“Lo más atroz de las cosas que hace la gente mala es el silencio de la gente buena”.
Esta frase atribuida al líder indio Mahatma Gadhi (1869-1948) ilustra a la perfección la controversia que desde hace décadas rodea a la figura de Eugenio María Giuseppe Giovanni Pacelli (1876-1958), quien entre 1939 y 1958 ocupó el trono de San Pedro bajo el nombre de Pío XII, en particular por su actuación durante la II Guerra Mundial.
Una polémica que se ha reavivado en los últimos días con el hallazgo en los archivos vaticanos de una carta que en 1942 le envió un sacerdote jesuita alemán, quien era miembro de la resistencia antinazi en Alemania, al secretario de Pío XII, Robert Lieber.
En la misiva el religioso informaba sobre lo que ocurría en tres campos de concentración (Belzec, Auschwitz y Dachau), a donde estaban siendo enviados judíos y opositores.
El hallazgo de la epístola confirma que altos cargos del Vaticano, incluyendo posiblemente al propio Papa, estaban al tanto, desde hacía tiempo, del exterminio de los judíos en los territorios ocupados por las fuerzas de Adolf Hitler y sin embargo no lo denunciaron públicamente.
Este silencio es el motivo por el cual muchos historiadores y sectores de la comunidad judía consideran al fallecido pontífice, quien desde 2009 es aspirante a santo, cómplice del Holocausto.
Pero, ¿el silencio papal fue por indiferencia o parte de una estrategia para evitar males mayores? ¿Quién fue Pío XII? Para intentar responder estas y otras preguntas BBC Mundo consultó a historiadores y revisó algunos de sus escritos.
Una fachada o algo más
Durante los 19 años de su pontificado, Pío XII emitió 40 encíclicas y, pese a que ocho de ellas fueron publicadas durante el conflicto bélico, en ninguna mencionó la persecución y el exterminio de los judíos y otras minorías.
Una de las pocas menciones públicas que el Papa hizo del genocidio puesto en marcha por las fuerzas de Hitler ocurrió en la víspera de Navidad de 1942, el mismo año que su secretario recibió la carta recientemente hallada.
“Este voto (a favor de un mundo más justo) la humanidad lo debe a los cientos de millares de personas que, sin culpa propia alguna, a veces sólo por razones de nacionalidad o de raza, se ven destinados a la muerte o a un progresivo aniquilamiento”, declaró en un discurso radial, sin precisar el grupo que estaba siendo destruido.
¿Por qué? ¿No le interesaba la suerte de los judíos? “Pío XII escogió la política del silencio para salvar vidas”, le dijo a BBC Mundo el monseñor Vicente Cárcel Ortí, autor del libro “Pío XII (1939-1958): El Papa defensor y salvador de los judíos».
El historiador e investigador español afirmó que el pontífice optó por no enfrentarse públicamente con los nazis, para así conseguir dos objetivos: no desatar su ira y así evitar que se recrudeciera la persecución contra los judíos y católicos; y además poner en marcha una operación humanitaria a la sombra.
“El Papa ordenó abrir las iglesias, los colegios, los conventos y las universidades de Roma para ocultar a los judíos romanos (…) El Papa guardó silencio, porque estaba muy bien informado de lo que estaba ocurriendo en la Europa ocupada, como lo confirma este documento que acaba de aparecer”, agregó Cárcel Ortí.
Según al experto, el pontífice mandó a los nuncios (embajadores), obispos, sacerdotes y monjas a rescatar en secreto a miles de perseguidos. Algunos autores afirman que hasta 900.000 personas lograron escapar de los campos de concentración gracias a esta operación.
“Estas cosas se hicieron porque el Papa dio órdenes concretas de que se hiciera lo posible por salvar a los judíos”, aseveró Cárcel Ortí.
En similares términos se pronunció el profesor de Historia de la Iglesia de la Universidad San Damaso (España), Andrés Martínez Esteban, quien recordó que “en los archivos vaticanos hay evidencia que prueba que cuando Roma fue invadida (en 1943) por el ejército nazi, se le pidió a la comunidad judía que entregara una determinada cantidad de oro y el Papa dio la orden a las parroquias romanas para que dieran el oro que tuvieran y así ayudar a los judíos a hacer el pago”.
Sin embargo, el investigador británico John Cornwell rechazó esta tesis y aseguró que hay pocas pruebas para sustentarla.
“No hay dudas de que muchos católicos -sacerdotes, monjas y creyentes- en toda la Europa ocupada salvaron a muchos judíos, pero creo que es escandaloso que el Vaticano asegure que esto fue gracias a las instrucciones del Papa», aseveró a BBC Mundo el autor del controversial libro “El Papa de Hitler”.
«Hay muy poca evidencia que indique que el Papa pidiera a sus subalternos hacer algo para salvar a los judíos de la persecución”, agregó el también periodista.
Menos es más
Tanto Cárcel Ortí como Martínez Esteban aseguraron que el silencio papal, hasta cierto punto, ocurrió a petición de los obispos alemanes, holandeses o polacos, o tras ver las consecuencias que cualquier pronunciamiento de algún jerarca católico acarreaba.
“Cuando los obispos holandeses publicaron en 1942 una carta condenando la persecución nazi contra los judíos en los invadidos Países Bajos el ejército alemán asaltó las iglesias y conventos, y allí detuvieron a Edith Stein», recordó Martínez Esteban.
Stein, quien ahora es más conocida como Santa Teresa Benedicta de la Cruz, fue una monja de origen judío, que se convirtió al catolicismo y murió en el campo de concentración de Auschwitz.
