«Nuestro canciller ha estado llamando al canciller colombiano y no contesta la llamada; el ministro de Salud de Venezuela ha estado llamando al ministro de Salud en Colombia y no contesta la llamada; el ministro de Defensa ha llamado al ministro de Defensa de Colombia y no contestan la llamada».
Con estas palabras Nicolás Maduro, se refirió al recurrente dilema de su homólogo colombiano, Iván Duque, ahora renovado con la crisis del coronavirus.
Duque, heredero político del ex presidente derechista Álvaro Uribe, reconoce a Juan Guaidó como legítimo mandatario de Venezuela, después de que se proclamara como presidente interino en enero de 2019.
Ese reconocimiento a Guaidó, junto a medio centenar de países, cada vez le representa más complicaciones prácticas a Duque.
Fuera de Venezuela, Colombia es el país más afectado por la crisis económica, social y política que vive ese país: ha recibido al 40% de los casi cinco millones de venezolanos que han dejado el país.
La situación se enturbia todavía más ante una crisis como la del coronavirus, que exige meticulosos mecanismos de control y verificación en los puestos de entrada y salida de ambos países. Ambos comparten una porosa frontera de 2.200 kilómetros.
Hasta este 16 de marzo, en Colombia se habían reportado 50 diagnósticos de coronavirus y en Venezuela, 17. Pero expertos en ambos países alertan de un posible subregistro de casos positivos.
Duque anunció el viernes el cierre total de una frontera que decenas de miles de personas cruzan a diario para trabajar y comerciar.
Pero, como suele pasar cuando alguno de los dos gobiernos cierra esta compleja frontera, miles de personas han optado por cruzar de manera ilegal, incluso por los puentes y pasos formales, donde han tumbado vallas de la policía para poder pasar.
Organizaciones como Puentes Ciudadanos Colombia – Venezuela (PCCV), una asociación civil gestionada por Oxfam, calificaron el cierre como «contraproducente» porque «vulnera a la población que vive en fronteras, aumenta los riesgos de una grave crisis sanitaria y fortalece a los grupos criminales».
Todo a través de la OPS
El lunes, en una entrevista con la cadena radial La FM, Duque reiteró que no se plantea un canal humanitario directo para que pase gente por la frontera y pidió articular los esfuerzos conjuntos de las naciones a través de la Organización Panamericana de la Salud, un organismo multilateral agenciado por Organización de Estados Americanos (OEA) y, en parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS).
«La capacidad de detección epidemiológica en Venezuela es mínima», aseguró el presidente. «El cierre de fronteras es preventivo, pero ni más faltaba que vamos a actuar con mezquindad».
«A través de la Organización Panamericana de la Salud estamos dispuestos a buscar toda coordinación necesaria, desde el punto de vista de salud, para que pudiéramos entender la situación de los puntos fronterizos», dijo el mandatario.
Para Duque, los canales de diálogo con el régimen de Maduro «poco o nada sirven, por la situación que tiene el sistema de salud en Venezuela».
En 2019, dijo a manera de ejemplo, 450 colombianos fueron contagiados de sarampión, una infección antes extinta en el país, debido a que niños venezolanos no vacunados entraron sin ser tratados.
Aunque Duque admitió que hay conversaciones entre gobernadores colombianos y venezolanos en busca de coordinación, descartó cualquier tipo de conversación con «la dictadura» debido a que «no es garantía de confiabilidad».
BBC Mundo intentó obtener una declaración del gobierno de Colombia sobre las supuestas llamadas del gobierno venezolano al gabinete de Duque, pero no obtuvimos respuesta al momento de cierre de esta nota.
Duque, contra las cuerdas; Guaidó, sin poder
La frontera con Venezuela es uno más de los desafíos que enfrenta el presidente colombiano en medio de la crisis del coronavirus, que se añade a una histórica devaluación del peso (17% en una semana), su baja popularidad en las encuestas (20%) y un brote de violencia política.
