«¿Estás listo para sentar cabeza?»
Esa es la pregunta que Kyung Mi Lee, estudiante de la Universidad de Yale, publicó en febrero de 2020 como parte del artículo Sentar cabeza: romance en la era de la generación Z, para el periódico Yale Daily News.
¿Seguirían Lee y sus compañeros la tendencia millennial de retrasar el matrimonio?
Casi dos años después de escribir el artículo, Lee daría un sí por respuesta, pero por razones distintas a las de sus homólogos millennials.
«En mi imaginación cultural, para los millennials ser reacios a relaciones a largo plazo significa que las personas tienen más romances temporales», dice Lee, de 23 años.
En otras palabras, para Lee los millennials tardan más en sentar cabeza porque están ocupados aprovechando su soltería. Para la generación Z, argumenta, «la gente es más contraria a las relaciones largas porque son más introspectivos sobre el tipo de relaciones en que quieren estar».
Investigaciones crecientes validan esta opinión: los miembros de la generación Z parecen adoptar un enfoque especialmente pragmático de las relaciones en comparación con generaciones anteriores y no tienen tanto sexo.
Tiempo difícil para ser adultos
«(Los de la generación Z) se dan cuenta de que pueden tener diferentes parejas en diferentes momentos de su vida que quizás satisfagan diferentes necesidades», explica Julie Arbit, vicepresidenta sénior sobre perspectivas en el grupo de medios Vice.
Arbit llevó a cabo una investigación en que examinó a 500 participantes de Reino Unido y Estados Unidos (la mayoría de la generación Z, millennials y algunos de la generación X para comparar).
En esta encontró que solo uno de cada 10 miembros de la generación Z respondieron estar dispuestos a «comprometerse a estar comprometidos».
Otros investigadores han llegado a circunstancias similares. Según un estudio de la generación Z en India, por ejemplo, el 66% de encuestados aceptó que «no todas las relaciones tienen que ser permanentes», con un 70% rechazando «una relación romántica limitante».
Investigadores y miembros de la generación Z atribuyen eso a varios factores.
Primero, que esta generación está entrando en la adultez en un momento particularmente endeble, marcado por la pandemia de coronavirus, el empeoramiento del cambio climático y la inestabilidad financiera.
Muchos sienten que necesitan alcanzar estabilidad para sí mismos antes de traer a otra persona a sus vidas. También está el mayor acceso a la información de relaciones en línea, lo que empodera a la generación Z con el lenguaje que necesitan para articular quiénes son y qué quieren de una relación que no comprometa su identidad y sus necesidades.
«Están más enfocados en sí mismos y no por egoísmo. Saben que son responsables de su propio éxito y felicidad y que necesitan cuidarse a sí mismos antes que a otros», explica Arbit.
Buscando estabilidad
«En los 60 y 70, un hombre promedio de 25 años podía apoyar a su familia con sus ingresos sin la expectativa de que su mujer trabajara», dice Stephanie Coontz, directora de investigación y educación pública para el Consejo de Familias Contemporáneas en Estados Unidos.
Para muchos miembros de la generación Z, tanto la idea de que alguien de 25 años apoye a una familia entera y que un hombre espere que su esposa se quede en casa, ya no encajan en las circunstancias contemporáneas. Y, para algunos, parece incluso irrisorio.
En su lugar, la generación Z prioriza una situación financiera sólida individual, lo cual ralentiza el camino hacia el matrimonio, explica Arielle Kuperberg, profesora asociada de sociología en la Universidad de Carolina del Norte en Greensboro, Estados Unidos.
«La gente está tardando más y más en sentar cabeza porque están tardando más y más en alcanzar estabilidad financiera», agrega la académica.
Lee y sus amigos concuerdan. Dice que formar parte de «la generación más insegura y financieramente inestable de la historia» contribuye a su deseo de conseguir «independencia financiera» antes de sentar cabeza con una pareja a largo plazo.
Agrega que ella y sus amigos son más proclives a priorizar sus carreras sobre sus relaciones para alcanzar un estado financiero más estable.
«Es extraño tener un amigo que diga ‘voy a mudarme a este lugar y así podré estar con mi pareja’, dice Lee. En su lugar, se centran en lo que es mejor para sus carreras y cómo pueden encajar sus relaciones en ello.
La investigación de Kuperberg sobre la generación Z concuerda con esto; ha descubierto que las personas más jóvenes que desarrollan sus carreras tienen menos probabilidades de tener citas formales en comparación con los millennials.
«No creo que no quieran tener relaciones largas. Pienso que las están posponiendo», dice la investigadora.
Adicionalmente, Kuperberg ha encontrado mayor inestabilidaden adultos jóvenes, lo cual ha llevado a que cada vez más se muden de vuelta con sus padres porque no pueden permitirse vivir solos.
«El incremento en relaciones más esporádicas y la disminución de relaciones más serias solo es porque es más difícil formar las segundas», dice Kuperberg.
Recientemente, la pandemia de coronavirus también ha exacerbado la tendencia de que adultos jóvenes no puedan vivir independientemente.
Kuperberg entrevistó a un hombre de la generación Z en 2020 quien se mudó desde Washington D.C. a Carolina del Norte con sus padres después de que la pandemia golpeara al país.
Este hombre dijo a los investigadores que no pensaba volver a tener citas hasta que no se mudara nuevamente a Washington.