El experto aseveró que Pío XII no pudo pronunciarse públicamente porque había amenazas serias contra la Iglesia católica en todo el mundo, pero en particular en los territorios invadidos.
“No olvidemos que Roma estaba invadida por los nazis”, dijo.
Por su parte, Cárcel Ortí defendió esta tesis diciendo que hay documentos que prueban que Hitler se planteó invadir el Vaticano y arrestar a Pío XII, para luego llevárselo preso a Alemania, tal y como dos siglos antes hizo Napoleón Bonaparte con Pío VI.
Cornwell, por su parte, no sólo cree que la actitud de Pío XII durante la guerra fue cuestionable, sino incluso antes.
“Sus acciones antes de la guerra fueron muy favorables para los intereses nazis”, dijo.
“Él negoció directamente el concordato, a través del cual la Iglesia católica consiguió seguir realizando sus actividades en Alemania, en especial mantener abiertos sus colegios, pero a cambio se comprometió a no inmiscuirse en los asuntos políticos», apuntó.
«Esta negociación implicó que los religiosos tenían prohibido realizar cualquier crítica al Estado alemán y gracias a esto también los diarios católicos, que eran muchos, desaparecieron”, explicó.
Pío XII provenía de una familia romana, aristócrata, muy religiosa y con nexos profundos con el papado: su abuelo paterno llegó a un alto cargo de la Secretaría de Finanzas del Vaticano durante el pontificado de Pío IX y uno de sus primos fue asesor de León XIII.
En 1899 se ordenó sacerdote y aunque jamás desempeñó labor pastoral (en una parroquia), logró ascender rápidamente.
Hasta su elección como Pontífice,en 1939, el entonces cardenal Pacelli fungió como secretario de Estado de Vaticano (ministro de Exteriores) y asumió directamente las negociaciones del acuerdo entre la Iglesia y el nuevo gobierno nazi. Esto, en virtud de que en la década anterior fue nuncio en ese país.
Precisamente su experiencia en Alemania con los nazis fue, según algunos autores, el motivo por el que sus colegas cardenales lo escogieron como nuevo sucesor de San Pedro. Creían que sus dotes diplomáticas servirían para apaciguar la sed de guerra de Hitler.
Una campaña fabricada por la KGB
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial la imagen del Pontífice parecía inmaculada y a su muerte en 1958 líderes judíos de la talla de Golda Meir, quien para la época era ministra de Exteriores de Israel, exaltaron su figura.
«Durante los diez años de terror nazi, cuando nuestro pueblo pasó por los horrores del martirio, el Papa alzó su voz para condenar a los perseguidores y compadecerse de sus víctimas», firmó quien terminó siendo la primera mujer en dirigir el Estado hebreo.
Por otro lado, el gran rabino de Roma durante la guerra, Israel Anton Zoller, no sólo se convirtió al catolicismo en 1945, sino que se bautizó con el nombre de Eugenio como el Papa.
Sin embargo, esto cambió en la década de los 60, cuando el desaparecido escritor alemán Rolf Hochhuth publicó su obra “El Vicario”, en la cual cuestionaba el mutismo papal durante la guerra.
“Este escritor estaba financiado por los servicios secretos de la extinta Unión Soviética, los cuales pusieron en marcha una campaña de desprestigio contra la Iglesia católica en los años más duros de la Guerra Fría”, aseveró Cárcel Ortí.
Pero ¿por qué atacar a un Papa ya fallecido? “Pío XII fue un gran anticomunista y contra él se puso en marcha (luego de su muerte) una gran campaña para desacreditar su figura y lo llegaron a acusar de ser colaborador nazi, cuando él era todo lo contrario”, dijo el experto.
A Pío XII se le atribuye la autoría de la encíclica Mit brennender Sorge (Con ardiente preocupación), publicada en 1937 por su antecesor en el cargo y en la cual se condenaban duramente las políticas del régimen nazi.
Sin embargo, en abril de 1939, en un discurso radial, el Pontífice mostró su lado más conservador al declarar su “inmenso gozo” por la victoria del general Francisco Franco en la Guerra Civil española frente a sus rivales republicanos y comunistas.
Para el obispo de Roma, el triunfo del militar garantizaba que España siguiera siendo “baluarte inexpugnable de la fe” frente a los “ prosélitos del ateísmo materialista”.
Una beatificación estancada
Los expertos coincidieron en que la decisión del Papa Francisco de abrir todos los archivos del papado de Pío XII no ayudará a resolver la polémica.
“No aclararán ni oscurecerán nada, sino que dirán lo que ya sabíamos y la gente que tiene una idea ya preconcebida de él no la cambiará”, afirmó Cárcel Ortí, mientras que Martínez Esteban aseveró que no hay verdadero interés en investigar a la actuación de Pío XII.
Cornwell, por su parte, ofreció una visión diferente.
“En los archivos no hay casi nada que indique el estado mental o lo que pensaba el Papa personalmente. No hay cartas privadas ni diarios, por lo que lo que están haciendo muchos investigadores es adivinar o presumir cuáles eran las intenciones de Pío XII”.
Cuando un Papa muere sus cartas privadas y diarios son quemados.
Y aunque en 2009 el controvertido pontífice fue declarado Venerable, su proceso de beatificación se encuentra paralizado, pero no solo por la polémica que lo rodea, sino porque hasta ahora no se ha identificado ningún milagro que se le pueda atribuir, explicaron fuentes eclesiásticas.
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