La oposición ganó y el chavismo perdió, pero para ambos las elecciones a la gobernación de Barinas, realizadas este domingo en Venezuela, constituyen un importante llamado de atención.
Los comicios se realizaron por orden del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) que había anulado los resultados de las votaciones del pasado 21 de noviembre en las cuales el entonces candidato opositor, Freddy Superlano, había superado por menos de un punto porcentual al aspirante oficialista a la reelección, Argenis Chávez, hermano del fallecido presidente Hugo Chávez.
La decisión del TSJ, que se basaba en una inhabilitación ordenada por la Contraloría General de la República en contra de Superlano, fue interpretada por la oposición como una arbitrariedad y como un intento del chavismo de aferrarse al poder en Barinas.
Esta visión se sustentaba en el hecho de que la inhabilitación contra Superlano no había sido comunicada al Consejo Nacional Electoral (CNE) con anterioridad a los comicios y se vio reforzada por las inhabilitaciones inesperadas que impidieron postular en lugar de Superlano a su esposa, Aurora Silva; y al ex diputado a la Asamblea Nacional Julio César Reyes.
Fue así como el candidato de la opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD) terminó siendo Sergio Garrido, un legislador opositor electo al Consejo Legislativo de Barinas, quien acabó imponiéndose al candidato chavista, Jorge Arreaza, un exyerno de Hugo Chávez que desde 2011 ha ocupado altos cargos incluyendo el de vicepresidente ejecutivo y ministro de Relaciones Exteriores.
Este segundo triunfo de la oposición en Barinas y la forma cómo se desarrolló la campaña dejan algunas lecciones tanto para el chavismo como la oposición.
1. La prometedora ruta electoral (para la oposición)
Desde el fallido referendo revocatorio de 2004 ha habido sectores de la oposición que han desconfiado de la ruta electoral.
Esas reticencias se vieron potenciadas en los últimos años por el bloqueo judicial al que fue sometida por el TSJ la Asamblea Nacional de mayoría opositora, electa en 2015.
También por los impedimentos para someter al mandatario Nicolás Maduro a un revocatorio en 2016; por las denuncias de la empresa Smartmatic sobre los resultados inflados anunciados por el chavismo en la elección de la Asamblea Nacional Constituyente de 2017; así como por numerosos gestos -como el adelanto a mayo de 2018 de las elecciones presidenciales de diciembre de ese año- leídos desde la oposición como arbitrariedades ejecutadas para favorecer al Ejecutivo.
En ese contexto, para muchos opositores el mensaje trasmitido desde las instituciones controladas por el chavismo parecía ser claro: no podrán vencer electoralmente a la llamada revolución bolivariana y, si lo logran, esas victorias van a ser vaciadas de contenido y sentido.
Sin embargo, históricamente los mayores avances que ha logrado la oposición venezolana frente al chavismo han sido de tipo electoral, como fue el caso del éxito en las elecciones legislativas de 2015, cuando obtuvo una súper mayoría en la Asamblea Nacional.
Además, en Venezuela hay una cultura del voto muy arraigada y a los ciudadanos les gusta que les convoquen a votar como se muestra en las cifras de participación de las elecciones de este domingo de más de 52%, ubicada unos 6 puntos porcentuales por encima de la del 21 de noviembre.
Como señaló en un mensaje de Twitter, el presidente de la encuestadora Datanálisis, Luis Vicente León, «hoy perdió en Barinas el chavismo y el abstencionismo. No valió populismo, movilización oficial, desplazamiento militar, control institucional ni ataques virulentos contra quienes querían votar. El voto de más de la mitad de los barinenses mató varios pájaros de un tiro».
2. La oposición unida llega más lejos
Otra lección que los comicios de este domingo dejaron para la oposición venezolana es que, cuando los partidos que la integran trabajan juntos con unidad de propósito, pueden obtener resultados mucho mejores.
En este caso en Barinas, muchas de las distintas fuerzas políticas de la oposición se implicaron en el estado para respaldar la candidatura de Garrido y motivar a los electores a participar.
Esto lo hicieron incluso algunos dirigentes que en los comicios del 21 de noviembre estaban más a favor de la abstención.
En aquellos comicios, por cierto, las fuerzas opositoras acudieron muy divididas tanto en torno a la decisión de participar en las votaciones como acerca de a cuáles candidatos apoyar.
El resultado de esta división fue un éxito rotundo del chavismo que logró alzarse con 20 de 24 gobernaciones y más de 200 de 322 alcaldías, pese a que solamente en cinco estados logró sumar más de la mitad de los votos válidos.
El contraste entre una y otra campaña fue destacado por el alcalde del municipio El Hatillo de Caracas, Elías Sayegh.
«Si en la oposición hubiésemos hecho en todo el país lo que se hizo en Barinas (unión, participación masiva, defensa del voto) tuviésemos hoy más de 15 gobernaciones y más de 200 alcaldías. ¡Aprendamos!», escribió Sayegh en un mensaje de Twitter.
3. Los peligros del abuso del poder institucional
La decisión del Tribunal Supremo de Justicia de anular las elecciones del 21 de noviembre en Barinas y de convocar nuevos comicios fue percibida desde la oposición como un abuso del poder institucional que detenta el chavismo.
Esa medida, vista por los votantes opositores como una arbitrariedad que buscaba despojarles del triunfo que creían merecer, se transformó en un aliciente para una mayor movilización de electores de cara a los comicios de este 9 de enero y facilitó que Garrido obtuviera unos 70.000 votos más que el candidato anterior de la MUD, Freddy Superlano.
Esto hizo que, pese a que el candidato del PSUV este domingo, Jorge Arreaza, superó en unos 25.000 votos los resultados conseguidos por Argenis Chávez, en términos relativos sus resultados fueron peores pues la ventaja de la oposición pasó de ser de menos de 1% a 14%.
4. La participación masiva es clave
La decisión de Jorge Arreaza de reconocer su derrota incluso antes de que el CNE hubiera ofrecido los primeros resultados es un gesto inusual en el contexto electoral venezolano de las últimas dos décadas.
Las encuestas preelectorales proyectaban una victoria de la oposición, pero las expectativas de gran parte de los opositores -sobre todo después de lo ocurrido en noviembre- eran que costaría mucho que el chavismo reconociera otra derrota Barinas.
Muchos analistas en la línea opositora han atribuido la decisión de Arreaza al hecho de que la mayor participación otorgó una amplia ventaja al candidato opositor, que redujo el margen de maniobra institucional del chavismo.
En todo caso, ese gesto -que alivió enormemente la presión política ante el prolongado silencio del ente electoral- también puede favorecer a Arreaza, al ubicarlo bajo una luz favorable a los ojos de una parte del electorado que puede ver en su actitud una cierta disposición al juego limpio, tan escaso en la polarizada política venezolana.