al igual que el gobierno, Juntos por el Cambio también se ilusiona con atraer a nuevos electores este domingo, para mantener o incluso acrecentar la ventaja electoral que obtuvo hace dos meses.
De lograrlo, significaría una reivindicación para Mauricio Macri, que dejó el poder tras un solo mandato, en medio de una crisis inflacionaria y de deuda, y con un peso que perdió más del 500% de su valor frente al dólar.
No obstante, Nejamkis señala que parte del éxito que tuvo el macrismo en las primarias se debió a que logró despegarse del expresidente.
«Juntos logró desplazar a la figura más controversial de esa experiencia de gobierno, que es Mauricio Macri, y renovar el elenco de sus figuras electorales», le dice a BBC Mundo.
«Eso le permitió alejar el efecto del costo del malestar que generó en buena parte de la población el gobierno de Macri».
Germano coincide en que la renovación de JxC fue clave para explicar su sorpresivo resurgimiento en las PASO, pero considera que ese voto reflejó más «un castigo para el gobierno que un premio» para el macrismo.
De todos modos, una holgada victoria de la principal coalición opositora no solo le daría mayor poder en el Congreso durante los próximos dos años.
También fortalecería las aspiraciones del delfín de Macri, Horacio Rodríguez Larreta, actual alcalde de la ciudad de Buenos Aires, quien se perfila como el principal candidato presidencial de la oposición en las elecciones de 2023.
Fuera de la llamada «grieta» -macrismo/kirchnerismo-, estos comicios legislativos también podrían marcar la consolidación política de otras fuerzas minoritarias que han ganado terreno entre los argentinos descontentos con los partidos políticos tradicionales.
Entre estos destacan los «libertarios», encabezados por los economistas Javier Milei y José Luis Espert, quienes han logrado atraer sobre todo al voto joven con sus propuestas ultraliberales y antisistema, y que también buscarán usar un resultado favorable este domingo como trampolín para sus aspiraciones presidenciales.