No hay nada como la sensación de sacarte del pecho algo que te afecta.
Pero a veces compartir un secreto no es posible.
El miedo, la vergüenza y el estigma pueden impedir que revelemos las partes más profundas de nosotros mismos o, a veces, simplemente no es nuestra propia información.
Guardar secretos en realidad puede causar un daño «que conduce a la fatiga, el aislamiento social y una menor sensación de bienestar», según investigadores de la Universidad de Columbia, en Estados Unidos.
Entonces, ¿de qué otra manera podemos comunicar lo que nos preocupa sin lastimarnos a nosotros mismos ni a los demás?
Para algunos están las redes sociales… mientras otros se crean cuentas en «páginas de confesión» anónimas.
‘Un espacio seguro’
Durante siglos, los humanos se han confesado con líderes religiosos.
En décadas más recientes, algunos programas de radio y otros espacios permiten a las personas compartir sus secretos de forma anónima.
En 1980, un artista creó una línea de disculpas que funcionó durante 15 años y permitió a los neoyorquinos dejar mensajes en un contestador automático «para proporcionar una forma en que las personas se disculparan por sus errores con otras personas sin ponerse en peligro».
Las cintas ahora se han compartido en un podcast popular, lo que demuestra que hay un apetito por disfrutar de las confesiones de los demás.
Ahora, en un mundo de perfección retocada y cuentas de Instagram cuidadosamente seleccionadas, hay un rincón de internet donde las personas muestran su versión más honesta, sin revelar sus identidades.
Son las páginas de confesión en línea, que permiten a los usuarios compartir secretos de forma anónima.
Al principio, los foros y las salas de chat parecían ser los lugares donde ese contenido surgiría en internet y, más tarde, se desarrollaron aplicaciones dedicadas al tema.
Pero ahora son las cuentas moderadas de las redes sociales las que se están apoderando de este espacio.
Van desde confesiones hilarantes hasta devastadoras y tienen una larga historia en las comunidades escolares y universitarias.
«Si las personas pueden conectarse a grupos de apoyo en línea, puede ser una gran oportunidad para compartir algo de forma anónima, sentirse validados y aprender de otras personas que pasan por experiencias similares», dice Zehra Kamal Alam, psicóloga basada en Islamabad, Pakistán.
«Esto puede ser extremadamente útil, especialmente cuando se trata de hablar sobre temas tabú relacionados con la sexualidad, la violencia y el abuso sexual», agrega.
La experta dice que en el espacio de consejería y terapia, hablar sobre los problemas es un proceso de curación, por lo que no sorprende que las personas recurran a internet para compartir sus secretos.
«En los viejos tiempos de internet, podías ir a un foro y contar todo prácticamente sin consecuencias», dice Rob Manuel, de Londres, Inglaterra, quien es el hombre detrás de una popular página de confesiones en Twitter llamada Fesshole.
«No estabas siendo leído por tu familia o tu jefe y era un espacio seguro para descargar tu mente».
«Las redes sociales son como una máquina tragamonedas en la que si sigues jugando puedes ganar obteniendo miles de ´me gusta» inútiles y si pierdes, puedes perder tu trabajo».
Fesshole comenzó hace dos años y medio y cuenta con más de 325.000 seguidores. Rob recibe cientos de confesiones de forma anónima todos los días y selecciona solo 16 para compartir con la audiencia.
«Funciono como una especie de editor», explica. «No compartiré cosas que obviamente son falsas o que no son consensuales».
«Hay algunas cosas que son simplemente sombrías y no me gustaría promocionarlas publicándolas».
Las confesiones
Algunos ejemplos de las confesiones de Fesshole incluyen a un maestro que maldice a los estudiantes detrás de su mascarilla y una persona que inventa palabras para completar un crucigrama.
Otro confesor escribe: «Mi padrastro falleció el año pasado y mi madre estaba desconsolada, así que tuve que revisar sus cosas para encontrar sus contraseñas».
«Resulta que estaba teniendo una aventura en línea en varios sitios de citas. Nunca se lo dije, le rompería el corazón».
Rob dice que quiere que la página sea principalmente cómica, pero incluye historias también para darle a la cuenta un «rango emocional».
Otras páginas, como The Secret Keepers, que opera en Instagram, se inclinan por confesiones personales más intensas.
«Vivimos en un mundo despojado de matices y puede ser difícil hablar de temas muy personales con amigos y familiares», dice Olivia Petter, quien está detrás de The Secret Keepers, con sede en Reino Unido.
«Si estás sensible por algo, es posible que no quieras exponerte y se siente más seguro y menos abierto a juicios cuando es anónimo y en línea».
«Es por eso que la gente tiene terapeutas: les cuentas cosas que nunca les dirías a tus amigos».