Búsqueda interior
Desde septiembre de 2020, el grupo de medios Vice condujo un estudio llamado Love After Lockdown (Amor tras confinamiento), conformado por 45% de encuestados de la generación Z. Un 75% de ellos estaban solteros y no habían tenido citas durante la pandemia.
Muchos respondieron que esto se debía en parte a que querían tomarse un tiempo solidario para conocerse mejor a sí mismos antes de buscar una relación de pareja.
«Comencé a pensar sobre mí mismo, lo que quería y no quería hacer… y aprendí un montón», dijo un encuestado de la generación Z en Italia.
Otra participante en Estados Unidos se hizo eco de este sentimiento: «estoy físicamente distante de todos y puedo dar un paso atrás y preguntarme quién soy».
Por supuesto, esta actitud puede haberse desarrollado debido a una falta de alternativas durante el confinamiento, en lugar de una mayor inclinación de la generación Z hacia la introspección.
Sin embargo, miembros de esta quinta de todas partes del mundo tienen más recursos para determinar quiénes son, incluyendo redes sociales como TikTok, donde los terapeutas que discuten estilos de apego y consejos sobre relaciones saludables se han convertido en algo común.
Lee, por ejemplo, anota que sus hermanas pequeñas (en primer y segundo año de universidad, respectivamente), han desarrollado un lenguaje profundo para hablar sobre sus relaciones a través de TikTok.
«Los adolescentes van por ahí hablando sobre sus estilos de apego y sus parejas sexuales y románticas utilizando expresiones como ‘tengo un estilo de apego ansioso'», dice Lee.
Esto marca un enfoque muy consciente que prioriza encontrar a alguien que tenga sentido para el individuo, en lugar de solo alguien que resulte atractivo o interesante.
Mientras que estas prioridades no son exclusivas de la generación Z, este grupo tiene una variedad de recursos de fácil acceso para encontrar con más conocimiento una pareja que se adapte bien a ellos en formas en las que generaciones anteriores no habrían podido pensar.
Flexibilidad sexual
La evolución sobre la sexualidad y los roles de género son otro factor.
Entre la generación Z ha habido una marcada disminución en la adhesión a un género binario y un aumento en «personas dispuestas a explorar su sexualidad», dice Kuperberg.
En su investigación, vista por BBC Worklife, halló una estadística que muestra que aproximadamente el 50% de la generación Z se identifica como heterosexual y «muchos dicen que son heteroflexibles».
Esta apertura hacia diferentes tipos de parejas sexuales y relaciones recuerdan a las observaciones de Arbit sobre que los miembros de la generación Z no busca necesariamente su «uno y único»; sino varias personas para satisfacer diferentes necesidades, ya sean románticas, sexuales o algo más.
«Quizás nuestros padres hayan buscado alguien de la misma religión o visión política», dice Arbit.
«Esta generación busca honestidad, pasión y alguien que les motive a salir de la cama durante la mañana… comparando con generaciones anteriores, están abiertos a salir con diferentes tipos de personas y darle una oportunidad a la gente», añade la experta.
Una señal de cambio
Este enfoque holístico hacia las relaciones difiere dramáticamente de aquellos asumidos por generaciones mucho mayores.
Coontz, del Consejo para Familias Contemporáneas, dice que entrevistó a varias personas para su libro sobre mujeres y familias en los 60 y les preguntó por qué decidieron casarse.
«Se les notaba sobresaltados y respondían que ‘ya era la hora’. Existía la sensación de que el matrimonio era algo que hacías para entrar en la vida adulta. Ahora es todo lo contrario», cuenta Coontz.
Esta es una señal de cambio para la generación Z; mientras el matrimonio se usaba como pasaje hacia la vida adulta, hoy es una señal de que ya has entrado en ella.
La sociedad llevaba moviéndose en esta dirección durante algún tiempo, con cada generación volviéndose más flexible con sus ideas sobre la familia tradicional y su importancia en sus vidas.
Si la generación Z es la que está moldeando a la sociedad con estas actitudes o si la sociedad es la que moldea a la generación Z es una cuestión más difícil de resolver.
Por supuesto, estos patrones no son completamente universales. Entre estudiantes universitarios, Kuperberg descubrió que la raza, clase, género y religión de un miembro de la generación Z puede contribuir en la forma en que tienen citas y buscan relaciones.
«La gente blanca es más proclive a los encuentros ocasionales. Las personas de color se inclinan más a formar relaciones y tener citas más formales», apunta Kuperberg.
La experta añade que aquellos que vienen de clases socioeconómicas más altas son más proclives que otros grupos demográficos a involucrarse en encuentros sexuales casuales y formar relaciones a largo plazo. Esto último, probablemente porque «tienen más recursos» para garantizarles estabilidad.
Mientras muchos signos apuntan a que la generación Z demora su matrimonio o las relaciones permanentes como sus predecesores millennials, sus razones parecen venir desde un enfoque pragmático.
Muchos millennials han pospuesto sus matrimonios por razones prácticas como el miedo al divorcio (muchos crecieron como hijos de padres divorciados) y porque no pueden permitírselo.
Sin embargo, la generación Z está heredando un mundo más incierto si cabe dado que los problemas que azotaron a los millennials (como el cambio climático) se han vuelto más agudos y han aparecido nuevos (como la pandemia).
Esto puede que implique que cuidar la estabilidad individual sea la prioridad número uno para la generación Z, más incluso que para sus relativamente mayores predecesores.
«Bromeamos sobre quién se casará primero en nuestro grupo de amigos. Resulta gracioso si alguien se compromete en nuestros 20», bromea Lee.
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