No es, además, la primera vez que su reconocimiento de Guaidó como presidente lo deja mal parado: en enero, la prófuga congresista colombiana Aída Merlano fue capturada en Venezuela y Duque pidió su extradición al opositor.
Merlano sigue en Venezuela. Y algunos políticos colombianos, incluso cercanos Duque, dieron la razón a Maduro en ese caso particular.
La organización defensora de los derechos humanos Human Rights Watch considera que la estrategia de Duque ante Venezuela también ha potenciado la violencia en la frontera entre grupos ilegales y ha complicado el trato o enfrentamiento con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN), al parecer refugiada en el país vecino.
En una reciente reunión con medios internacionales, Duque le dijo a BBC Mundo que considera «parcialmente exitosa» su estrategia para lograr un cambio en Venezuela, cuyo principal resultado ha sido el aislamiento diplomático.
«Pero sin lugar a dudas, el éxito se va a mostrar cuando haya elecciones libres», añadió.
Lo cierto es que el poder en Venezuela sigue en manos de Maduro, que pide dejar de lado «extremismos ideológicos» por una «causa humanitaria».
En una alocución el domingo, Maduro atacó al gobierno de Duque al hablar de un «brote muy fuerte» de coronavirus en el norte de Colombia.
«Tenemos pacientes en Venezuela que fueron infectados en Cúcuta», dijo en referencia a la ciudad fronteriza colombiana.
Es obligatoria «la coordinación entre el gobierno de Colombia y Venezuela», pidió Maduro, que decretó el domingo la cuarentena de Caracas y de otros seis estados.
Guaidó, por su parte, comparte de alguna manera la decisión de Maduro, ya que está a favor de la «cuarentena social», aunque él habla de «aislamiento» y por ello reprogramó asambleas populares y recorridos de calle.
El presidente de la Asamblea Nacional, considerada por Duque la única institución democrática en Venezuela, instaló una comisión de expertos liderada por el prestigioso epidemiólogo Julio Castro.
En «coordinación con el gobierno colombiano», Guaidó anunció la apertura de un «paso de retorno» en la frontera para que los venezolanos puedan regresar al país.
Pero solo una persona tiene poder de permitir la apertura de ese paso de retorno. Y se llama Nicolás Maduro.
Poder real vs. poder simbólico: análisis de Daniel García Marco, enviado especial a Venezuela
Como ocurrió hace un año con el gran apagón en Venezuela, la crisis del coronavirus pone de manifiesto la diferencia entre el poder real de Maduro y el poder simbólico de Guaidó.
Pese a ser reconocido como presidente por más de 50 países, el opositor ve muy limitada su capacidad de actuación en una crisis como esta.
Al final es Maduro quien decreta la cuarentena en un tercio del país y es el que puede hacer cumplir con las medidas.
Y pese a reconocer a Guaidó, el gobierno de Duque deberá coordinar medidas y acciones con Maduro, aunque sea a través de un tercero como la OPS.
Esta crisis recuerda que a pesar del amplio apoyo internacional de Guaidó, pasó más de un año desde su proclamación como presidente interino y el poder territorial sigue en manos de Maduro. Y es su gobierno quien emite pasaportes válidos, el que recauda impuestos, el que exporta petróleo…
Venezuela reclama a Colombia colaboración porque sabe que eso, más allá del coronavirus, le puede dar rédito político.
Maduro vería como un triunfo trabajar de forma coordinada con Duque, porque eso supondría el reconocimiento implícito de Bogotá y restaría poder a Guaidó, que la pasada semana trató de reenergizar su campaña con una multitudinaria marcha, pero ahora cancelaron las acciones de calle.
El conflicto político en Venezuela pasa a un segundo plano a la espera de ver qué ocurre con la crisis en un país con graves problemas en el sistema de salud.
La oposición culpa de esa situación a Maduro, que a su vez utiliza la emergencia para repetir su llamado a Estados Unidos de que levante las sanciones.
Es el momento del coronavirus. Pero también de la política.
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