Foros
The Secret Keepers brinda un foro abierto de apoyo y discusión en torno a las confesiones que comparten en la página, que incluyen a una mujer que se arrepiente de la maternidad y otra que ama a su pareja pero piensa que su vida sexual es terrible.
Los seguidores de la cuenta, que incluyen muchos terapeutas y psicólogos, dan aliento y consejos a los confesores.
«Compartir secretos puede hacer que las personas se sientan menos solas y más conectadas cuando ya están aisladas, además de abordar la vergüenza en torno a muchos de estos problemas», dice Olivia.
«La página realmente está resonando con la gente y es maravilloso ver que realmente está ayudando».
«Esperamos que The Secret Keepers pueda ayudar a abordar parte del estigma en torno a los problemas al mostrar que los sentimientos que tienen estas personas son válidos».
Acoso cibernético
Sin embargo, las plataformas de confesión en internet tienen un lado negativo, especialmente cuando no se controlan.
Si bien el anonimato puede alentar una discusión honesta, también puede proporcionar una barrera detrás de la cual se pueden esconder los que escriben comentarios imprudentes y crueles.
Sarahah fue eliminada de las tiendas de Google y Apple en 2018 luego de acusaciones de que había estado facilitando el acoso.
La aplicación, que lleva el nombre de la palabra árabe para honestidad, fue creada para que los empleadores reciban comentarios honestos y anónimos de sus colegas.
En cambio, algunos usuarios usaron la plataforma como un dispositivo para el ciberacoso.
Del mismo modo, aplicaciones como Whisper, Secret y Ask.fm se han cerrado a lo largo de los años después de que los desarrolladores no pudieron frenar el uso indebido y el abuso.
«Los foros en internet también pueden ser explotados por personas con otros motivos y pueden poner en peligro la seguridad de algunos grupos vulnerables», dice Zehra.
«Las personas pueden terminar sintiéndose más abrumadas, recibiendo mensajes incorrectos, y más confundidas acerca de cómo manejar cualquier problema de salud mental debido a información y consejos a medias».
Confesiones en todo el mundo
Para muchas personas, confesar sus secretos ocultos de forma anónima en línea es muy terapéutico.
Se estima que hasta el 75% de las personas en países de bajos ingresos, que experimentan problemas mentales no tienen acceso a profesionales de la salud mental, según el Programa de Acción para la Brecha de Salud Mental de la Organización Mundial de la Salud,
«Esto significa que la brecha de tratamiento es enorme», dice Zehra.
«La falta de disponibilidad de profesionales capacitados, el enfoque limitado en actividades preventivas, el alcance limitado de los servicios a los grupos rurales y de bajos ingresos, y los tabúes en torno a la salud mental son algunos de los factores que contribuyen».
Zehra ha visto una tendencia al alza en el número de personas que acceden a la atención de salud mental. Sin embargo, esto tiende a ser en entornos urbanos y prósperos.
Dice que crear un espacio seguro en internet para compartir secretos es esencial para las páginas de confesiones en línea.
«Hablar de los problemas puede ser curativo, pero a veces también puede desencadenar emociones negativas», asegura la experta.
Más allá de las confesiones en Internet
El psicoterapeuta Angelo Foley, quien tiene una cuenta de Instagram en Francia llamada Balance Ta Peur, que significa «equilibra tu miedo», va aún más allá.
Dice que hay un beneficio genuino tanto para aquellos que confiesan como para los lectores que consumen estas publicaciones anónimas.
«Leer las confesiones de otras personas son como leer una novela», dice. «Nos proyectamos en ella, nos identificamos, las historias de los demás activan nuestro propio proceso psíquico y emocional».
Utiliza su cuenta para compartir de forma anónima los miedos más profundos de los que le mandan mensajes con sus 70.000 seguidores, con la esperanza de que se sientan menos solos.
«Alimenta la curiosidad insaciable, un voyerismo presente en todos los seres humanos», dice Angelo. «Nos gusta saber qué les pasa a los demás como instinto de supervivencia, para saber si estamos en el lado bueno o malo».
«Creo que el anonimato nos da la ilusión de protección, ya sea del juicio de los demás, o de que nuestros seres queridos descubran nuestros mundos íntimos».
Angelo fue la primera persona que compartió sus miedos en Balance Ta Peur y cree que su formación como psicoterapeuta le ha dado las habilidades para crear un espacio seguro para que las personas confiesen sus miedos secretos.
«El miedo está presente en todas nuestras experiencias de vida, nuestras crisis temporales, nuestros traumas, nuestros sufrimientos, nuestros cuestionamientos existenciales», dice.
«No había un espacio para expresarnos sobre esto y ayudé a hacer de Instagram algo más que un escaparate de las vidas perfectas y falsas de las personas».
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