El chavismo retomó este domingo el control de la Asamblea Nacional, único poder del Estado que estaba en manos de la oposición.
La victoria con más de 67% de votos y sin sus grandes rivales, que llamaron a la abstención, no acaba, sin embargo, con el bloqueo político ni facilita la gobernabilidad de un país en una profunda crisis económica y objeto de sanciones.
La escasa participación de 31%, 40 puntos menos que en las legislativas de 2015, agrega una sombra al esperado triunfo y será usada por la oposición como un argumento a su favor.
El día 5 se instalará la nueva Asamblea y con ello seguramente también se pondrá en entredicho el papel de Juan Guaidó como líder opositor, porque fue su cargo como máxima figura del Parlamento lo que le permitió desafiar a Nicolás Maduro al declararse presidente interino en enero de 2019.
Y el 20 de enero, Joe Biden asume como nuevo presidente de Estados Unidos en lugar del beligerante Donald Trump, aliado de Guaidó, por lo que habrá que ver cómo cambia la relación de Washington con Venezuela.
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También con el comienzo de año se puede agravar aún más la crisis económica del país con el potencial impacto de la falta de diésel, el combustible más utilizado por las clases populares.
Estas son tres cuestiones que asoman en el horizonte político del país.
1 – ¿Qué hará ahora el gobierno?
El presidente Maduro atribuyó a estas parlamentarias poco competitivas un carácter plebiscitario y prometió dejar su cargo si el chavismo perdía, algo que, como era de esperar, no sucedió.
«Vamos a nuevo ciclo triunfal», celebró Maduro esta madrugada cuando el Consejo Nacional Electoral (CNE) anunció el triunfo con más del 67% de los apoyos.
En busca de ingresos que alivien la caída de los dólares que llegaban del petróleo, el gobierno asegura que por fin podrá ofrecer sustento legal a sus políticas económicas, que pasan por una apertura y una búsqueda de inversiones extranjeras.
Aunque quizás gane cierta legitimidad para hacer negocios con empresas de países aliados como China y Rusia, el hecho de que Estados Unidos y la Unión Europea coincidan con la oposición y no reconozcan los comicios hará que continúen las sanciones y que se le niegue acceso a mercados internacionales de financiación y petróleo.
«Tienen ante sí un país destruido y sus enemigos continúan ahí», le dice a BBC Mundo el analista Luis Vicente León, director de la consultora Datanálisis.
Venezuela atraviesa la tercera hiperinflación más prolongada de la historia, una economía que no deja de menguar y una dolarización de facto que alivia tanto como abre la desigualdad en el país.
La baja participación en las elecciones de este domingo no supone tampoco un alivio al gobierno.
«Cambia la situación del país con una Asamblea Nacional distinta a la que propició invasiones», celebró el triunfo el oficialista Diosdado Cabello, favorito a dirigir el nuevo Parlamento.
«En realidad no hay nada distinto a lo que ya tenían», dice León.
La Asamblea Nacional, liderada por la oposición desde 2015, estaba considerada en desacato por el Tribunal Supremo de Justicia y el chavismo legislaba a través de la Asamblea Nacional Constituyente, comandada por Cabello.
En lo político, el chavismo puede celebrar que desactiva a Guaidó como líder de la Asamblea, lo que unido a la sustitución de Biden por Trump abre la posibilidad de cambiar las relaciones y lograr quizás un respiro, aunque el nuevo presidente se ha mostrado igualmente decidido contra Maduro.
2 – ¿Qué pasa con la oposición y con Guaidó?
A partir de este lunes comienza una consulta popular liderada por Guaidó para que los venezolanos que lo deseen en el interior y exterior del país muestren el rechazo a las elecciones de este domingo y el apoyo a la estrategia del aún líder opositor.
Guaidó promueve la llamada «continuidad administrativa» de la Asamblea, cuyo mandato expira el 5 de enero, pero queda ahora por ver si el resto de grandes partidos opositores lo secundan o buscan una alternativa.
En septiembre, Henrique Capriles, dos veces candidato presidencial, ya se desligó de la estrategia unitaria y negoció condiciones para poder participar en las legislativas de este domingo. Finalmente el gobierno no cedió a sus pretensiones y declinó acudir.
Pero Capriles puede volver a insistir en abrir una nueva vía con fines electorales en un futuro próximo, sobre todo porque el desafío de Guaidó como presidente interino y el apoyo de decenas de países desde enero de 2019 no han movido a Maduro.
«Después de estos fracasos habrá que replantear alternativas reales», expresó este domingo en Twitter Capriles.
«La oposición va a gastar más energías en fracturas internas que en sacar a Maduro del poder», anticipa León, que asegura que este sector no supo entender la demanda social.
Por ejemplo, Guaidó sigue reclamando sanciones lo que, según las encuestas, es rechazado por más del 70% de los venezolanos.
Pero aún cuenta con el apoyo de Estados Unidos, algo que no parece que vaya a cambiar con Biden.
Más difícil quizás puede ser su posición ante la Unión Europea. «La continuidad administrativa es muy débil», afirma León, que ve problemas para que Bruselas apoye indefinidamente a Guaidó sin debate interno ni elecciones que lo respalden.
A partir del 5 de enero se cierne de nuevo además la sombra de su detención.
Y es posible que el gobierno viera con buenos ojos su salida de Venezuela.
A favor de Guaidó está que es un líder consolidado y reconocido y que puede esgrimir una especie de triunfo del abstencionismo este domingo por la baja participación, reflejo el descontento social de un país en crisis y con parálisis política.
3 – ¿Y qué pasa mientras en el país?
«Mañana seguiremos en lo mismo, no va a mejorar nada», le dijo Flor a BBC Mundo el domingo en Caracas frente a un centro electoral al que nunca entró.
Fue una de los muchos millones de personas que declinó ejercer su derecho a voto y que mira con escepticismo el futuro de un país preocupado por las colas de gasolina, aunque aliviado ahora en diciembre de las restricciones del coronavirus.
Según lo que pase en las vacaciones, podrían regresar en enero, cuando se espera que se empiece a sentir otro problema.
Hace aproximadamente un mes, Estados Unidos amplió las sanciones dirigidas a la petrolera estatal PDVSA e incluyó al gasoil, un combustible que el gobierno de Maduro podía conseguir en el mercado internacional canjeándolo por crudo venezolano.
Es el combustible que más afecta a las clases populares porque es el que se usa para el transporte público y la producción y distribución de alimentos, entre otras cosas. Se estima que el 65% del diésel que se consume en el país es importado.
Otra crisis amenazante que podría generar otro de los múltiples mercados negros.
Y es ahí donde pueden entrar ciertas exenciones a las sanciones por parte del gobierno de Biden, que puede querer aliviar el sufrimiento de la gente de la calle en Venezuela y también darle más utilidad a esas sanciones como método de presión.
Para ello, quizás, el gobierno de Venezuela debería ofrecer algo a cambio, como cuando en septiembre liberó a decenas de presos en su diálogo con Capriles.
Biden también puede cambiar ya el paradigma de Guaidó de «cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres» y buscar abrir una vía electoral sin exigir necesariamente la salida de Maduro.
Ese camino acercaría a Estados Unidos a la Unión Europea y a otros países latinoamericanos y se enmarcaría dentro del multilateralismo que el nuevo presidente ha dicho querer recuperar tras los cuatro años de Trump.